Tras huelga, fortaleció matrícula y abrió nuevas opciones educativas
Eric Ordóñez/Ultimátum
El Tecnológico Superior de Cintalapa vive una etapa de transformación. Después de años de conflictos internos, huelgas prolongadas y falta de certidumbre laboral para sus trabajadores, la institución logró recuperar su rumbo académico y proyectarse como una alternativa sólida para la juventud chiapaneca. La llegada de la maestra Olga Luz Espinosa Morales a la Dirección General, en enero de 2025, marcó el inicio de una nueva etapa en la que se buscó reconciliar la estabilidad laboral con el fortalecimiento académico.
Cuando la nueva directora tomó posesión del cargo, el escenario era adverso. Una huelga mantenida por seis meses había paralizado la vida escolar del plantel. Los docentes reclamaban algo tan fundamental como el pago de sus prestaciones, un derecho que había sido ignorado durante años. “Fue un llamado urgente, nos pedían llegar al Tecnológico porque estaba detenido”, recordó Espinosa Morales en entrevista con Ultimátum. Ante esta crisis, la gestión se concentró en garantizar justicia social a la base trabajadora, con el respaldo del gobernador Eduardo Ramírez Aguilar, quien autorizó una ampliación presupuestal para saldar adeudos.
Con ese paso inicial, la comunidad educativa pudo retomar actividades y plantear un nuevo horizonte. “Arrancamos con justicia social y con un compromiso de puertas abiertas”, subrayó la directora, convencida de que la educación tecnológica es una herramienta clave para cambiar paradigmas en un estado que enfrenta rezagos históricos en diversos ámbitos.
El Tec de Cintalapa ofrece actualmente seis programas de ingeniería: civil, industrial, informática, industrias alimentarias, energías renovables y desarrollo comunitario. Estas últimas dos se consideran estratégicas, pues responden a necesidades urgentes de Chiapas: diversificar su matriz energética y fortalecer el tejido comunitario. “La ingeniería en desarrollo comunitario está alineada a la transformación de nuestras comunidades. Y energías renovables no es solo una carrera del presente, también lo es del futuro”, enfatizó la funcionaria.
Los proyectos de investigación que se generan en el campus dan cuenta del potencial académico. Entre ellos destaca la reutilización de residuos de coco para fabricar fundas de teléfonos con cargador integrado, una innovación que refleja el ingenio y creatividad de estudiantes y docentes. Además, profesores de la institución han sido reconocidos a nivel nacional, como una académica de ingeniería civil galardonada recientemente como la mejor investigadora de México en su área.
Otro de los ejes impulsados es la formación dual, un modelo que vincula directamente a los alumnos con empresas locales e internacionales. El tecnológico mantiene convenios con compañías como Lenovo, Viber y la chiapaneca Seisy, dedicada a energías renovables. Esta modalidad permite que los estudiantes realicen residencias profesionales y, en muchos casos, obtengan empleo al concluir su formación. “Lo más importante es que salen con experiencia y, en muchos casos, con su primer trabajo asegurado”, resaltó Espinoza Morales.
La institución también trabaja en garantizar condiciones de inclusión y permanencia. El 98 por ciento de sus estudiantes accede a becas del Bienestar, lo que representa un incentivo fundamental para quienes enfrentan limitaciones económicas. Además, existen becas alimentarias para jóvenes en situación de pobreza extrema o provenientes de comunidades foráneas. Recientemente se entregaron chips del programa Conecta Chiapas, con el propósito de ofrecer conectividad gratuita.
En cuanto a la matrícula, la directora reconoció que, pese a los problemas heredados, el reto es crecer. “Queremos que nadie se quede fuera de la educación superior. Nuestras aulas deben estar llenas y nuestros jóvenes convencidos de que aquí tienen un lugar seguro y de calidad”, afirmó. Para ello, la institución busca mantener un contacto cercano con los padres de familia, a quienes se les involucra en el proceso educativo, aun cuando sus hijos sean mayores de edad.
La seguridad en el municipio ha sido otro factor determinante. Cintalapa vivió momentos de tensión y violencia en años recientes, lo que impactó en la asistencia a clases, sobre todo porque el campus se ubica a las afueras de la cabecera municipal. Sin embargo, con la nueva administración estatal y municipal se recuperó un ambiente de tranquilidad, lo que ha permitido retomar horarios extendidos e, incluso, implementar clases de inglés hasta alcanzar el nivel B1 como requisito de titulación.
En el horizonte inmediato, el Tec prepara la apertura de una carrera en línea: ingeniería en administración, concebida como un programa transversal que puede fortalecer a empresas, instituciones y proyectos personales. “Queremos romper muros y llegar a más jóvenes, incluso fuera de la región”, adelantó Espinoza Morales. Asimismo, la institución proyecta inaugurar su primera maestría en septiembre, lo que representará un parteaguas en su historia de 22 años.
El compromiso social también se extiende a la prevención de la violencia de género. El próximo 25 de agosto, el tecnológico se declarará “punto violeta”, con cero tolerancia al acoso y hostigamiento sexual. Se implementará un protocolo de atención, acompañado de la certificación de personal capacitado para atender denuncias de estudiantes y trabajadoras.
“Estamos convencidos de que el Tecnológico de Cintalapa es más que una escuela: es una conquista social de la comunidad, un espacio que pertenece a los jóvenes y a las familias de esta región”, concluyó la directora.
Hoy, tras una etapa crítica, la institución apuesta por consolidarse como un polo educativo que combine estabilidad laboral, calidad académica e innovación tecnológica, con la mira puesta en que los jóvenes chiapanecos no solo estudien una carrera, sino que encuentren en ella un camino seguro hacia el futuro.


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