Fue un exceso lo vivido en San Lázaro el martes. Con tal de aprobar reformas poco importaron los procesos de análisis y lectura de las propuestas con tal de poder echarlas para adelante sin que, por lo que se apreció, se reparara en lo que se estaba haciendo, fue una versión más del voy derecho y no me quito.
Falta lo que diga el Senado en donde el coordinador de la fracción parlamentaria de Morena aseguró que no habrá fast track ni cosa parecida. Lo mismo dijo, por cierto, cuando se aprobó en Diputados el Plan B. Se discutió en el Senado, pero auténticamente no se le cambió ninguna coma, dicho de otra manera las cosas apuntan a que después de que echaron a andar la barredora en San Lázaro podrá efectivamente ser revisada y quizá hasta debatida en el Senado, pero a la mera hora no le van a cambiar ni una coma, como le han venido haciendo.
Al Presidente le ha entrado la prisa por legislar. Algo ha de estar viendo en el futuro inmediato en que eventualmente ya no le pueda dar tiempo de que se aprueben sus reformas debido a los tiempos que vienen.
En el camino están las elecciones en Edomex y Coahuila, a lo que hay que sumar un hecho de la mayor importancia: el Presidente particularmente y de manera colateral Morena tendrán que designar al candidato o candidata a la Presidencia; de manera inevitable se va acabando la capacidad de maniobra.
En el camino no sólo está este escenario. Van a tener que revisar lo que se aprobó, porque si algo quedó en evidencia es que con tal de echar para adelante el proyecto del Presidente están siendo capaces de cualquier cosa sin darse cuenta de las consecuencias que esto tiene.
El caso del Insabi merece una autocrítica y una revisión detallada de lo que ha sucedido con el instituto a lo largo de estos más de cuatro años. Para deshacerse de él se han montado en la idea de que fue un “error”, como si sólo se tratara de esto.
No les queda de otra que reconocerlo, pero también deberían llevar a cabo un proceso de autocrítica porque la terca realidad les estaba mostrando la inoperancia del instituto. No lo quisieron ver porque no querían dar pasos atrás hasta que no les quedó de otra, lo grave fue que en el camino se perdieron vidas, dinero y se deterioró aún más el sistema de salud.
La afectación que han vivido millones de personas pasa por una estrategia fallida en lo que poco o nada les importó lo que estaba pasando en la cotidianidad de las familias.
No se puede esconder el problema del desabasto de medicinas; el estigma que se lanzó contra padres y madres de niños con cáncer, —en el absurdo el científico convertido en político los acusó de golpistas—, los grandes problemas ciudadanos en una buena cantidad de clínicas; la desatención a pacientes con cualquier tipo de enfermedad; sin pasar por alto las dificultades de las y los trabajadores para conseguir un justificante médico en caso de enfermedad para no ser despedidos.
En innumerables ocasiones se insistió en la importancia que tenía el Seguro Popular. Es claro que cargó con muchos problemas en medio de lagunas de irregularidades, pero también fue una franca solución para la salud de cerca de 50 millones de personas. Con tal de acabar con el pasado acabaron con una estrategia de enorme relevancia que ya estaba probada; el estigma nos salió caro.
La creación del Insabi estaba destinada al fracaso. Se dijo en muchas ocasiones y se mostró con base en la experiencia y análisis lo que podía pasar; sin embargo, con tal de mostrarse diferentes y hacer ver que todo el pasado pareciera que condena al país terminaron por hacerlo a un lado.
Así como ya estamos con el “error” es probable que enfrentemos en el mediano plazo escenarios similares con lo que se anda aprobando.
La Corte dejó en la congeladora al Plan B. A pesar de los esfuerzos de las ministras empáticas a Palacio Nacional no les alcanzaron los “argumentos”. Es cuestión de que el Presidente regrese a la mañanera para que lluevan los adjetivos.