¿Qué clase de mensaje se manda al pueblo chiapaneco cuando se convive y presenta desde el presidium, a quien dejó colapsado el sistema de salud estatal, como José Manuel Cruz Castellanos, conocido por todos como “Pepe Cruz”?
TAROT POLÍTICO/Amet Samayoa Arce
Decir en Chiapas que “Morena no es tapadera ni cómplice”, mientras se está flanqueada por personajes del calibre de Pepe Cruz, Flor de María Esponda y Adriana Grajales y Carlos Molina, es un acto de cinismo o de complacencia alineada. Y si no fue asi, entonces fue un respaldo deliberado al cochinero de intereses que Morena ha cultivado en Chiapas desde el primer día del sexenio del ahora Cónsul Rutilio Escandón Cadenas. ¿Dónde quedó la congruencia? ¿Qué clase de mensaje se manda al pueblo chiapaneco cuando se convive y presenta desde el presidium, a quien dejó colapsado el sistema de salud estatal, como José Manuel Cruz Castellanos, conocido por todos como “Pepe Cruz”? Nadie olvida el desastre que dejó: hospitales sin medicamentos, personal sin contratos, y una red de corrupción que, hasta hoy sin castigo. Su “impunidad blindada” parece más una recompensa al saqueo.
FLOR ESPONDA Y ADRIANA GRAJALES
A su lado también, Flor de María Esponda, la presidenta del Consejo Político Estatal de Morena, célebre no por su liderazgo, sino por su sumisión y cooperación a intereses facciosos. Fue ella quien, en la elección interna, prefirió inducir la espalda al en ese momento Senador de la República, Eduardo Ramírez para favorecer al “gallo” del grupo Tabasco y del rutilismo, Pepe Cruz a quien ese consejo le dio más de 60 votos y cero votos al “Jaguar negro”¿Eso no es complicidad? Y ahí estaba también Adriana Grajales Gómez, otro ejemplo de cómo en Chiapas se puede escalar en política sin más mérito que la obediencia ciega. Inventada por Ismael Brito Mazariegos y reciclada por el poderoso empresario mobiliario Carlos Molina es ahora encargada de la cartera de mujeres del CEN de Morena. Una pieza más en el tablero de un partido que se dice del pueblo, pero que actúa como cártel de cargos.
CARLOS MOLINA E ISMAEL BRITO
Todos estos nombres tienen algo en común: no estarían donde están sin la bendición del ex gobernador Rutilio Escandón, el hombre que vino a administrar el asalto del poder con rostro de legalidad. Porque no basta con dejar de hacer, también hay que permitir que los otros hagan negocios, repartan cuotas y se sirvan del poder como buffet de seis años. ¿Quién, si no Rutilio, permitió que Pepe Cruz operara sin freno? ¿Quién solapó la inutilidad institucional de Flor Esponda? ¿Quién usó a Grajales como pieza útil del morenismo clientelar? Entonces, que no nos vengan con cuentos de que “Morena no es tapadera”. Lo es, y lo fue ese día, en ese presidium. María Luisa Alcalde, si quería tener una pizca de credibilidad y evitar ser parte de esta escenografía de la desvergüenza, debió revisarlo antes.
DE TAROT Y ADIVINANZA
¿Será que María Luisa Alcalde no sabía con quién estuvo flanqueada? ¿O simplemente se acomodó en el teatro de siempre donde los cómplices se aplauden entre sí y llaman a eso “unidad”?… Servidos.
