La oposición se ha tardado, pero está tratando de hacer sus deberes políticos de manera abierta y de cara a la ciudadanía.
El ejercicio que dará a conocer hoy pretende ser la base para la designación de su candidat@ a la Presidencia, fórmula que pudiera gestarle empatía entre amplios sectores de la población. Entendiendo que falta un largo camino para las elecciones, no deja de ser un intento de sacudimiento después de las evidencias de que se ha mantenido a lo largo de todos estos años sometida por los estragos del tsunami del 2018.
Una ventaja de la oposición está en el desgaste del gobierno. Sin embargo, apelar a ello a lo único que le va a llevar es seguir jugando al ensayo-error de López Obrador perdiendo de vista la importancia que tiene para una sociedad dividida los proyectos y programas de gobierno.
Si se logran importantes y estratégicos acuerdos éstos deberían estar lo más lejano posible de la dirigencia de los partidos. Es probable que por fin la oposición encuentre un momento luminoso después de años de vivir bajo la pasividad y en los términos de la reacción más que de la acción.
Ciudadanizar la decisión para elegir al candidat@ a la Presidencia es una estrategia que, de entrada, puede llamar la atención de la sociedad y sobre todo si tiene la capacidad de contrastarlo con la gobernabilidad de Morena. No se puede quitar del radar la forma en que el partido mayoritario está desarrollando su estrategia bajo la presencia y voz del Presidente, quien es el centro de todo.
Por más que se insista en que López Obrador no se va a meter, sin dudar que pudiera existir la voluntad de ello, no vemos cómo el Presidente, que tanto concentra de abrumadora manera el poder, pueda dejar ir una decisión de esta naturaleza, particularmente cuando pudiera no convenir a sus intereses y empatías.
Para López Obrador la elección presidencial significa la continuidad de su proyecto, pero sobre todo, su prevalencia. Es la decisión más importante que se va a tomar en su administración, porque de ella depende que su proyecto político y su singular visión de país se mantengan.
Una derrota termina por ser no solamente el fracaso de la 4T, sería también el fin de un político fundamental en la vida del país al menos en los últimos 20 años.
El crecimiento de la oposición por más que se le ande menospreciando en Morena, en particular por su dirección, es un elemento que desde donde se vea generará atención y, sobre todo, si se tiene la capacidad de diseñar estrategias que no sólo tengan que ver con la oposición desde el ámbito de los personajes que le encabezan.
Para que el proyecto vaya más allá se debe pensar profundamente en que la esencia y el eje del proyecto pasa obligadamente por la ciudadanía. No es casual que algunos personajes de alto nivel en Morena estén hablando por primera vez en lo que va de esta administración de las clases medias, como ha sido el caso de Clara Brugada y Marcelo Ebrard, por mencionar algunos.
Quizá se haya ido tomando conciencia de cómo el Presidente se ha alejado, incluso menospreciando, de las clases medias. No sólo se trata de votos se trata de un sector productivo fundamental para la riqueza y el empleo en el país. En algún sentido las clases medias le dieron el impulso final a López Obrador, y es muy probable que se estén pensando si estar de nuevo por Morena o de plano no.
Por ahora se ve muy contracorriente vencer al partido mayoritario en las elecciones presidenciales. Sin embargo, si la oposición y sus simpatizantes, sean de ocasión o no, saben hacer las cosas a partir de hoy el futuro se pondrá, sin duda, interesante.
El INE ha tratado de ser cauteloso, quisiéramos creer que tendrá sus singulares razones ante las corcholatas, quienes no están haciendo otra cosa que una precampaña para la Presidencia fuera de los tiempos y las leyes. Tendrá que medir de la misma manera a la oposición que va que vuela para hacer lo mismo.