La frase de Rita Segato no es una renuncia literal, sino una crítica feroz a la humanidad construida desde la dominación.
COLABORACIÓN INVITADA/Enriqueta Burelo
La frase “ya no quiero ser humana”, dicha por la pensadora feminista Rita Segato, no es una declaración de renuncia literal, sino una expresión cargada de hartazgo ético, existencial y político. En ella se condensa un desencanto radical ante los límites de la humanidad tal como se ha construido históricamente: una humanidad marcada por la violencia, la desigualdad y la lógica del dominio.
Segato, reconocida por su profundo análisis del patriarcado, la violencia sexual y los sistemas de opresión colonial, ha sostenido que la estructura del mundo moderno está atravesada por relaciones de poder que deshumanizan. Así, su rechazo a “ser humana” puede leerse como una crítica a una forma de humanidad que ha normalizado el daño, que se ha construido sobre la exclusión del otro, sobre cuerpos colonizados, racializados y feminizados. No es la humanidad en abstracto la que repudia, sino aquella definida desde la racionalidad occidental, masculina y moderna, que ha erigido su idea de “humano” al precio de lo que llama “lo subhumano”.
Esta frase, entonces, no puede separarse de su proyecto político y filosófico. Es un gesto de denuncia, pero también de imaginación radical. Porque al decir “ya no quiero ser humana”, Segato nos invita a cuestionar profundamente las formas de vida que hemos heredado, las jerarquías que las sostienen y los relatos que las legitiman. Nos obliga a pensar en la posibilidad de otra humanidad, una que no esté basada en la conquista, la explotación y el control de los cuerpos.
Es también un grito de duelo. De duelo por las violencias sistemáticas que vemos todos los días: feminicidios, guerras, destrucción de la naturaleza, indiferencia ante el dolor ajeno. Tal vez Segato ya no quiere ser humana porque la humanidad ha dejado de ser un horizonte ético digno. En un mundo donde lo humano ha sido reducido a cifras, eficiencia y rentabilidad, donde el cuidado y la ternura son vistas como debilidades, ¿qué sentido tiene seguir identificándonos con ese modelo?
Sin embargo, su frase también puede ser un llamado a reinventar la condición humana desde sus márgenes. A pensarnos desde otros lenguajes, otras cosmologías, otras relaciones. A construir lo humano desde la interdependencia, el respeto a la vida, la escucha y el reconocimiento de las múltiples formas de existencia. “Ya no quiero ser humana” puede leerse como el primer paso para imaginar algo distinto. No una renuncia, sino una transformación.
En suma, la frase de Rita Segato no busca escandalizar, sino despertar. Despertar conciencias, sacudir la complacencia, forzar la reflexión. Es un acto de valentía y lucidez en tiempos oscuros. Una provocación que no busca alejarnos del mundo, sino comprometernos con su cambio desde lo más íntimo y estructural: la manera en que entendemos lo humano.
enriquetaburelomelgar@gmail.com


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