Atravesamos una crisis civilizatoria: dejamos atrás la memoria, el lenguaje y el pensamiento crítico, mientras la inteligencia artificial, las redes y los algoritmos rediseñan nuestra forma de vivir.
Con cariño para Dorian Andrea, Daniel Alberto y Diego Andrés, que les tocó vivir en esta época
COLABORACIÓN INVITADA/Florentino Pérez Pérez
Somos sobrevivientes de un tiempo que se está yendo y un mundo derumbándose; ahora somos seres digitales, empobrecidos de pensamiento, memoria, historia y lenguaje, deambulando por la realidad virtual, plataformas digitales, redes sociales y dispositivos electrónicos. Seres que sobrevivimos al apocalipsis del pensamiento y la disrrupción de la inteligencia artificial.
El otrora homo sapiens es una especie en extinción, que se niega a desaparecer y trata de reconstruirse, evitar que su entorno, cultura, lenguaje, memoria e historia naufraguen y se pierda en la virtualidad. Estamos rodeados de artefactos digitales, modelos de lenguajes y algoritmos que aspiran a sustituir al pensamiento y nos están alejando de las relaciones con el entorno de la naturaleza y de las personas entre sí.
La subjetividad, el mundo simbólico, la lectura, interpretación y transformación de nuestro mundo parece haber claudicado. Estamos atrapados en el sinsentido de lo volátil y éfimero, lo inmediato, enajenados, escindidos y fragmentados de los vínculos humanos, comunitaros que nos llenaban de vida.
Estamos dejando de vivir la vida, estamos atrapados cada vez más en las redes ocultas del poder que doblegan los atisbos de pensar, soñar e imaginar otras realidades de autonomía y emancipación. El sujeto contestatario también está en extinción, se acomoda a la sobrevivencia, está perdiendo la voluntad y claudicando a construir un futuro en armonia con la naturaleza y los demás.
El mundo está herido y la civilización en crisis. El futuro de la humanidad en riesgo. Este se está decidiendo con nuestra indiferencia, nuestra ausencia, lamentablemente. En medio de esta realidad desesperanzada, sin embargo, hay fisuras de las cuales nacen visiones y acciones emergentes que se niegan a la impasibilidad ante un mundo ecológicamente roto y una sociedad cargada de indolencia, pero también de miedo y dolor.
Yuval Noah Harari, en 21 lecciones para el siglo XXI se interroga: ¿Quéestáocurriendo hoy en el mundo y cuál es el significado profundo de los acontecimientos? ¿quéimplica el ascenso de Donald Trump? ¿quépodemos hacer con la epidemia de noticias falsas? ¿por quéestáen crisis la democracia liberal? ¿se aproxima una nueva guerra mundial? ¿quécivilización domina el mundo: Occidente, China, el islam? ¿tendría Europa que abrir sus puertas a los inmigrantes? ¿puede el nacionalismo resolver los problemas de la desigualdad y del cambio climático? ¿quépodemos decir acerca del significado de la vida en la actualidad?
Agrega: A los grandes relatos de ciencia, filosofía y religiones se les estáagotando el tiempo. Durante miles de años han debatido sobre el origen, significado y sentido de la vida. No se puede prolongar esta discusión de manera indefinida; la crisis ecológica, creciente amenaza de las armas nucleares de destrucción masiva y el auge de las nuevas tecnologías disruptivas no lo permitirá. Sobre todo, ahora que hemos entrado a la era posthumana, en donde la robótica, inteligencia artificial y la biotecnología están rediseñando la vida presente y por venir.
Rosi Braidotti en su texto Lo posthumano habla del «giro posthumano» entendido como un acontecimiento basado en la convergencia del posthumanismo y el postantropocentrismo. Se pregunta: ¿Cuáles son las perspectivas para una subjetividad ética y política poshumana? ¿Y qué tipo de interacción ética es posible en la era poshumana en lo que atañe a los agentes no humanos, sean estos orgánicos (animales, plantas, bacterias, etcétera) u otros inorgánicos (tecnológicos)?
Estamos frente a una transformación significativa, a un cambio de época y rumbo que poco hemos advertido, tanto en las formas de comprender las características esenciales de nuestra especie, y de la relación con los demás habitantes del planeta.
¿Sobreviremos a estas nuevas realidades? O, simplemente seremos esclavos de nuestras creaciones?


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