En México llevamos muchos años sembrando plantas transgénicas y consumiéndolas como alimento.
LA POLÍTICA Y SUS NÚMEROS/Isidro Ovando Medina
Los transgénicos no son buenos ni malos, simplemente son una biotecnología muy poderosa que puede utilizarse para beneficiar a las mayorías o solo como privilegio de unos cuantos. Es exactamente igual a cualquier desarrollo tecnológico, por ejemplo, el GPS pudo usarse exclusivamente para la guerra o, como ahora, para guiarte a la farmacia más cercana o para que los jóvenes les muestren a sus familias dónde están en tiempo real. Un ladrillo puede usarse como arma o para construir un hogar.
Pero ¿qué son los transgénicos? Son seres vivos que tienen alterado su material genético con fragmentos ADN de otras especies para adquirir características ventajosas: producción de sustancias extrañas a su estirpe, resistencia a plagas y enfermedades, resistencia a factores adversos del ambiente, propiedades nutritivas mejoradas, producción de anticuerpos y por lo tanto ser vacunas contra enfermedades, y un largo etcétera. La insulina que se inyecta tu abuelo diabético ¡Es producida por una bacteria transgénica!
En México llevamos muchos años sembrando plantas transgénicas y consumiéndolas como alimento, por ejemplo, se cultiva soya transgénica propiedad de la empresa transnacional Monsanto desde el año 2001, aunque su permiso se restringió en el año 2020. En Chiapas la soya transgénica se siembra en el Soconusco desde hace más de 15 años, y con la restricción los propios agricultores han pedido al gobierno que se les permita la libre siembra de soya resistente al herbicida glifosato. Además, cuando no se consiguen semillas en Tapachula se pueden comprar en Guatemala, donde los transgénicos sí están permitidos. El algodón transgénico también está permitido en nuestro país desde hace dos décadas.
Sin embargo, el maíz se cocina aparte, es el símbolo de la mexicanidad porque ni siquiera el resto de Latinoamérica le da la importancia cultural que le damos nosotros. Es tan importante que lo consumimos desde el nacimiento en forma de atole, y luego lo comemos a diario como tamales, tacos, empanadas, tostadas, totopos, memelas, como elote hervido y hasta crudo porque el elote asado no siempre se cuece, pero sobre todo como tortillas.
El maíz tan importante como el trigo para los europeos o el arroz para los asiáticos, con el añadido que tiene connotaciones sociales, culturales y hasta espirituales, razones por las cuales debe ser protegido de la contaminación transgénica. Sin embargo, ya es un poco tarde.
El presidente Andrés Manuel López Obrador prohibió mediante decreto la importación de maíz transgénico para consumo humano, así como su siembra en México, eso fue en 2022 con efectos a 2024, lo que ocasionó que Estados Unidos y Canadá se inconformaran ante un panel del T-MEC… y nos ganaron en semanas recientes. Se seguirá importando maíz transgénico, pero la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo promoverá una ley para prohibir su siembra en territorio nacional, lo cual ocurrirá muy probablemente en febrero de 2025.
¿Sirve de algo? Sí, pero no de mucho, pues el 40% del maíz que México necesita se importa de los Estados Unidos y desde hace al menos 20 años es maíz transgénico.
Mucho se habla de que el maíz transgénico que se importa es maíz amarillo para consumo animal, ¡pero también es maíz! Y muchas semillas se dispersan en los campos porque “escapan” de los camiones transportadores y de las bodegas, germinan, se hacen plantas adultas y se cruzan con los maíces nativos. Mucha de la descendencia tiene transgenes y por eso los estudios científicos los han detectado en nuestros campos, en nuestras bodegas de maíces blancos nativos y en las tortillas que llegan a nuestras mesas. Sí, tú y sus hijos han estado comiendo tortillas con transgenes desde hace muchos años; lo dice el estudio de “Monitoreo de la presencia de secuencias transgénicas en cultivos de maíz en sitios prioritarios de México 2021”, realizado por el Gobierno de México.
¿Qué debemos hacer? La fórmula es sencilla y compleja a la vez: producir más maíz nativo. México produce alrededor de 27 millones de toneladas al año, pero son claramente insuficientes y de ahí la necesidad de la importación del grano, con el agravante de que la producción no aumenta y la población sí. Hay un gran número de factores que influyen en la tendencia a la baja en la producción de maíz, pero la migración del campo a las ciudades es uno de los más importantes. Chiapas, otrora granero del sureste pasó de producir casi un millón de toneladas a tan solo la mitad en el ciclo 2024. La buena noticia es que el maíz es de ciclo corto y en tan solo un año se podría recuperar la producción si hubiese un programa similar al Sembrando Vida para los maiceros. Chiapas podría producir más sin aumentar el área cultivada, pero se requiere el fomento y el presupuesto, los cuales han estado ausentes del campo chiapaneco los últimos sexenios.
Mientras no seamos autosuficientes seguiremos llevando maíz transgénico a nuestras mesas.
LA POLÍTICA
La presidenta Sheinbaum anunció que la prohibición de la siembra de maíz transgénico será ley en 2025.
LOS NÚMEROS
16 millones de toneladas de maíz importará México en 2025.
México es el país #1 en consumo humano de maíz.
239 millones de pesos fue el presupuesto de la Secretaría de Agricultura de Chiapas en 2024.