El diputado local asegura no haber recibido quejas ciudadanas en Tapachula y confía en que el presidente municipal está “haciendo un buen trabajo”.
Sandra Paredes/Ultimátum
El diputado local Freddy Escobar Sánchez defendió públicamente la administración del alcalde de Tapachula, Yamil Melgar Bravo, al asegurar que, a través de su Oficina de Enlace en ese municipio, no ha recibido ninguna inconformidad por parte de la ciudadanía, a pesar de las múltiples expresiones de molestia que circulan en medios y redes sociales.
“Hasta el momento no he recibido ninguna inconformidad”, declaró el legislador morenista, quien insistió en que mantiene una oficina abierta de lunes a viernes de 9 a 3 de la tarde, y que permanece atento a las necesidades del distrito cuando no hay sesiones en el Congreso.
Escobar sostuvo que confía en que el gobierno municipal resolverá los problemas que enfrenta Tapachula y reiteró su respaldo al presidente municipal. “Nos sumamos a que las cosas le vayan bien a nuestro querido pueblo de Tapachula, y yo como diputado local coadyuvo y coadyuvaré con el presidente municipal Yamil para que a Tapachula le vaya bien en esta nueva era”, expresó a la Agencia de Servicios Informativos de Chiapas (ASICH) que encabeza el periodista Cosme Vázquez.
Sin embargo, su postura contrasta con el descontento creciente entre sectores ciudadanos que han comenzado a hablar incluso de mecanismos de revocación de mandato ante el incumplimiento de promesas y la falta de atención en temas básicos como alumbrado público, servicios municipales y seguridad.
Cuando se le cuestionó si, en sus recorridos por el distrito, había percibido estas inconformidades por otros canales, el legislador reconoció que recibe constantemente peticiones y solicitudes en diversos temas, pero las calificó como parte normal del trabajo legislativo. “Las necesidades están a la vista, únicamente hay que trabajar en ellas”, afirmó.
Las declaraciones del diputado han generado críticas en sectores que lo acusan de “defender lo indefendible” y de mantener una postura de complacencia frente a una administración municipal cuestionada por su falta de resultados.
Mientras Tapachula enfrenta rezagos y demandas ciudadanas sin resolver, la clase política local parece cerrarse en un discurso de optimismo y respaldo mutuo, dejando en entredicho la representatividad de sus autoridades ante una ciudadanía cada vez más inconforme.

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