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COLABORACIÓN INVITADA

11 de abril de 2023
in Opiniones
COLABORACIÓN INVITADA
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Una maldición o un aviso que no se atendió: familia Padilla López

Enriqueta Burelo/Ultimátum

El sociólogo Émile Dur­kheim en su texto clásico sobre el suicidio, define a este acto, como toda muer­te que resulta mediata o inmediata­mente de un acto positivo o negativo realizado por la misma víctima. Tras dar esta definición observa en su argumentación que pueden quedar incluidos los hechos accidentales, así establece la siguiente matiza­ción: “Hay suicidio cuando la vícti­ma, en el momento en que realiza la acción, sabe con toda certeza lo que va a resultar de él.”

Es interesante reflexionar que, si el lazo que liga al ser humano con la vida se debilita, es porque el lazo que le une a la sociedad, se ha re­lajado. Los sucesos de la existencia privada, que parecen inspirar inme­diatamente el suicidio y que pasan por sus condiciones determinantes, en realidad no son más que causas excepcionales. Si el individuo cede al menor choque de las circunstancias es porque el estado en que se encuen­tra, la sociedad ha hecho de él una fuerza dispuesta al suicidio.

Mi reflexión sobre este tema tan impactante y que nos ha lleva­do a considerar los extremos, que el hombre o mujer que se suicida es valiente o es cobarde, es difícil poder calificar en blanco o negro, hay diversas tonalidades, y también, valores como el honor, pérdida de poder, una muerte digna, frente a una enfermedad que nos degrada como seres humanos, o dolores im­posibles de soportar, se da con mo­tivo del suicidio Raúl Padilla López, el cuerpo del exrector de la UdeG fue encontrado en su hogar de Guada­lajara, Jalisco, junto a una arma de fuego y un recado póstumo.

La noticia sorprendió a diver­sos sectores, políticos, culturales y sociales, debido a que el académico se había consolidado como uno de los personajes más influyentes al interior de la UdeG, ya que, aunque dejó su cargo como rector en 1995, actualmente se desempeñaba co­mo director del Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad de Guadalajara

Mas tarde como coordinador de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, logró ser co­nocido alrededor del mundo en el ámbito cultural, su papel fue crucial al darle una visión más amplia a este espacio donde los libros, eran los actores principales.

El suicidio de Raúl Padilla López, reviste también gran importancia dado un hecho que vivió de joven y debió haberlo marcado en su salud mental, vio morir a su padre, Raúl Padilla Gutiérrez, cuando se disparó de un balazo en la sien en el año de 1972 decepcionado por no haber logrado la candidatura a goberna­dor de Jalisco que el presidente Luis Echeverría otorgó a Alberto Orozco Romero.

También fue estremecido por el suicido de su hermano menor, Juan, que ocurrió cuando encabezaba la Federación de Estudiantes de Guada­lajara (FEG). Raúl Padilla tomó este domingo la misma decisión que su padre y su hermano, quitarse la vida.

La muerte es un acontecimiento que siempre irrumpe en la vida fami­liar de una manera sorpresiva. De to­das las muertes, el suicidio es la que con más intensidad pone en cuestión la funcionalidad de una familia e in­crementa el riesgo de dificultades para la elaboración del duelo. Las familias en las que ha ocurrido un suicidio están expuestas a una mayor probabilidad de desestructuración, desorganización y expresiones pa­tológicas en sus miembros.

La muerte de un ser querido es el precio que uno paga por amar, dice Pangrazzi y es más alto el precio cuando la muerte es subsecuente a un acto suicida. El duelo se torna muy difícil y las personas pueden vivirlo de una manera desmedida sin resolverlo adecuadamente du­rante muchos años o bien pueden evitarlo, encapsulándolo de manera que tiene un enorme costo para el equilibrio psicológico.

El caso de la familia Padilla López, no es un hecho aislado la fa­milia Hermingway es otra donde se dieron varios suicidios entre ellos, el del famoso escritor Ernest He­mingway, premio Nobel de Litera­tura y su sobrina Margaux, por citar dos casos. “Éramos, algo así, como la otra familia estadounidense que tenía esta maldición horrible”, dice Mariel Hemingway, quien comparó a su familia con los Kennedy; pero la maldición de los Hemingway, dijo, es la enfermedad mental.

Cunado menos posee uno, me­nos intenta extender el circulo de sus necesidades, sin embargo, la riqueza y el poder por los poderes que confiere, nos da la ilusión que nos engrandecemos por uno o una misma, y si perdemos estas condi­ciones, el suicidio se hace presente en muchas ocasiones.

enriquetaburelomelgar@gmail.com

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