Para algunos, el movimiento del gobernador Eduardo Ramírez Aguilar sabe a castigo disfrazado, un descenso en el tablero político luego de haber presidido con altura y resultados la Mesa Directiva del Congreso del Estado.
TAROT POLÍTICO/Amet Samayoa Arce
La designación de Luis Ignacio Avendaño Bermúdez como director general del Isstech no ha pasado desapercibida, pero sí ha sido malinterpretada en los mentideros políticos y periodísticos. Para algunos, el movimiento del gobernador Eduardo Ramírez Aguilar sabe a castigo disfrazado, un descenso en el tablero político luego de haber presidido con altura y resultados la Mesa Directiva del Congreso del Estado. Pero en política, como en el ajedrez, no siempre la pieza que retrocede está perdiendo; a veces solo toma impulso para dar jaque mate. Luis Ignacio cerró el primer año legislativo con saldo a favor. Fue un operador de consensos, sin protagonismos innecesarios y con eficacia legislativa. A diferencia de otros que naufragaron en la corrupción, la verborrea y el divisionismo, él salió con la frente en alto.
Desconcierto e intrigas
Por eso mismo sorprendió que fallaran las conjeturas de que iría a una Secretaría de peso -de Gobierno y Mediación; Agricultura, Ganadería y Pesca y Obras Públicas-, por citar las que más se me mencionaron. En cambio, el anuncio de que iría al Instituto de Seguridad Social de los Trabajadores del Estado de Chiapas (ISSTECH), que ni siquiera forma parte del gabinete legal, causó desconcierto e intrigas. Las teorías no se hicieron esperar respecto a que si se le subieron los reflectores a la cabeza, que si su protagonismo incomodó, que si su liderazgo tuvo deslices. Sin embargo, nadie quiso ver lo obvio en el sentido de que el ISSTECH es, hoy por hoy, una bomba de tiempo financiera y política. Maneja más de 4 mil millones de pesos en este 2025, entre servicios médicos, pensiones y jubilaciones. Está hundido en descrédito, saqueos y mala fama, cortesía de administraciones pasadas. Ahí estuvo Bafi Armando Barrios Fierro, que en corto tiempo mostró de qué pie cojeaba. Después vino María del Carmen Benavente, con más voluntad que resultados por un problema de salud complicado. El gobernador Ramírez Aguilar seguramente visualizó que la tercera sería la vencida. Se trata de una dependencia que padece recursos y paciencia de los derechohabientes y de sus familiares. Por eso mandó a un hombre de lealtad probada, con visión política y experiencia administrativa. Es decir, mandó a alguien en quien sí confía. El ISSTECH, representa una de las pruebas más delicadas del sexenio. Y si Luis Ignacio Avendaño logra sacarlo de la crisis, sanearlo, darle rumbo y devolverle credibilidad, no solo se habrá reivindicado, sino que se habrá posicionado con fuerza para los próximos relevos. Luis Ignacio promete resultados ejecutivos, leales y, sobre todo, eficaces.
De Tarot y Adivinanza
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