La capital chiapaneca convulsionó ante la indiferencia oficial.
Ramiro Trejo/Ultimátum
Las lluvias llegaron con fuerza a la capital chiapaneca, pero lo que no llegó —ni se asomó— fue una estrategia eficaz para evitar las contingencias que hoy enfrentamos.
Aunque usted no lo crea, sí, Tuxtla Gutiérrez alguna vez fue ejemplo internacional por su programa de recolección de basura. Era raro ver los montones de desechos que ahora forman parte del paisaje cotidiano de sus habitantes.
PANTEÓN GIGANTE
Hoy, Tuxtla está sepultada. Sepultada en basura y —peor aún— en aguas negras.
Para tener una idea, diariamente se generan entre 600 y 700 toneladas de desechos. A esto hay que sumar la ineficiencia en su recolección, y con las lluvias, el colapso de las coladeras fue inminente. Calles anegadas, viviendas inundadas, negocios afectados… un verdadero problema de salud pública.
La capital del estado se muestra con contenedores rebasados, autos flotando como yates, personas atrapadas y comerciantes literalmente sepultados por la desidia institucional.
Y mientras esto sucede, nos intentan convencer, a través de ciertos “youtubers”, de que el sistema de recolección de basura en Tuxtla es “el mejor”, “the best”.
La realidad es que las autoridades no pueden, no saben y no entienden la magnitud del problema. La basura ha terminado en coladeras, ríos y avenidas. Por eso, ya son varios los que le rezan a San Isidro… y al mismísimo Tláloc, rogando que dé una tregua.
¿Pero cuántas lluvias más soportará Tuxtla antes de que alguien asuma su responsabilidad? Porque sí hay responsables. Existen. Solo que, como cuando en el Cabildo se hicieron de oídos sordos ante las alertas, hoy prefieren callar. Hicieron mutis entonces, y lo siguen haciendo ahora.

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