Mueve montañas… y millones. Aquí la pregunta es inevitable: ¿las personas tienen fe en Dios o en sus líderes carismáticos?
REALIDAD A SORBOS/Eric Ordóñez
En Chiapas, la fe mueve montañas… y millones. No es nuevo que la religión se haya convertido en una estructura de poder, pero aquí, en este rincón del sureste mexicano, ha evolucionado en un negocio sin precedentes. Pastores y líderes religiosos han encontrado en la devoción de la gente un modelo de ingresos más efectivo que cualquier empresa, más rentable que el comercio y con una fidelidad clientelar que ningún político ha logrado.
Las iglesias crecen como franquicias, algunas con más infraestructura que hospitales y escuelas, mientras que sus dirigentes acumulan riquezas que desafían cualquier lógica de austeridad cristiana. Aquí la pregunta es inevitable: ¿las personas tienen fe en Dios o en sus líderes carismáticos?
LOS PASTORES MILLONARIOS Y LA FE DE LOS POBRES
En Chiapas, donde las carencias son muchas y las oportunidades pocas, la fe se convierte en refugio y necesidad. No es casualidad que sean precisamente las comunidades más marginadas donde florecen estas iglesias que prometen prosperidad a cambio de diezmos, donaciones y obediencia ciega.
Los pastores que predican desde púlpitos dorados suelen estar más preocupados por sus vehículos de lujo y sus residencias ostentosas que por la espiritualidad de sus fieles. Mientras ellos visten trajes caros y viajan por el mundo, sus seguidores, en su mayoría personas de escasos recursos, siguen entregando lo poco que tienen con la esperanza de recibir un milagro a cambio. Y lo hacen convencidos, sin cuestionar, porque la fe no admite dudas, y menos cuando el líder se presenta como la voz de Dios en la Tierra.
LA RELIGIÓN COMO HERRAMIENTA DE CONTROL
Pero el negocio no solo es económico, sino también político. En Chiapas, los líderes religiosos no solo son millonarios; también son influyentes. Algunos han construido imperios que no solo les dan poder dentro de sus iglesias, sino fuera de ellas. Negocian con gobiernos, imponen candidatos y operan como verdaderos caciques modernos con la Biblia en una mano y la política en la otra.
No hay campaña electoral en la que no se les busque. Su poder radica en la capacidad de mover masas, en su don de convencimiento y en su control sobre comunidades enteras. No necesitan comprar votos; basta con que sus fieles crean que apoyar a cierto candidato es un mandato divino. ¿Y quién se atreve a desobedecer un mandato de Dios?
EL DIEZMO COMO INVERSIÓN EN LA ETERNIDAD
Muchos fieles entregan su dinero con la convicción de que es una inversión en su salvación. El diezmo no es visto como un gasto, sino como un acto de fe que garantiza bendiciones. Pero, ¿bendiciones para quién? Porque mientras las arcas de algunas iglesias se desbordan, la pobreza de los fieles sigue intacta.
El problema no es la fe, sino el abuso. Y el abuso es sistemático: los líderes crean una dependencia emocional en sus seguidores, los convencen de que la prosperidad es un reflejo de la fe, y si no prosperan, es porque no han dado lo suficiente. Así, el ciclo nunca termina.
¿Y LA AUTORIDAD, DÓNDE ESTÁ?
Si la fe es un negocio, ¿quién lo regula? ¿Existe alguna autoridad que supervise la acumulación de riquezas de estos pastores y sus iglesias? En teoría, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) debería vigilar cualquier actividad económica que genere ingresos, pero en la práctica, las iglesias operan en una zona gris donde los donativos no son considerados ingresos y la transparencia financiera es casi inexistente. ¿Cuántas de estas organizaciones religiosas presentan informes detallados sobre sus finanzas? ¿Quién audita el destino de los diezmos y donaciones? ¿O acaso el blindaje de la fe los hace intocables?
¿DIOS O BIENESTAR EMOCIONAL?
Aquí surge una cuestión clave: ¿las personas realmente van a la iglesia por Dios o porque hay alguien que les hace sentir bien? La fe es un refugio, pero también puede ser una trampa cuando se basa en la figura de un líder más que en la espiritualidad en sí misma.
Cuando la fe depende de una persona y no de una convicción interna, se vuelve peligrosa. Se transforma en una herramienta de manipulación en la que el seguidor pierde autonomía y entrega su vida—y su dinero—a alguien que ha aprendido a manejar sus emociones y miedos.
LA MINA DE ORO DE LA FE
En Chiapas, la fe es el negocio más rentable, más seguro y más estable. No tiene regulación, no paga impuestos y, lo más importante, garantiza clientes fieles de por vida. Mientras la gente busque respuestas inmediatas a sus problemas y encuentre consuelo en palabras bien articuladas, estos líderes seguirán enriqueciéndose a costa de la necesidad espiritual de sus seguidores.
Pero la pregunta sigue en el aire: ¿quién realmente está más cerca de Dios, el fiel que entrega su vida a la iglesia o el líder que la convierte en un emporio financiero? La respuesta, como la fe misma, depende de quién se atreva a cuestionarla.
Cordial saludo… y bendiciones.
