Su vocación ha permitido traer al mundo a cientos de bebés, incluso en condiciones precarias y sin equipo médico.
Ramiro Trejo/Ultimátum
La labor de Sebastiana Vázquez Gómez ha sido fundamental, especialmente en comunidades rurales. Es enfermera y partera tradicional, dedicada desde hace más de dos décadas a atender a mujeres embarazadas en las regiones Altos, Norte y Selva de Chiapas, donde ha asistido partos y brindado cuidados con sabiduría heredada y una profunda vocación de servicio.
A lo largo de su trayectoria, ha sido testigo de momentos conmovedores y desafíos médicos, pero destaca como la experiencia más significativa el instante de sostener una nueva vida entre sus manos.
“Resulta que cuando llego, estaba a punto de salir la bebé, porque fue una niña. Ahora ya tuvo dos bebés esta mujer y los volví a atender yo. Y resulta que a la mera hora, órale, a recibir esa bebé, sí, realmente sin el conocimiento técnico, sin los elementos como tal, pero bueno… creo que nuestra memoria también trae algo de costumbre, de cómo se atendía hace años. Pudimos hacerlo, y todavía me tocó usar cuchillos, calentarlos en el fuego para desinfectar”, recordó.
Estas mujeres, conocidas como matronas o parteras, desempeñan un papel vital en las comunidades indígenas de la región. Son expertas en herbolaria, masajes y curación; sus manos han sido escuela y refugio. Sus habilidades, perfeccionadas a lo largo del tiempo, les permiten brindar atención integral durante el embarazo, parto y posparto. En palabras de Sebastiana, “una maravilla, una bendición de la vida. Agradezco la energía y la espiritualidad de la tierra que me haya dado las manos para poder acompañar, porque el trabajo de la partera es acompañar a mujeres con problemas”.
En los Altos de Chiapas, la atención al parto recae principalmente en las parteras: abarcan el 70 % del área urbana y el 100 % de la rural. La mayoría son mujeres mayores de 40 años, que aprendieron de otras parteras o a través de sus propias experiencias de maternidad. Esta práctica no solo garantiza la continuidad de las tradiciones culturales, sino que responde a una necesidad urgente en regiones donde los servicios médicos formales escasean.
Todos los tratamientos se realizan con medicina tradicional, respetando los usos y costumbres de cada mujer. En promedio, cada partera atiende unos 20 partos naturales humanizados al año.
Sebastiana habla también del vínculo espiritual que se crea durante el nacimiento: “Yo sentí que cuando salió mi niño hubo una energía, hubo una… no sé cómo se dice… una conexión. Es lo que me han dicho mucho. Creo que para las mujeres es muy significativo, desde este corazón”.
A lo largo de su carrera ha sido llamada por mujeres de distintas comunidades. Se traslada, atiende, acompaña y regresa. Hasta ahora, no ha tenido que lamentar la pérdida de una madre o un bebé, gracias al cuidado que mantiene en cada proceso.
“Yo tengo 24 años de ser partera. Tal vez unos 10 años más seguiré atendiendo, porque también esto tiene que ver con la energía. Reconozco que una también envejece, y por eso es importante incluir y transmitir la continuidad de esta partería”, concluyó.
