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Crónica de la elección más surrealista del siglo XXI

1 de junio de 2025
in Especial
El Proceso Electoral Extraordinario del Poder Judicial de la Federación 2024 – 2025 puso a los jueces en manos del pueblo… y del algoritmo.

El Proceso Electoral Extraordinario del Poder Judicial de la Federación 2024 – 2025 puso a los jueces en manos del pueblo… y del algoritmo.

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El Proceso Electoral Extraordinario del Poder Judicial de la Federación 2024 – 2025 puso a los jueces en manos del pueblo… y del algoritmo.

Eric Ordóñez/Ultimátum

“¿Y cómo votaste tú?”, preguntó una joven a su amiga mientras salían de la casilla en la UNICACH. “Pues… según el TikTok del que hablaba bien de los pobres”, respondió. La otra le sonrió, como si eso bastara para impartir justicia.

La escena fue real. Ocurrió en una fila cualquiera de Tuxtla Gutiérrez, una más de las cientos que el 1 de junio se formaron para un evento que quiso ser histórico pero se quedó, en muchos casos, en tragicómico: el pueblo votando por jueces, magistrados y ministros, como si eligiera al nuevo influencer constitucional.

HECHO SIN PRECEDENTES

El presidente que prometió regresar el poder al pueblo no descansó hasta cumplir su última utopía: que los jueces no fueran impuestos por cúpulas, sino elegidos con el corazón en la boleta. La jornada fue larga, calurosa, confusa, y en ocasiones, solitaria.

En Chiapas, el gobernador Eduardo Ramírez calificó el proceso como “un momento histórico”. Y lo es, aunque también lo fue cuando Socrates fue sentenciado por mayoría, oJesús crucificado democráticamente.

“Es un mundo distinto estar en la calle, en el mercado, en la plaza”, dijo el mandatario. Lo dijo con lentes en mano y acordeón en bolsillo, mientras admitía que tuvo que llevar guía para ser preciso al votar. Si él se confundió, imaginemos a Don Manuel, de 77 años, que caminó hora y media en Comitán para cumplir “su deber como ciudadano”.

CANDIDATOS NUMERADOS

Los boletas eran confusas. Más que nombres, había números. Más que perfiles, había colores. Y más que propuestas, había TikToks y acordeones plastificados. “No es ilegal, es una guía permitida”, justificaban los funcionarios. Y sí, era legal. Pero también profundamente elocuente: cuando la justicia cabe en un número de dos dígitos, la democracia es una ruleta.

Votar por el número 45 o 79 no dice mucho. Y si a eso se le suma la letra pequeña y las casillas desplazadas por paros, como en Comitán, el resultado fue lo esperable: abstencionismo, desconcierto, duda.

ENTRE PORRAS Y RECHIFLAS

En la capital del país, Claudia Sheinbaum fue recibida entre aplausos, gritos de “¡Presidenta!” y celulares levantados como flores en procesión. AMLO, en Palenque, votó sin incidentes. Habló de libertad, de democracia, y de su nuevo libro, como si escribir sobre la grandeza cultural del país fuera más fácil que aclarar el futuro del Poder Judicial.

Mientras tanto, en la UNICACH, un ciudadano enfrentó a Pepe Cruz: “¡Eres un sinvergüenza!”, le gritó. El senador, con cara de piedra, guardó silencio. Lo que sí habló fue la escena: una casilla convertida en tribunal popular.

LO QUE NO SE VE

En San Cristóbal, el obispo Rodrigo Aguilar lo dijo sin rodeos: la gente no confía. Le llegaron reportes de robo de boletas y casillas vacías. Lo peor: boletas que aparecieron marcadas después de haber sido hurtadas. “Eso ya no es democracia, es manipulación”, comentaban en los pasillos del Valle de Jovel.

No bastó la buena organización del INE en Tuxtla, ni la presencia de observadores. La sombra de la duda alcanzó a todos los rincones. A la distancia, parecía que todo marchaba en orden. Pero de cerca, la democracia se sentía como una simulación bien montada para la foto.

CONTRASTES CHIAPANECOS

Mientras en algunas colonias de San Cristóbal las casillas estaban desiertas hasta el mediodía, en Comitán la participación fue tardía pero firme. Se usaron casas de cultura, auditorios, incluso museos como centros de votación.

Y aunque solo una casilla no se instaló de las 213 programadas, el detalle no es menor: basta una casilla fuera para que el resultado de un distrito se contamine.

A la par, las diputadas se sacaban selfies en casilla, los candidatos se grababan repartiendo abrazos, y los ciudadanos hacían fila con acordeones escritos en servilletas.

¿JUSTICIA O ESPECTÁCULO?

La elección judicial fue eso: un híbrido extraño entre democracia participativa y casting político. Los jueces se convirtieron en candidatos, los magistrados en oradores de pasarela, y los ministros en caricaturas de campaña. El Poder Judicial, tan solemne en otros tiempos, se volvió una cancha más del show político.

Y la pregunta flota: ¿elegimos justicia o popularidad? ¿Votamos con conciencia o con algoritmo? Porque si la elección fue una victoria del pueblo, también fue una derrota del conocimiento.

¿QUÉ SIGUE?

Eduardo Ramírez lo planteó claro: esto apenas comienza. Hay que separar fechas, facilitar el voto, dar más visibilidad a los candidatos. Pero más importante aún: hay que enseñar a votar con cabeza, no con hashtags.

Si los ciudadanos van a decidir quién imparte justicia, deben conocer su trayectoria, su ética, su visión del derecho. No solo su número en la boleta o el color de su cartel.

JUSTICIA EN JUEGO

El 1 de junio pasará a la historia como la elección donde la justicia se democratizó… o se diluyó. Porque aunque el acto fue inédito, el fondo sigue siendo el mismo: una sociedad que vota sin saber, que participa sin entender, que elige porque puede, no porque quiere.

Y mientras el país celebra su libertad, los jueces electos desempolvan sus togas, se ajustan las corbatas y comienzan a estudiar aquello que hoy se espera de ellos: ser justos… aunque hayan sido elegidos como artistas.

El Proceso Electoral Extraordinario del Poder Judicial de la Federación 2024 – 2025 puso a los jueces en manos del pueblo… y del algoritmo.
El Proceso Electoral Extraordinario del Poder Judicial de la Federación 2024 – 2025 puso a los jueces en manos del pueblo… y del algoritmo.

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