El igualado CUENTOS Y ENSAYOS
Didier Gómez Trujillo/Ultimátum
Un vendedor de portafolios llega por primera vez a una casa. Va de visita y haciendo su trabajo, muy bien vestido, toca el timbre. Le abre la puerta una chica de unos quince años, con vestido oscuro, delantal blanco y figura atractiva.
—¿Hoola! Buenos días ¿Están en casa los señores? —pregunta el visitante a la muchacha, sonriendo con descaro.
—Sí, señor, en que podemos servirle.
—¡Uuuh! ¡Qué capullito! ¿Y la señora, también está?
—Sí, responde la joven enrojeciendo.
—¡Mmmm! ¡Eres un bocado, chiquilla! ¿No me invitas a pasar? Tu jefa me espera, ella me dijo la hora. ¿Dónde pongo mi saco?
—¡Pase y déjelo ahí, pero suélteme! Oh grito. Es usted muy extraño y grosero…
—¡Vaya, vaya, no te ruborices, que no te voy a comer!…
Y el desconocido da una discreta caricia en la cintura de la chica:
—Oye, ¿sabes que no estás mal? Anda, ve y dile a tu jefa que ya vine.
Ella se colorea como una cereza y desaparece. El acomoda su portafolio negro.
«¡Demasiado joven! Huele a demanda», piensa el Don Juan mientras entra a la sala y se sienta en el sofá, se cruza de piernas y mira unos cuadros.
Allí le encuentra la dueña. El muestra los productos y charlan…
Minutos después atraviesa la sala la chica del delantal.
—Es mi hija mayor —dice la dueña señalando hacia ella y él es mi esposo, dijo saludando al hombre que entraba.
—Papi quiero ponerte una queja—
El Don Juan palideció, sintió mareos y dijo:
—¡Jeeeeeefe nonononoooo sabía que aquí vivía! ¡Perdón! ¡Perdón! ¡Perdón!
(2023; Didier Gómez Trujillo. Cuentos y ensayos de Didier).
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