Los jóvenes son los que menos empleo tienen.
COLABORACIÓN INVITADA/Enriqueta Burelo
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…
Canta el poeta nicaragüense Rubén Darío, quien también escribió Margarita, está linda la mar…por este poema me quise llamar como la princesa que subió al cielo para cortar una estrella, cual flor terrenal.
Después de este paréntesis, cité a Darío, porque quiero hacer una reflexión en torno a la edad, juventud y vejez, los extremos en los que nos situamos los seres humanos por cuestiones de construcción cultural, hoy esos extremos se tocan, conviven y en ocasiones se aman o simplemente disfrutan de sus cuerpos en una relación que hoy definíamos como de entrada por salida, los paradigmas han cambiado.
Una lectora del diario español El País, cita: la paciente no necesita ingreso, ni pruebas, ni fármacos, es cuestión de edad y hay que internarla, o sea que los viejos, dejemos a un lado los eufemismos de tercera edad o edad dorada, eres considerado un estorbo y si no tienes autosuficiencia económica, o quien te cuide, ya estás condenada a vivir atada a una cama como si fueras un bulto, sin embargo, si tienes dinero, y habla del caso de Rafael, el cantante, pues fue atendido con todas las de la ley. Sin embargo, la edad no fue impedimento para que la escritora argentina Aurora Venturini, alcanzara el éxito a los 85 años con la publicación de su novela Las primas. ganadora del premio Nueva Novela los 72 años, Auguste Renoir sentenció: “Sólo ahora comienzo a saber pintar”; Miguel Ángel realizó sus mejores obras entre los 60 y los 89 años; José Saramago comenzó a escribir a los 60, a los 76 recibió el Premio Nobel de Literatura y hasta poco más de los 87 años tuvo una envidiable actividad literaria; Frank McCourt, autor del superventas Las cenizas de Angela, publicó su ópera prima a los 65 años de edad; Compay Segundo estuvo actuando hasta su muerte a los 94 años…
Y nos vamos al divino tesoro, quienes se encuentran en esta etapa aparentemente toda felicidad, también se encuentran desalentados por el costo de vida, por lo que tienen que ganar para alquilar un departamento, ya que diremos para tener familia, la generación cristal, ninis, flojitos, y una serie de epítetos con los que se les ha designado, en Europa tener un hijo significa significa erogar en promedio 758 euros al mes por hijo, lo que constituye un factor objetivo de riesgo de pobreza. Margarita Guerrero Calderón, funcionaria española, directora general del Instituto de la Juventud se hace la siguiente pregunta ¿Jóvenes eternamente o precarios eternamente?
Hoy la nueva definición de adulto, aun cuando no es un concepto nuevo, señala que eres adulto en cuanto te conviertes en independiente y autónomo económicamente, y puedes asumir responsabilidades como pagar un alquiler formar una familia y tener hijos.
La situación de los jóvenes en México, no difiere mucho de sus homólogos españoles, de todos los grupos poblacionales del país, los jóvenes son los que menos. empleo tienen. Son más de 700,000 las personas de entre 20 y 29 años que buscan, pero no encuentran empleo, lo cual resulta en una tasa de desempleo de 5.3%, muy por encima del 3.0% observado para la población en general. Esto se suma al hecho de que, por defecto, los jóvenes tienden a tener ingresos menores a los del resto de la población (dada su relativa inexperiencia laboral), es decir, la desocupación juvenil aporta a una generación insuficiente de recursos para quienes serán los proveedores del futuro
Y usted se pregunta porque los proveedores del futuro, un poco de contexto, a diferencia de la población en edad avanzada, los jóvenes y niños están disminuyendo en números. de entre 15 y 29 años a la población mexicana un número que palidece en comparación con los 8.6 millones de adultos mayores de 60 años que se sumaron en el mismo periodo. Además, la cantidad de niños de 14
es tener ceguera voluntaria, en los años o menos ha disminuido en esos años, y hay 3.6 millones menos que en 2005. Esto genera un enigma difícil para la población mexicana en los años que vienen: una cantidad menor tendrá que mantener, o al menos apoyar, a una cantidad de población adulta.
Ver la inclusión laboral de los jóvenes únicamente como un problema del presente últimos 17 años, sólo se han sumado 3.6 millones de jóvenes al mercado laboral… Sus ramificaciones van mucho más allá de sus posibilidades económicas en los próximos cinco o 10 años, por lo que crear un entorno económico con suficiente crecimiento y actividad para garantizar la creación de trabajos para la población joven, e implementar adecuadamente las leyes laborales para asegurar prestaciones son medidas necesarias y urgentes.
Queda claro que la inclusión laboral de los jóvenes, está intrínsecamente ligada con el acceso a de las próximas generaciones a una mejor salud conforme envejezcan, con la garantía de mayores recursos en su adultez y, al final del día, con una mayor certeza de que podrán atender sus necesidades – y las de sus familias– a lo largo de toda su vida.
enriquetaburelomelgar@gmail.com