La transición administrativa que vivimos no es solo un cambio de rostros, sino también una prueba para quienes toman las riendas del estado.
✍🏽REALIDAD A SORBOS | Eric Ordóñez
Hace unos días, desayuné con una amiga entrañable con quien, entre risas y recuerdos, di por inaugurados los festejos de mi cumpleaños. Fue uno de esos encuentros que soban el alma y que, en su sencillez, se convierten en momentos inolvidables. Hablamos de todo, como si el tiempo no hubiera pasado, y entre las reflexiones compartidas, mi amiga lanzó un dicho que quedó grabado en mi mente: “El que nunca ha tenido y llega a tener, loco se quiere volver”.
Ese refrán, tan sencillo y cargado de sabiduría popular, abrió la puerta a un torrente de reflexiones. No puedo evitar pensar en aquellos que, al llegar a una posición de poder, se pierden entre la ambición y el ego, olvidando su propósito inicial. En el contexto político actual de Chiapas, estas palabras resuenan aún más fuerte.
ENTRE PODER Y ESENCIA: ¿ES POSIBLE NO PERDERSE?
La política en Chiapas atraviesa un momento crucial. La transición administrativa que vivimos no es solo un cambio de rostros, sino también una prueba para quienes toman las riendas del estado. ¿Serán capaces de mantener los pies en la tierra y no dejarse seducir por las tentaciones del poder?
En un estado marcado por profundas desigualdades, ser funcionario público debería ser un ejercicio de empatía y responsabilidad. Sin embargo, la historia reciente nos recuerda que muchos llegan al poder no para servir, sino para servirse. La esencia se pierde en la vorágine de privilegios y lujos que acompañan a los altos cargos.
EL ASCENSO Y LA CAÍDA DE BRITO: UN CASO PARA RECORDAR
Uno de los casos más emblemáticos de este fenómeno es el de Ismael Brito. Su paso por la administración pública chiapaneca se caracteriza más por los excesos que por los logros. Brito no solo ocupó un puesto de poder; lo utilizado para construir una red de intereses personales que poco o nada tuvo que ver con el bienestar de la ciudadanía.
El legado de Brito es un ejemplo claro de lo que ocurre cuando el poder se convierte en un fin en sí mismo. Sus decisiones dejaron una huella imborrable en la percepción pública de lo que no debe ser un servidor público: privilegios desmedidos, nepotismo y una desconexión total con las necesidades reales del estado.
Su caso nos invita a reflexionar sobre cómo figuras como él lograron ascender en un sistema político que, lejos de castigar estas actitudes, las premia.
LOS NUEVOS RICOS DE LA ADMINISTRACIÓN PASADA
El caso de Brito no está aislado. La administración pasada dejó un rastro de “nuevos ricos” que, como él, vieron en sus cargos una oportunidad para el enriquecimiento personal. Mientras Chiapas enfrentaba problemas urgentes como la inseguridad, la pobreza y la migración, estos personajes construían imperios de lujo a costa del erario. ¿Cómo puede la población confiar en sus instituciones cuando sus líderes han actuado como saqueadores del poder público?
Estos “nuevos ricos” representan una de las peores caras de la política chiapaneca, una que no solo perpetúa las desigualdades, sino que también desacredita los esfuerzos de quienes buscan hacer las cosas bien.
UN LLAMADO A LOS NUEVOS: APRENDAN DEL PASADO
Hoy, Chiapas está bajo la mirada de una ciudadanía cada vez más crítica. Los nuevos rostros que ocupan los espacios de poder tienen en sus manos la oportunidad de marcar una diferencia real. Sin embargo, también enfrentará el riesgo de repetir los errores del pasado.
El mensaje es claro: el poder no es un premio, es una responsabilidad. Quienes hoy tienen el privilegio de servir deben recordar que están ahí por y para la gente. Las decisiones que tomen no solo afectarán el presente, sino también el futuro de un estado que merece más que liderazgos efímeros y corruptos.
Es momento de romper el ciclo de los “nuevos ricos” y demostrar que es posible ejercer el poder con ética y transparencia. Que no sean los protagonistas de una nueva historia de excesos, sino los arquitectos de un Chiapas más justo y digno.
PARA QUE EL PODER NO LOS PIERDA
En política, como en la vida, el poder es una prueba de carácter. Chiapas necesita liderazgos que sepan resistir las tentaciones y que comprendan que el verdadero éxito no está en los bienes materiales, sino en el legado que dejan.
Los errores de personajes como Brito y los “nuevos ricos” deben ser lecciones para quienes hoy ostentan el poder. Que su paso por el servicio público sea registrado por su impacto positivo, no por sus cuentas bancarias infladas.
Es momento de que la política en Chiapas dé un giro hacia la responsabilidad, la empatía y el verdadero servicio. Que quienes llegan a tener no pierdan su esencia y recuerden que el poder, como todo en la vida, es efímero.

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