Choquizotlahua… dijo Erika de doce años en la comunidad de San José Miahuatlán, Puebla; al ver que se burlaban de ella por no tener novio y empezar a sentirse “quedada”.
PÁRAMO DE VIOLETAS/Liz Carreño
Choquizotlahua… dijo Erika de doce años en la comunidad de San José Miahuatlán, Puebla; al ver que se burlaban de ella por no tener novio y empezar a sentirse “quedada”.
Después de visitar por varios años localidades indígenas de la Sierra Negra, puedo decir convencida que la desigualdad y violencia de género, doméstica y social que viven las niñas y adolescentes indígenas, así como la discriminación de la que son víctimas desde su propia casa, es determinante aún en nuestros días en todas las formas de vulnerabilidad y rezago de estas comunidades.
A lo largo del tiempo se ha establecido como parámetro cultural la desigualdad de género, así como diversas prácticas y costumbres sociales que dejan a las niñas y adolescentes expuestas a roles dentro de las mismas dinámicas familiares, actividades del hogar o el campo, en las cuales no puede ni parece tener derecho a opinar y solo acata lo que sus padres o después su marido ordene. Esta forma de maltrato es común y las niñas y adolescentes terminan casadas a los 14 años sin lograr estudiar más allá de la secundaria y en pleno desconocimiento de sus derechos para conseguir una mejor educación y preparación en la vida.
El estado de Puebla ocupa el cuarto lugar con más habitantes indígenas, si consideramos que la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de México califica como municipios indígenas a aquellos donde además de sus usos y costumbres, 40% o más habla alguna lengua indígena. Sin embargo, el mismo estado se ubica en el primer lugar nacional donde la población declara haber sido discriminada,siendo la situación de discriminación mayormente declarada en casi todos los grupos de estudio, la población indígena con un 40.3%.
Esto nos lleva a percatarnos que además de todas las situaciones familiares y sociales dentro de la comunidad, también hay que sumar los problemas de discriminación étnica, lo que se vuelve un detonante en que las niñas se nieguen acontinuar hablando sus lenguas maternas por miedo a terminar de trabajadoras remuneradas del hogar o confinadas a ser madres de familia a tempranas edades.
En la actualidad, Puebla también ocupa el cuarto lugar con más indígenas analfabetas, de los 150 mil 523 pobladores indígenas entre los grupos de analfabetas, 138 mil 275 dominan alguna lengua originaria, lo que representa casi el 92 por ciento de la población.
Nuestro estado se encuentra entre los primeros lugares a nivel nacional de niñas y adolescentes indígenas que no saben escribir o leer, incluso tampoco lo saben en su propia lengua, ya que se han visto obligadas a abandonar la escuela por problemas económicos en el hogar donde tienen que apoyar, creando un impacto inmediato en la ruptura del futuro de las menores.
Es de suma importancia destacar que es necesario la reconfiguración del papel de la mujer indígena dentro de la sociedad desde sus primeros años, así como elreconocimiento de sus derechos y un trato igualitario en actividades que culturalmente han sido asignadas a los varones, en busca del acceso a las mismas oportunidades.
Sí, es sumamente necesario contar con apoyos a programas sociales para la obtención de becas de estudio, talleres de lectura y acercamiento al arte con material bibliográfico bilingüe, generación de empleos dignos y programas alimenticios y de salud de la mujer; así como servicios educativos con un enfoque integral de derechos y perspectiva intercultural y de género; la existencia de personal docente y de apoyo a la educación debidamente preparado y sensibilizado para laborar en contextos de diversidad étnica, para atender la discriminación, la violencia y la exclusión escolar existentes.
Las organizaciones y asociaciones civiles son de gran ayuda garantizando la difusión de la información y brindando apoyo en las lenguas indígenas buscando como objetivos erradicar la violencia y dando a conocer los derechos y capacitaciones en perspectivas de género.
Es preponderante que las menores continúen sus estudios siendo respetada su identidad y cultura, sin sufrir discriminación por ser de bajos recursos o no hablar español.
Hay que establecer campañas de salud para prevenir embarazos en adolescentes y a las jóvenes que son madres ayudarles a que sigan estudiando y participando activamente en su misma educación, ya que ellas se convertirán en transmisoras directas interculturales y mientras más preparadas, más productivas serán para ellas mismas y su entorno.
Se debe trabajar en la educación siendo inclusiva y con una pertinencia cultural como parámetro de su calidad educativa. La equidad de género en el ámbito escolar es un derecho del que las niñas y adolescentes deben gozar en todas las zonas de nuestro país.
