El único poder que existe en el estado de Chiapas es el del Jaguar.
DEMOCRACIA VIRTUAL | Eugenio Hernández Sasso
Algunas estadísticas muy generales muestran que, a partir del año 2012, Chiapas experimentó un incremento en la comisión de delitos relacionados con el crimen organizado, tales como tráfico de drogas, homicidios, secuestros y extorsión, aunque también proliferó el robo de automóviles, asaltos y bloqueos en carreteras.
Lo más reciente es que, en el presente año 2024, se observó un aumento significativo con relación al 2023 en materia de homicidios, por ejemplo, mientras el año pasado se registraron 631 decesos violentos, actualmente la cifra alcanza los 872.
Sin embargo, en la Nueva ERA se habla ya de que en todo Chiapas hubo cinco días sin ejecuciones y, específicamente en el Socunusco, donde más acentuado estaba el problema, se han contado por lo menos 10 días sin homicidios. Ese es un logro que merece reconocimiento.
La proximidad del estado con Centroamérica y su ubicación estratégica en el Sureste de México, convierten a Chiapas en un punto clave en el tráfico de drogas hacia Estados Unidos y otros países.
Ahora bien, en 2018 solo se contaban 662 muertes, pero de ese año a la fecha se refieren 3 mil 617 decesos. Lo cual representa una cifra alarmante. Esa era la base del miedo generalizado.
La razón por la que el gobierno de Eduardo Ramírez ha entrado con todo contra la inseguridad es precisamente que las y los chiapanecos vivían en la zozobra, y, al cumplir con su misión de contener los delitos del fuero común, la apreciación ha cambiado radicalmente.
Si bien es cierto que desde el 2006, cuando Felipe Calderón perfiló una guerra contra el narcotráfico muchos grupos criminales se desplazaron hacia Chiapas, también es una realidad que, por lo menos en los últimos 12 años no se había combatido el problema con los arrestos del Jaguar.
Esa fue, tal vez, una de las causas por las cuales se incrementaron las actividades delictivas, rutas de tráfico y narcotráfico, así como otras operaciones al margen de la ley.
Actualmente, las y los chiapanecos tienen la impresión de que eso se acabará en este sexenio con el valor y la “terquedad” de Eduardo Ramírez Aguilar.
Por cierto, el gobernador chiapaneco no solo ha demostrado su liderazgo en las urnas como candidato al llegar con el 80 por ciento del respaldo popular (sin ningún otro efecto más que el del Jaguar), sino ahora como gobernador al revertir, en menos de dos semanas, la percepción de inseguridad que aterrorizada a todo el pueblo.
Ramírez Aguilar ha dicho que, como buen chiapaneco, siempre logra lo que se propone; y no se le cuestiona porque en el pasado, sin ser privilegiado con un solo voto del Consejo Político Estatal de Morena, pudo levantarse por encima del gobernador Rutilio Escandón y todo el entramado político en su contra, para que, con la fuerza de la gente, obtuviera su candidatura.
Como gobernador electo caminó discreta y prudentemente. No hizo bulla porque sabía que el poder ya era suyo. Nunca reveló siquiera los nombres de quienes integrarían su gabinete de seguridad, mucho menos la estrategia.
De hecho, hasta ahora, después de arrancar la Nueva ERA, muchos se preguntan ¿Dónde estaban los elementos de élite de la FRIP? ¿Dónde estaban los recursos para pagarles muy, muy, muy, pero muy bien?
La estrategia de seguridad camina perfectamente. Va viento en popa y el objetivo se ha logrado. Gente de a pie, empresarios, campesinos, ganaderos, artesanos, comerciantes, obreros, transportistas y turistas, entre otros, perciben el clima de seguridad que ahora se respira en Chiapas.
Se han empezado a recuperar, en menos de 15 días, espacios ocupados por los criminales y grupos a su servicio como las y los policías municipales que han servido de informantes y contención para frenar la operación de las fuerzas armadas.
En esta labor ha sido fundamental el trabajo del gabinete de seguridad que opera con inteligencia e integridad, además de determinación, pues quienes están al frente son chiapanecos de bien que conocen profundamente el tema.
Queda comprobado que sí se puede, lo único que faltaba era voluntad y libertad. Llegar al gobierno sin la presión y opresión de grupos de poder, legítimos y fácticos, ha sido de gran beneficio para Eduardo Ramírez y el pueblo chiapaneco.
SASSÓN
El único poder que existe en el estado de Chiapas es el del Jaguar, aquel felino que, aún en peligro de extinción, emergió de las montañas para hacer sentir su regido más fuerte que nunca y, de un certero zarpazo, ha derribado al enemigo más fuerte de la sociedad: la percepción de inseguridad.
Sasso89@hotmail.com