Destruye la confianza de sus empleados y del pueblo que lo eligió.
✍🏽Juan Carlos Toledo
En política, las palabras valen tanto como los hechos, y en ocasiones, incluso más. Alejandro Patrinos, presidente municipal, incumple con el pago de la segunda quincena de noviembre, donde deja algo más grave que nóminas pendientes: “destruye la confianza de sus empleados y del pueblo que lo eligió”.
Esta no es solo una falta administrativa, sino un golpe directo al tejido social del municipio. Los trabajadores del ayuntamiento no son números en un presupuesto; son madres, padres, jóvenes y adultos mayores que dependen de su salario para subsistir. ¿Qué significa no pagarles? Significa romper el compromiso más básico de un gobierno: garantizar la dignidad y estabilidad de su gente.
El gris del H. Cabildo, que debería ser un contrapeso responsable, también queda embarrado en este fiasco. ¿Dónde están los regidores que deberían alzar la voz? ¿Por qué callan ante un incumplimiento tan evidente? Su silencio los convierte en cómplices de una administración que parece priorizar su imagen sobre sus responsabilidades.
Y lo más grave: la mentira como práctica. Según se recuerda, Conrado Cifuentes, exjefe de Patrinos, lo señaló como un hombre sin palabra. Hoy, el tiempo le da la razón. La perspectiva que alguna vez prometió Patrinos —de progreso, transparencia y compromiso con el pueblo— ha quedado en el olvido.
Alejandro Patrinos no solo incumple con sus empleados, sino con el pueblo entero. La falta de pago no es un error administrativo, es un acto de desprecio hacia quienes trabajan para que el ayuntamiento funcione. Si su palabra no tiene valor, ¿qué le queda a su gobierno?
El pueblo observa, Patrinos. Y aunque puedes olvidar tus promesas, ellos no olvidarán tu traición. ¿Qué explicación dará ahora?