Juan Carlos Suárez, exdirector del ITAC y protegido del alcalde Ángel Torres, fue separado tras denuncias de acoso sexual y laboral. En pasillos del Ayuntamiento se habla de intentos por sobornar a la víctima, lo que exhibe impunidad y protección al agresor en el gobierno municipal.
TAROT POLÍTICO/Amet Samayoa Arce
El acosador consentido del “Ángel Caído”
En Tuxtla Gutiérrez, la podredumbre no solo se acumula en las esquinas con cerros de basura que nadie recoge. También fermenta en los pasillos del poder municipal, donde la corrupción y la impunidad se mezclan con algo aún más grave: el acoso sexual y laboral que cometen servidores públicos contra trabajadores y trabajadoras. Y no es un caso aislado. Es una práctica recurrente, normalizada, tolerada por quienes deberían ser los primeros en sancionarla. El ejemplo más reciente es el que trasciende de Juan Carlos Suárez, hasta hace poco director del Instituto Tuxtleco de Arte y Cultura (ITAC). El personaje, protegido del alcalde Ángel Torres, mejor conocido como el “Ángel Caído”, fue separado del cargo presuntamente tras la versión de acoso sexual y laboral contra una trabajadora. Así, con todas sus letras: acoso. No “malentendido”, no “confusión”, no “diferencia personal”, como intentan disfrazarlo quienes hoy se rasgan las vestiduras para defenderlo. Se dice que el señor Suárez, lejos de guardar silencio y enfrentar la justicia, anda con la cabeza en alto como si nada pasara. Peor aún, se sabe que en los pasillos del Ayuntamiento circula la versión de que pretenden sobornar a la víctima para que retire la denuncia. ¿Qué significa esto? Que la autoridad municipal, en lugar de respaldar a la trabajadora violentada, estaría operando para proteger al agresor. Y eso, en cualquier democracia que se respete, debería costarle la carrera política al alcalde y a todo aquel que forme parte de la trama.
Quedará con solo separarlo del ITAC?
Pero en Tuxtla la historia es distinta. Y en este caso, no es un secreto que el “Ángel Caído” prefiere blindar a sus amigos antes que garantizar justicia. Lo mismo ha hecho con contratos inflados, con negocios turbios y con funcionarios de dudosa reputación. Hoy lo confirma protegiendo a un presunto señalado por acoso. Y la cereza en el pastel: Juan Carlos Suárez sueña con una diputación local, de la mano y con el respaldo de su padrino político, el forastero tabasqueño alcalde de Tuxtla. ¿Qué mérito presenta para semejante aspiración? ¿El talento cultural? ¿La gestión institucional? No. Su verdadero “mérito” ha sido ser leal a quien reparte favores y cargos como si se tratara de propiedad. La pregunta es inevitable: ¿de qué sirve que las mujeres denuncien si al final el agresor se burla de ellas, de la justicia y de la ciudadanía entera con el aval del poder? ¿De qué sirve que existan protocolos de atención al acoso laboral y sexual si en la práctica todo termina en un escritorio de negociación. Porque aquí la intención es clara: comprar el silencio de la víctima. Y cuando la justicia se compra, la impunidad se multiplica. Tuxtla no se merece este trato. No se merece un Ayuntamiento que, además de incompetente para recoger la basura o tapar los baches, se convierta en cómplice de acosadores. No se merece funcionarios que confunden el poder público con un pase libre para agredir a mujeres. No se merece alcaldes que, en lugar de poner orden, cierran filas para proteger a los suyos. El silencio, ya lo sabemos, también es violencia. Y el “Ángel Caído” no solo guarda silencio: su silencio es cómplice, es protector, es garante de que los abusos continúen.
Con todas sus letras: la corrupción del Ayuntamiento no solo se mide en millones desviados, sino en vidas dañadas, en dignidades pisoteadas, en mujeres que tienen que enfrentarse no solo a su agresor, sino al aparato de poder que lo protege. Esa es la verdadera desgracia política de Tuxtla: tener un gobierno municipal que se convirtió en tapadera de delitos, en refugio de depredadores y en verdugo de las víctimas. Por eso, el llamado no puede esperar más: colectivos feministas, organizaciones civiles, ciudadanía indignada deben exigir con fuerza que este caso no quede en la impunidad.
De Tarot y Adivinanza
La pregunta es directa: ¿se va a a permitir que el “Ángel Caído” y su protegido se burlen de la ley y de la dignidad de las mujeres? … Servidos.

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