El éxito de la estridencia
Susana Solís Esquinca/Ultimátum
Cuándo el presidente asegura que el pueblo está más “avispado” en materia política tiene razón y mucho de ello ha sido paradojicamente gracias a él. Mientras el PRI y el PAN mantuvieron distancia mediática cuando gobernaron el País, López Obrador reeditó su protagonismo mediante las conferencias mañaneras, donde con recursos públicos, habla de lo que quiere y de lo que se requiere para colocar agenda.
Sin embargo, más allá de tener todos los recursos, el verdadero éxito del mandatario es el discurso de confrontación como fiel manual de la propaganda, es decir, tener siempre un enemigo enfrente para distraer los verdaderos temas de interés o de escándalo.
Ante los expedientes de presunta corrupción de sus hijos, el presidente centró la atención en Loret y ahora en la Suprema Corte; la idea, dirían los politólogos, contar siempre con un enemigo común y cuando la oposición reacciona, le cambia el nombre al adversario y evidentemente cambia la conversación en redes sociales y medios de comunicación.
Pero sin duda el triunfo de su narrativa se basa en la radicalización del discurso -es negro o blanco- no hay más colores a la vista y esto ha despertado el interés público otrora dormido o indiferente. Los no adversarios, pero que han sido puestos en el cajón del desprecio, han despertado y coléricos imitan al que odian, detonando así la polarización pero también un mayor interés en los asuntos políticos que antes les eran indiferentes.
Pero ¿qué pasaría si los mensajes presidenciales de las mañaneras no fueran replicadas por los medios convencionales y las redes sociales, es decir, ignorarlos? Es muy probable que quizá no tuvieran el efecto esperado por el emisor, ni las reacciones iracundas de quienes se ponen el saco, pero también el otro efecto sería que población no estuviera tan “avispada”.
Para pelear se necesitan dos y eso lo sabe muy bien el presidente, por ello de la chistera saca premeditadamente y cronológicamente según la agenda, a los enemigos necesarios para mantener la polémica y donde él sigue ganando.
AÑOS DUROS
Para el Gobierno de Rutilio Escandón han sido años difíciles ante la deuda heredada de los dos sexenios anteriores que se estima fue del orden de más de 25 mil millones de pesos; sin embargo, con base a la disciplina financiera que se ha ejercido desde la Secretaría de Hacienda que dirige Javier Jiménez Jiménez, se ha logrado reducirla y cumplir con los compromisos financieros sin detrimento de las arcas públicas, por ello no es casual que una de las más prestigiadas calificadoras Fitch Rating haya ratificado la calificación con A+(mex) con perspectiva estable, así como las de deuda pública y emisión bursátil en AAA, que ubica a Chiapas con un nivel de endeudamiento bajo, así como liquidez fortalecida, de tal forma que se cuenta con fondos de reservas y coberturas de tasas de interés.
Incluso, Chiapas alcanzó una calificación superior comparativamente con los estados vecinos como Tabasco, Oaxaca y Veracruz.
Sin embargo, el reto continúa siendo el combate a la pobreza, que sin bien disminuyó entre 2018 y 2020, al pasar del 78% al 75.5%, sigue siendo una asignatura pendiente para este y el gobierno que entrará en funciones en el 2024.
Entre otros temas pendientes destacan el rezago educativo donde el 32% se encuentra en esta condición, un 37.1% no tiene acceso a servicios de salud y lo más preocupante que existe un 78.9% de chiapanecos que no cuentan con seguridad social lo cual refleja la informalidad en la economía de la entidad.
Ante este gran desafío no se sabe si Chiapas es el monstruo de mil cabezas o el gigante dormido que nadie ha podido despertar.
Fuente: Coneval
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