El Caído y el chilango 

En Tuxtla, dos forasteros marcan la agenda con desplantes y arbitrariedades: Ángel Torres, “El Caído”, y David Hernández Pérez, nuevo jefe de Seguridad.

TAROT POLÍTICO/Amet Samayoa Arce

En la capital chiapaneca parece que cargamos con una maldición. A los tuxtlecos nos cayó encima la soberbia de dos forasteros que se creen salvadores, pero que solo han dejado prepotencia y arbitrariedades: el tabasqueño Ángel Torres, “El Caído”, y el chilango David Hernández Pérez, flamante secretario de Seguridad Pública y Tránsito Municipal. El primero no pudo ni con la basura ni con los servicios básicos, y en lugar de gobernar, se dedica a propiciar y proteger negocios. El segundo, recién llegado, ya mostró de qué está hecho: de autoritarismo y desplantes. La semana pasada, en una reunión con los grueros de la capital, Hernández Pérez se condujo como patrón de hacienda. Con lenguaje folclórico y tono despectivo, les advirtió que, si no aceptan cobrar 500 pesos por servicio, se quedan fuera. “O cobran así, o traigo a una empresa de fuera”, sentenció. Esa no es autoridad: es chantaje disfrazado de reglamento.

Como capataz con grueros

Lo grave es que Hernández Pérez se siente intocable. Recuerda el desplante de autoridad cuando ocurrió la detención de Salomón”?. Muy garboso se auto proclama “Pakal” y hasta dejó entrever que el presidente Ángel Torres le hace los mandados, porque será él quien envíe acuerdos en temas de arrastre y seguridad. Sus ínfulas son tales que, en esa misma reunión, callaba grotescamente a quienes intentaban hablar. Y lo peor: se presentó como el único “limpio” en medio de las cochinadas, cuando todos saben que en tránsito municipal y vialidad cuyo director es Alberto Morales Bernal, especialmente con los grueros, donde se dice que existe un manejo de dinero monumental: cuotas, básculas y un rol de servicio que se maneja al mejor postor.

No encaja con el humanismo de ERA

Arbitrario, altanero y con arranques que inquietan, el chilango David Hernández ya es motivo de preocupación. Se dice que, en una ocasión, cuando su auxiliar le entregó uno de sus celulares equivocado, poco le faltó para estrellárselo en la cara. ¿Ese es el temperamento de quien tiene en sus manos la seguridad de Tuxtla? ¿Un hombre que confunde la autoridad con gritos y disciplina con humillación? Lo cierto es que su estilo no encaja en el gobierno de la Nueva ERA, encabezado por Eduardo Ramírez Aguilar, que ha apostado por un humanismo político que busca reconciliar y dar paz a Chiapas. Bajo esa lógica, no hay lugar para un jefe policiaco arbitrario que usa la amenaza como método y la prepotencia como carta de presentación. La seguridad de la capital no puede depender de un personaje con ínfulas de dictador, porque tarde o temprano esa soberbia estalla… y cuando lo haga, serán los tuxtlecos quienes paguen las consecuencias.

De Tarot y Adivinanza

Ya no es un secreto: la soberbia del chilango David Hernández Pérez genera inquietud en la misma estructura que lo sostiene. Si así trata a sus auxiliares, ¿qué se puede esperar para la ciudadanía? En un gobierno que se precia de ser humanista, un personaje tan arbitrario no cabe … Servidos.