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Volaron 10 millones: ¿Dónde está el águila arpía?

22 de abril de 2025
en Opiniones
La jaula fue construida, pero el ejemplar nunca llegó. Con el cambio de administración, reina el silencio y crece la duda sobre el destino del proyecto.

La jaula fue construida, pero el ejemplar nunca llegó. Con el cambio de administración, reina el silencio y crece la duda sobre el destino del proyecto.

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La jaula fue construida, pero el ejemplar nunca llegó. Con el cambio de administración, reina el silencio y crece la duda sobre el destino del proyecto.

REALIDAD A SORBOS/Eric Ordóñez

En el último tramo del gobierno de Rutilio Escandón se anunció la llegada de un ejemplar de águila arpía al Zoológico Miguel Álvarez del Toro, el emblemático Zoomat de Tuxtla Gutiérrez. Se invirtieron casi diez millones de pesos en la construcción de una jaula monumental, especializada y con estándares certificados por la Asociación de Zoológicos, Criaderos y Acuarios de la República Mexicana (AZCARM). La promesa era clara: un macho y una hembra de esta especie majestuosa, provenientes de Brasil, llegarían a Chiapas bajo estrictos programas de conservación.

La historia parecía ir tomando forma. Pero con el cambio de administración llegó también el silencio. El águila no está. La jaula, sí. Y la duda, también.

UN SILENCIO QUE PESA

Hoy, la responsable de explicar este vacío es Obdulia Magdalena Torres Abarca, actual titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Aunque ella no formó parte del gabinete anterior, sí recibió la dependencia en proceso de entrega-recepción. Y es precisamente ahí donde debería haberse encontrado toda la documentación, avances, convenios, pagos y trámites relacionados con el traslado del águila arpía a Chiapas.

Pero no ha dicho una sola palabra al respecto.

PAPELES BAJO RESERVA

El último posicionamiento oficial sobre este tema fue en 2024, cuando la Secretaría de Medio Ambiente del sexenio anterior justificó el retraso de la llegada del ejemplar debido a trámites aduanales. Aseguraron que el gobierno de Chiapas ya tenía listo el recinto y el área de cuarentena, y que la negociación con la empresa brasileña iba tan avanzada que “solo era cuestión de tiempo”.

Sin embargo, poco después se reveló que el criadero brasileño CEREFALCO, de donde supuestamente provendría el ejemplar, cerró sus redes sociales, inhabilitó su contacto vía WhatsApp y su sitio web desapareció. También se solicitó a la SEMARNAT, vía transparencia, los permisos CITES para la importación de esta especie protegida, pero no hay registro alguno de su existencia.

¿Entonces… qué tan cierto era todo esto?

LA JAULA ESTÁ LISTA, EL AVE NO

El contrato de obra para la construcción del recinto —identificado como SOP-OBRA-2024-003E— detalla que el costo total fue de 9 millones 774 mil pesos. Y aunque el gobierno actual ha refrendado su compromiso con la conservación, nadie ha explicado en qué punto del proceso están, si los recursos fueron entregados, si hay penalizaciones por incumplimiento, o si ya se dio por cancelada la operación.

Lo cierto es que, por la dimensión de la obra, esa jaula no fue pensada para otra especie. Hoy está vacía. Y eso no solo es símbolo del incumplimiento, sino de la opacidad.

¿EXTINTA? NO, SILENCIADA

Uno de los argumentos principales para justificar la importación era que el águila arpía estaba extinta en Chiapas. Pero la naturaleza, sabia como pocas, se encargó de contradecir esa narrativa: en abril de 2025, se registró un ejemplar en libertad en la Reserva de la Biosfera Montes Azules, en la Selva Lacandona. El hallazgo, documentado con evidencia científica, fue retomado por medios nacionales como Excélsior y Aristegui Noticias, desmintiendo la idea de extinción local.

Entonces, ¿era realmente necesaria la importación? ¿O se trataba más de un espectáculo institucional que de un acto auténtico de conservación?

¿DÓNDE ESTÁN LOS DOCUMENTOS?

Una pregunta central en esta historia no es solamente “¿dónde está el águila?”, sino también: ¿dónde está el expediente? ¿Dónde está la carpeta técnica que incluya la ruta legal del traslado, los acuerdos binacionales, los pagos al criadero, los avales de la SEMARNAT y los permisos CITES?

Porque si no existen, estamos ante una mentira institucional que utilizó una especie en peligro para fabricar una narrativa de falsa conservación. Y si existen, ¿por qué no se transparentan?

UNA ADMINISTRACIÓN QUE HEREDA, PERO NO ACLARA

Nadie está culpando a Torres Abarca de haber hecho mal las cosas desde el inicio. No estuvo. Pero sí está ahora. Y el ZooMAT depende directamente de su secretaría. Así que lo mínimo que se espera de una funcionaria pública es que aclare qué heredó, qué encontró y qué ha decidido hacer con ello. Guardar silencio también es una forma de complicidad.

Porque no se trata solo de un ave. Se trata del uso del dinero público, del acceso a la verdad y del respeto a los procesos de rendición de cuentas. Se trata de una mentira que hoy tiene forma de jaula, peso de millones y nombre de silencio.

NOMBRES CON RESPONSABILIDAD

No es fortuito que los nombres de Joe Miceli Hernández y Carlos Guichard Romero aparezcan reiteradamente en esta historia. Ambos han permanecido al frente de áreas clave del Zoológico Miguel Álvarez del Toro desde la administración pasada: uno como Coordinador Estatal para el Mejoramiento del ZooMAT; el otro, como Director Operativo. Son ellos quienes representan oficialmente la Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA) ante la SEMARNAT, y quienes —según marcan las normativas— deben encabezar la tramitología para la obtención de los permisos CITES, indispensables para la legal importación de especies como el águila arpía. No se trata de señalarlos, sino de reconocer que su continuidad en estos cargos los coloca, inevitablemente, como piezas centrales en este proceso. ¿Qué encontraron al cierre de la administración anterior? ¿Qué han hecho desde entonces? ¿Qué información han trasladado a la nueva titular de la Secretaría de Medio Ambiente? Las respuestas, o su ausencia, también forman parte de esta historia.

Chiapas no necesita más recintos vacíos disfrazados de esperanza. Necesita verdad, compromiso y claridad. Porque la mentira también es una jaula. Y aquí, ya somos muchos los que queremos ver volar la transparencia.

Cordial saludo.

La jaula fue construida, pero el ejemplar nunca llegó. Con el cambio de administración, reina el silencio y crece la duda sobre el destino del proyecto.
La jaula fue construida, pero el ejemplar nunca llegó. Con el cambio de administración, reina el silencio y crece la duda sobre el destino del proyecto.

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