Una maldición o un aviso que no se atendió: familia Padilla López
Enriqueta Burelo/Ultimátum
El sociólogo Émile Durkheim en su texto clásico sobre el suicidio, define a este acto, como toda muerte que resulta mediata o inmediatamente de un acto positivo o negativo realizado por la misma víctima. Tras dar esta definición observa en su argumentación que pueden quedar incluidos los hechos accidentales, así establece la siguiente matización: “Hay suicidio cuando la víctima, en el momento en que realiza la acción, sabe con toda certeza lo que va a resultar de él.”
Es interesante reflexionar que, si el lazo que liga al ser humano con la vida se debilita, es porque el lazo que le une a la sociedad, se ha relajado. Los sucesos de la existencia privada, que parecen inspirar inmediatamente el suicidio y que pasan por sus condiciones determinantes, en realidad no son más que causas excepcionales. Si el individuo cede al menor choque de las circunstancias es porque el estado en que se encuentra, la sociedad ha hecho de él una fuerza dispuesta al suicidio.
Mi reflexión sobre este tema tan impactante y que nos ha llevado a considerar los extremos, que el hombre o mujer que se suicida es valiente o es cobarde, es difícil poder calificar en blanco o negro, hay diversas tonalidades, y también, valores como el honor, pérdida de poder, una muerte digna, frente a una enfermedad que nos degrada como seres humanos, o dolores imposibles de soportar, se da con motivo del suicidio Raúl Padilla López, el cuerpo del exrector de la UdeG fue encontrado en su hogar de Guadalajara, Jalisco, junto a una arma de fuego y un recado póstumo.
La noticia sorprendió a diversos sectores, políticos, culturales y sociales, debido a que el académico se había consolidado como uno de los personajes más influyentes al interior de la UdeG, ya que, aunque dejó su cargo como rector en 1995, actualmente se desempeñaba como director del Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad de Guadalajara
Mas tarde como coordinador de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, logró ser conocido alrededor del mundo en el ámbito cultural, su papel fue crucial al darle una visión más amplia a este espacio donde los libros, eran los actores principales.
El suicidio de Raúl Padilla López, reviste también gran importancia dado un hecho que vivió de joven y debió haberlo marcado en su salud mental, vio morir a su padre, Raúl Padilla Gutiérrez, cuando se disparó de un balazo en la sien en el año de 1972 decepcionado por no haber logrado la candidatura a gobernador de Jalisco que el presidente Luis Echeverría otorgó a Alberto Orozco Romero.
También fue estremecido por el suicido de su hermano menor, Juan, que ocurrió cuando encabezaba la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG). Raúl Padilla tomó este domingo la misma decisión que su padre y su hermano, quitarse la vida.
La muerte es un acontecimiento que siempre irrumpe en la vida familiar de una manera sorpresiva. De todas las muertes, el suicidio es la que con más intensidad pone en cuestión la funcionalidad de una familia e incrementa el riesgo de dificultades para la elaboración del duelo. Las familias en las que ha ocurrido un suicidio están expuestas a una mayor probabilidad de desestructuración, desorganización y expresiones patológicas en sus miembros.
La muerte de un ser querido es el precio que uno paga por amar, dice Pangrazzi y es más alto el precio cuando la muerte es subsecuente a un acto suicida. El duelo se torna muy difícil y las personas pueden vivirlo de una manera desmedida sin resolverlo adecuadamente durante muchos años o bien pueden evitarlo, encapsulándolo de manera que tiene un enorme costo para el equilibrio psicológico.
El caso de la familia Padilla López, no es un hecho aislado la familia Hermingway es otra donde se dieron varios suicidios entre ellos, el del famoso escritor Ernest Hemingway, premio Nobel de Literatura y su sobrina Margaux, por citar dos casos. “Éramos, algo así, como la otra familia estadounidense que tenía esta maldición horrible”, dice Mariel Hemingway, quien comparó a su familia con los Kennedy; pero la maldición de los Hemingway, dijo, es la enfermedad mental.
Cunado menos posee uno, menos intenta extender el circulo de sus necesidades, sin embargo, la riqueza y el poder por los poderes que confiere, nos da la ilusión que nos engrandecemos por uno o una misma, y si perdemos estas condiciones, el suicidio se hace presente en muchas ocasiones.
enriquetaburelomelgar@gmail.com
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