Lograr elecciones en Pantelhó no solo es un acto técnico. Es un acto político, social, emocional. Es recuperar la fe en la democracia desde uno de los lugares donde más se ha dudado de ella.
REALIDAD A SORBOS/Eric Ordóñez
Que el pasado 31 de agosto de 2025 se haya logrado instalar la jornada electoral en Pantelhó no es poca cosa. No exagero al decir que es una conquista institucional. Un municipio históricamente marcado por la violencia, la fragmentación comunitaria, los desplazamientos, el miedo, y sobre todo, por el vacío del Estado. Pero esta vez, el Estado sí estuvo presente. Y más aún: funcionó.
Tan funcionó, que el martes 2 de septiembre, en tiempo récord, el virtual ganador recibió su constancia de mayoría. Y eso solo se logra cuando todo —sí, TODO— sale conforme a la ley. Sin bloqueos. Sin sabotajes. Sin impugnaciones.
Lo que ocurrió en Pantelhó no fue casualidad ni milagro, fue resultado de una estrategia bien diseñada, liderada con firmeza, empatía y visión periférica. Una estrategia que sentó a todos, que escuchó a todas las voces, y que —sin tibiezas— logró construir acuerdos. Horas y horas de diálogo, desmenuzando cada comunidad, cada liderazgo, cada actor. Por eso Pantelhó pudo votar. Por eso la democracia pudo asomarse de nuevo.
EL FACTOR PATRICIA CONDE
En el centro de esta operación política y humana está Patricia del Carmen Conde Ruiz, secretaria general de Gobierno y Mediación. Y sí, se nota que las cosas han cambiado. Porque ahora sí —por fin— se utiliza el servicio de inteligencia. No para perseguir enemigos políticos, como en el pasado, sino para mapear conflictos, prevenir tensiones, y proteger la paz.
Conde Ruiz no es espectáculo, es eficacia. Es una mujer de carácter, de voz firme cuando se requiere, de gesto adusto que impone sin necesidad de alzar la voz. No le tiembla la mano para tomar decisiones, la azota cuando es necesario poner orden, pero tampoco actúa con prepotencia. Su poder es otro: calcula los daños colaterales, los evalúa y los prioriza. Tiene vista periférica, por eso sabe mediar y anticipar.
Y, quizás lo más importante: ayuda a la gente. Dicen que hay “muchas cosas” que no se saben públicamente, pero que hay humanidad detrás del cargo. Y eso —hoy más que nunca— también es una forma de gobernar.
COMPARACIÓN QUE QUEMA
En contraste, basta recordar los días grises de Victoria Cecilia Flores Pérez, exsecretaria General de Gobierno (antes así se llamaba) durante la administración de Rutilio Cruz Escandón Cadenas. Un perfil sin carácter, sin decisión, sin brújula. Manejable, frágil, siempre a la sombra de otros —en particular de quien, siendo experto en clicar que llegó con el certificado de preparatoria y se licenció ya en funciones, pero nunca asumió el profesionalismo que el cargo exigía. Nunca supo dónde estaba ni cómo actuar. En su tiempo, pensar en elecciones en Pantelhó habría sido una locura.
Hoy, esa locura se concretó. Y no por accidente. Sino porque alguien con autoridad, firmeza y visión supo cómo hacerlo posible.
EL NUEVO RETO: CONTENER A LOS EGOS
Pero, como todo en política, cada logro abre un nuevo campo de batalla. Y aquí va la advertencia —con respeto, pero con claridad—: el gran reto de Conde Ruiz será contener a los de siempre, esos que hacen del oportunismo su modo de vida. Los que no estaban en el territorio, pero ahora quieren tomarse la foto con el triunfo. Los que no entienden que la ‘onda’ ahora es servir, no servirse.
Porque no faltan los egos. Los que no estuvieron cuando había que caminar comunidades. Los que no se sentaron a dialogar. Esos que hoy se creen importantes, pero no han entendido que esta administración no se construye en torno a ellos.
COLOFÓN
Lograr elecciones en Pantelhó no solo es un acto técnico. Es un acto político, social, emocional. Es recuperar la fe en la democracia desde uno de los lugares donde más se ha dudado de ella.
Cordial saludo.
