De la mano y bajo el cobijo, literal, de las tribus más radicales del movimiento que él mismo fundó y de manera unipersonal dirige desde Palacio, Andrés Manuel López Obrador inició ya, en los hechos, el cierre de su fallida gestión sexenal consciente de que, al paso que marchan las cosas, su gobierno podría pasar a la historia como uno, cuando no como el más, regresivo de las últimas décadas en lo que a consolidación democrática y respeto a la libertad y derechos humanos de la población se refiere.
Eso al menos es lo que, con evidente preocupación y creciente insistencia, destacan operadores cercanos al tabasqueño que, si bien siguen guardándole absoluta lealtad, no dejan de reconocer que no son pocos ya los hechos que desde el arranque del año, a la vista del proceso sucesorio, permiten confirmar “su pérdida de control sobre aspectos de la vida pública, aquellos donde se ven involucradas las Fuerzas Armadas” de manera especial y que, se sabe, igual inciden en el ámbito de la seguridad, que de la salud, la edificación de obras “emblemáticas” e, incluso, en la relación bilateral con Estados Unidos, entre otras…
Y ello, al tiempo que, al paso de los días —“de las horas en algunos casos”—, continúa estrechándose el cerco que en torno a él vienen montando los más radicales de sus colaboradores, exmilitantes del extinto Partido Comunista Mexicano (PCM) no pocos de ellos, integrantes del grupo de los llamados Puros que al interior de Morena controla la impresentable Bertha Luján Uranga y el cuestionado laboralista Arturo Alcalde Justiniani, su esposo, quienes apenas el lunes se apuntaron un nuevo “triunfo” con la designación de la políticamente imberbe Luisa María Alcalde Luján como nueva responsable de la “Florería Bucareli”, perdón, de la Secretaría de Gobernación…
Al igual que los mencionados, por sólo citar otro caso, los miembros de la “empoderada” familia Concheiro Bórquez —Luciano, subsecretario en la SEP; María Elvira, exesposa del controvertido Pablo Gómez Álvarez, de la UIF, y titular ahora en la Tesorería federal; Benjamín, director en Cultura, y Juan Luis, exresponsable de la gaceta en San Lázaro, entre otros— aporta también, a decir de las mismas fuentes, al “estrechamiento” del cerco en torno a López Obrador que, fuera de control por momentos, parece acelerar el paso hacia el término de una gestión cuyo futuro, hoy incluso, no se vislumbra en forma alguna como positivo o sin problemas.
Unas horas apenas después de iniciar el “paseo” de sus corcholatas, por cierto, los reproches y críticas entre las mismas parecen multiplicarse, aportando a lo que de manera consistente se ha dicho: que “el olor del poder…” provocará fracturas y rupturas irreversibles, incluso al interior del más sólido lopezobradorismo. ¿Que no…?, al tiempo.
Tal como se previó, la comunidad católica y jesuita en particular arremetió ayer contra la “incapacidad gubernamental” para frenar la seguridad y violencia, y urgió a no tolerar una muerte o desaparición más en el país, en el homenaje luctuoso a los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Morita Mora, asesinados hace un año en Cerocahui, Chihuahua…