En Chiapas persiste la sombra del llamado Grupo Tabasco. Tras el desastroso paso de Ángel “El Caído” Torres, ahora señalan a Felipe Irineo Pérez, director del Organismo de Cuenca Frontera Sur de la Conagua.
TAROT POLÍTICO/Amet Samayoa Arce
En Chiapas tenemos una peste que no se quita: Si, el Grupo Tabasco. Uno pensaría que después del desastroso Ángel “El Caído” Torres Culebro la lección estaría superada pero no, porque hay otros especímenes de ese molde podrido. Ahora toca referirnos a Felipe Irineo Pérez, otro residuo de ese clan político que se incrustó en vida pública chiapaneca. Y no es un personaje menor, el que en marzo de 2022 lo impusieron como director general del Organismo de Cuenca Frontera Sur (OCFS) de la CONAGUA, con sede en Tuxtla Gutiérrez. Es un cargo estratégico, que en teoría debería garantizar el agua para las comunidades, pero que en la práctica se ha convertido en una mina de oro para hacer negocios turbios. Antes, ya había hecho carrera como director local de Conagua en Tabasco, su verdadera casa política de donde fue desempacado para cuidar el “changarro” de sus padrinos.
Toño de los Santos, ¿No puede?
El asunto es claro porque mientras el ex presidente Andrés Manuel López Obrador y su alfil, Adán Augusto López Hernández, aparecen en la mira de investigaciones desde Estados Unidos por sus presuntos vínculos con el crimen organizado tras la detención del abuelo, líder de “La Barredora”, Felipe Irineo se mantiene soterrado, agazapado, cuidando no ser objeto de la crítica pública. ¿Por qué tanto silencio en torno a su nombre? Fácil, porque sabe y sabemos que su origen es su mayor debilidad. Tabasco lo parió políticamente y Chiapas lo padece. Lo que más indigna es el disfraz de tecnócrata institucional con que opera. Nos lo pintan como funcionario experimentado, pero lo cierto es que es un operador político que responde a intereses de grupo, no al pueblo chiapaneco. Y lo que está en juego no es cualquier cosa: es el agua, ese recurso vital que debería ser protegido y administrado con transparencia por un chiapaneco que ame a nuestra tierra. Está claro que nadie cree que un cuadro impuesto por dedazo venga a servir al estado y no a servirse. No es coincidencia que en cada rincón donde aterriza un tabasqueño de estos, broten sospechas de corrupción, tráfico de influencias y favoritismos. Lo vemos con Pepe Cruz en la Secretaría de Salud y con “El caído” Torres Culebro en Tuxtla y lo vemos ahora con Irineo Pérez en la CONAGUA. El director del OCFS, permanece callado, agazapado, cuidando su silla, como buen miembro de ese grupo que no tiene llenadera.
De Tarot y Adivinanza
La pregunta obligada es para Antonio de los Santos, representante personal de la presidenta Claudia Sheinbaum en Chiapas. ¿No le alcanza la fuerza para evitar que fuereños sigan en puestos claves del gobierno en nuestra Entidad? Por cierto, ¿Toño de los Santos es chiapaneco o de la tierra de Benito Juárez?… Servidos.

			
			