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INCONGRUENCIA

12 de septiembre de 2025
in Opiniones
INCONGRUENCIA
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José Antonio Molina Farro/Ultimátum

“Los espíritus puramente lógicos, los dialécticos, son los más dañinos…Líbrennos los dioses de estos malos bichos teorizantes, fanáticos, rectilíneos, aniquiladores de la vida”.

Julio Torri

Carlos Román García epistemólogo, anar­quista, esclavo de nada y maestro del pensa­miento acicatea neuronas, provoca, invita a una pedagogía de la delibe­ración crítica como esperanza de rectificación, a reinventarnos con nuevas ideas y creencias, a trascen­der el hoy, a repensar el futuro. En una rica reflexión compartida abor­damos a Séneca y a Norberto Bob­bio, personalidades tan distantes en el tiempo, pero tan cercanos en sus claro oscuros e incongruencias.

Sobre Séneca, Carlos Román me hizo llegar un texto de Carlos Javier González Serrano, mismo que disecciono, “Séneca: en busca del sumo bien”. Este gran filósofo de obediencia estoica, pragmática y selectiva, decía que el sumo bien y la felicidad (efectos y no causas de la virtud moral) no sólo residen en el alma del hombre sino que la fundan y engrandecen. “Vivís co­mo si fuerais a vivir siempre, nunca recordáis vuestra fragilidad, no ob­serváis cuánto tiempo ha pasado ya. Lo perdéis como si dispusierais de un depósito lleno y rebosante, cuan­do puede que precisamente ese día dedicado a un hombre o una cosa sea el último… ¡Qué estúpido olvido de la mortalidad es diferir hasta los cincuenta o sesenta años los buenos propósitos y querer iniciar la vida allá donde pocos llegaron!” Aquí recordé una frase de este escritor político y filósofo, en mis años de juventud, “No es breve la vida, lar­go es en el hombre el descuido del tiempo”. “El futuro no es nuestro aliado, el presente, lo único real, no se repetirá y debemos exprimirlo en busca del sumo bien”… “Nadie te devolverá los años, nadie te entre­gará otra vez a ti mismo”. “Lo más excelso de lo humano es la razón… “La razón perfecta se llama virtud y coincide con la honestidad”. Quién podría poner en duda los preceptos de quien pasó a la historia como uno de los moralistas de más alto abolengo. Veamos. Séneca formó parte, por un largo tiempo, del ´consejo privado del emperador´ Nerón, cargo que se contradecía con sus virtuosas tesis. Fue dura­mente criticado y calló en uno de los episodios más controvertidos de la confluencia entre su vida real y sus enseñanzas. Sirvió sin reservas al tirano, acumuló un gran poder polí­tico y obtuvo pingües beneficios por su cercanía con el poder imperial.

Séneca no vivió como pensó y escribió. El valor histórico y filosó­fico de su doctrina queda fuera de duda, pero su incongruencia rayaba en el cinismo, él mismo lo escribió, escudándose en el ´deber ser´. “Tu hablas de un modo -dices-, pero vi­ves de otro…la misma objeción se hizo a Platón, Epicuro, Zenón… pe­ro todos ellos decían no como vivían ellos mismos, sino cómo habrían debido vivir…hablo de la virtud no de mí mismo… Cuando pueda viviré como es debido”. En mi amigable charla con Carlos Román le dije: “Conozco la versión de que, en el fondo, Nerón lo condenó a muerte y su posterior suicidio, porque la insultante fortuna del filósofo riva­lizaba con la del mismísimo déspo­ta. Pienso que la congruencia entre el pensar, el decir, el hacer, el vivir, el ser, es un valor fundamental. Sé­neca pidió clemencia a Calígula y Claudio, que ordenaron su muerte, un ruego impropio de su filosofía estoica. Además, el tema de sola­par, gobernar sin escrúpulo, con el déspota incendiario. Ya no digamos su vida preñada de lujos y ostensi­ble riqueza material. Sus preceptos apuntan al deber ser y no al ser, su ser ¡vaya cosa! Lo anterior no le qui­ta grandeza a su pensamiento, pero lo degrada moralmente en su pro­ceder cotidiano”. La vida de Séneca me recordó, ´mutatis mutandi´, una carta bajuna de Norberto Bob­bio a Benito Mussolini, para que lo perdonara. Bobbio en su juventud traía doble cachucha, en un bolsillo la credencial del partido fascista, en el otro, panfletos del movimiento liberal socialista. Escribe el maes­tro Jesús Silva- Herzog Márquez: “más que un episodio de juventud, esta incoherencia sería la marca de una vida sellada por la indeci­sión… Al mismo tiempo que jura lealtad al régimen para obtener una plaza como profesor de filosofía del derecho, asiste a las reuniones del antifascismo. De poco le sirvió su juramento de lealtad pues a los 26 años es encarcelado, lo habían fi­chado. Tras los barrotes siguió el consejo familiar…tomó papel y plu­ma para dirigirse al ´Duce´, a quien dio trato de excelencia…En su carta Bobbio le expresa a Mussolini la devoción que siente por él, rogán­dole que, ´con su elevado sentido de justicia´ interceda generosamente por él. Más de medio siglo después de que Bobbio mantuvo en silencio esos acercamientos, el periódico ´Panorama´ publicó íntegra la carta en 1992. Al leer este mensaje indigno, el hombre que ya era vis­to como un santo de la izquierda liberal, como un héroe de la resis­tencia antifascista, se avergüenza. ¿Por qué caí en la abyección?, se pregunta. ¿Cómo es posible que un profesor honesto, dedicado al estu­dio, pudiera haber escrito una carta así?” Lo que sigue es imperdible. No es disculpa, advierte Bobbio en su respuesta, {La historia vista por los perseguidores}: “Una dictadu­ra corrompe el ánimo de los hom­bres, los conduce a la hipocresía, a la mentira, al servilismo. Y la mía fue una carta servil. Para vencer las trampas de una dictadura se nece­sita fuerza y valor. Yo no tuve lo uno ni lo otro”. Bobbio se avergüenza de su debilidad, pero no se azota con su propio látigo. “Si en tiempos de la persecución racial, dice, muchos judíos fueron inducidos al bautismo para salvarse, ¿A quién debe atri­buírsele le responsabilidad del acto: al convertido o a su perseguidor?”

En su magistral prosa Silva–Her­zog escribe: “El fantasma de su incon­gruencia lo perseguiría toda la vida. Su flaqueza dramatiza su verdadera militancia: la causa de su vacilación. Puede decirse incluso que su penosa blandura personal es la fuente de su vigor intelectual. La determinación, virtud de gladiadores, puede ser una perversión de la inteligencia. La tarea de los hombres de cultura, decía, es sembrar la duda”.

jose_molinaf@yahoo.com.mx

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