Todos conocemos a las hormigas, muchos grupos humanos las han utilizado como alimento, con fines medicinales, como objetos rituales, dioses, y hasta como personajes de leyendas y cuentos.
PÁRAMO DE VIOLETAS/Liz Carreño
Todos conocemos a las hormigas, muchos grupos humanos las han utilizado como alimento, con fines medicinales, como objetos rituales, dioses, y hasta como personajes de leyendas y cuentos. Existen más de 12,000 tipos de hormigas por eso nuestros pueblos las mencionan en diversas historias, por ejemplo en el estado de Coahuila dicen que las hormigas agrandaron el espacio en el que habitaba el pueblo porque ya no cabían todos los habitantes y así la comunidad pudo vivir cómoda. Las tribus del norte de California aseguran que las hormigas son capaces de predecir los temblores porque han observado que su comportamiento cambia, la colonia entera sale durante la noche y se mueven sin sentido, imagínense a 15,000 animalitos de estos corriendo sin saber hacia donde ir, por eso los respetan y está prohibido molestar a estos insectos en sus nidos.
Hace mucho tiempo, Quetzalcóatl (serpiente emplumada) se encontró paseando por los alrededores de Teotihuacán (lugar donde abundan los dioses) cuando se encontró a Ázcatl, una hormiga de color rojo brillante que llevaba cargando un preciado grano de maíz. Al preguntarle a la hormiga dónde había obtenido el grano, el insecto optó por ignorar al dios y continuó su camino como si nada.
Pero como el dios insistió, Ázcatl lo invitó a que la siguiera, sin embargo Quetzalcóatl se dio cuenta que era muy grande y no podía entrar por aquellos lugares tan pequeños por donde nuestra amiga accedía fácilmente, por lo que el dios entonces decidió convertirse en una grande y poderosa hormiga negra. Sólo así pudo meterse en los diminutos túneles del interior de la montaña y reunirse con Ázcatl que se movía muy rápido por esos caminos que ya conocía.
Fue así como la hormiga roja lo llevó a un lugar donde había montones de granos de maíz, cerros y cerros de granos reunidos y ordenados. El dios no alcanzaba a creer lo que veía y muy emocionado, tomó todos los granos que pudo y le dio efusivamente las gracias a Ázcatl por tan maravilloso regalo.
Quetzalcóatl llevó los granos a otros dioses quienes, a su vez, se los dieron de comer a los hombres. Estos granos especialmente tenían muy buen sabor, y los humanos se deleitaron mucho con ellos. Pero pronto se acabaron, y Quetzalcóatl pensó que era muy difícil estarse convirtiendo en hormiga para ir a la montaña por comida a cada rato, además al ser un animalito tan pequeño no podía cargar muchos granos.
Fue entonces que intentó llevarse la montaña completa usando toda su fuerza, pero por más que empujó no pudo; así que le pidió ayuda a Oxomo, (creador de la cuenta del tiempo) y a Cipactonal, (diosa de la astrología y los calendarios) quienes dijeron que si Nanáhuatl, (el dios patrón de las enfermedades de la piel) lanzaba un rayo sobre la inmensa montaña ésta se abriría.
Los tlaloques (ayudantes de Tláloc) hicieron llover tan fuerte que Nanáhuatl se vio casi obligada a lanzar un rayo que partió de inmediato a la montaña y los granos brotaron quedando a disposición de los hombres.
La humanidad no volvió a padecer hambre y Quetzalcóatl les enseñó a ser agradecidos con las hormigas ayudándoles en sus tareas y respetándolas, principalmente a Ázcatl que decidió ser bondadosa y compartir ese gran tesoro que por tanto tiempo se habían dedicado a guardar celosamente ella y su colonia. Desde entonces conviven como si fueran una gran comunidad, se apoyan y han aprendido que juntos pueden lograr muchas cosas en beneficio de sus habitantes.
