La otrora poderosa Segob
Alejandro Moguel/Ultimátum
Me quedé patidifuso (asombrado, sorprendido), me respondió un amigo mío ayer a la pregunta de qué pensaba que el presidente, Andrés Manuel López Obrador había escogido a Luisa María Alcalde como nueva secretaria de Gobernación para sustituir a una de sus Corcholatas, Adán Augusto López Hernández.
Y no es para menos. Ella tiene 35 años de edad y no se le conoce que anteriormente haya ocupado cargos de relevancia en la política mexicana y mucho menos en el exterior. Su corta edad no le da para tanto. No es por menospreciarla. Seguramente es una mujer inteligente y capaz de desempeñar muchas actividades administrativas y políticas, sin embargo para despachar en Bucareli se necesita mucho más que eso. No es porque sea mujer. Lo mismo pensaría yo si hubiera llegado a ese puesto un hombre con corta trayectoria política y con 35 años de edad. No es cuestión de sexo. El punto es la escasa o nula experiencia política que a leguas se ve, tienen.
DE MUCHO PESO
Y es que los mexicanos estaban acostumbrados a que a ese gran puesto llegaban señorones de la política, porque asumen una enorme responsabilidad, es la segunda posición más importante después del presidente y los titulares de Gobernación tienen la obligación de hacer todo lo que esté en sus manos para mantener la gobernabilidad del país, tener capacidad para detectar, con suficiente anticipación, que habrá algún brote social que signifique un peligro para el gobierno.
Si nos remontamos 35 años atrás, podremos encontrarnos con que Carlos Salinas de Gortari (1988- 1994) tuvo a tres secretarios de Gobernación: Fernando Gutiérrez Barrios, ex militar, exgobernador de Veracruz y ex senador, un hombre superdotado de habilidades políticas, culto, hábil manejador de los hilos del poder incluso a nivel internacional, ex colaborador de la CIA. Con sus claroscuros, tenía una vasta experiencia en ramo.
Después, llegó a esa plaza el chiapaneco Patrocinio González Garrido a quien se le conocía como el hombre del “imperio de la ley”, ex senador y ex gobernador de Chiapas, y amplio conocedor de la política e historia mexicana.
Al final del sexenio, la silla principal de Bucareli fue ocupada por Jorge Carpizo McGregor, brillante jurisconsulto reconocido a nivel internacional, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, presidente fundador de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), Procurador General de la República (PGR) y después Secretario de Gobernación (SG).
Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000), tuvo a Emilio Chuayffet, ex diputado federal, ex director fundador del IFE, gobernador del Estado de México, coordinador de asesores en la Segob y después titular de esa dependencia.
Francisco Labastida Ochoa, secretario de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, y director general de Caminos y Puentes Federales de Ingresos y Servicios Conexos (CAPUFE), gobernador de su natal Sinaloa (1987- 1992), Secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal, y Subsecretario de Programación y Presupuesto.
El tercer secretario de Gobernación de ese sexenio fue Diódoro Carrasco Altamirano, quien ya había sido alto funcionario de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial, la famosa Secofi; de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH), secretario de Planeación del Gobierno de Oaxaca y luego gobernador de esa entidad.
Vicente Fox Quesada (2000-2006) vio pasar a Santiago Creel, dos veces senador, diputado constituyente para la formulación, negociación y aprobación de la primera Constitución Política de la Ciudad de México, y hoy coordinador del PAN en el Congreso federal, y a Carlos Abascal Carranza. Este político poseía un enorme peso específico moral, representó un liderazgo indiscutible en México, porque fue un hombre de firmes convicciones, cuya experiencia de vida estuvo íntimamente ligada a la transición democrática de México. Fue secretario del Trabajo y después Secretario de Gobernación. Tenía pública fama por su enorme vocación por respetar y hacer respetar las leyes.
Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) nombró a Juan Camilo Mouriño quien falleció en un accidente aéreo cuando llegaba a la Ciudad de México. Todo mundo creyó que fue víctima de un atentado del narco; Fernando Gómez-Mont Urueta, quien fue promotor de varias Reformas Constitucionales en materia de justicia y Derechos Humanos, participó de forma activa en el proceso de reformas electorales, como el uso de la credencial electoral con fotografía, así como de la elaboración del nuevo Padrón Electoral, la creación del Instituto Federal Electoral, así como del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y había sido asesor presidencial en tiempos de Ernesto Zedillo.
Francisco Blake Mora fue dos veces diputado federal y secretario general de gobierno del Estado de Baja California, antes que ser secretario de Gobernación. También falleció al caerse un helicóptero entre Ciudad de México y Estado de México. De igual manera se pensó que fue víctima del crimen organizado, y Alejandro Poiré. A los cuatro se les conocía como experimentados hombres del poder público.
Enrique Peña Nieto (2012-2018) tuvo a nada más y nada menos que a Miguel Ángel Osorio Chong, ex parlamentario y ex gobernador de Hidalgo y a Alfonso Navarrete Prida, ambos también con una amplia trayectoria política.
Andrés Manuel López Obrador tuvo el tino de nombrar, al principio de su sexenio, a la ex ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Olga Sánchez Cordero (75 años de edad), después, al ex gobernador de Tabasco y ex diputado federal, Adán Augusto López Hernández (59 años de edad) y hace tres días sorprendió con el nombramiento de una joven de 35 años de edad y con nula experiencia política para el cargo. Todo mundo empezó a ironizar con que con ese nombramiento se cumplen dos reglas de este sexenio: 90% de lealtad al presidente y 10% de capacidad, o aquello de que no importa su inexperiencia porque todas las grandes decisiones son tomadas por el propio presidente desde Palacio Nacional. Muchos piensan que nada pasará porque AMLO será al mismo tiempo titular de Segob.
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