Un navío llamado Ultimátum
Javier Guizar Ovando/Ultimátum
Hace 20 años escuché por primera ocasión el nombre de Amet Samayoa Arce, periodista y columnista con oficio, tacto y olfato para analizar el ajedrez político y del poder del Estado en los temas de gobernanza, hoy ese mismo personaje citado es amigo, jefe y director del mejor periódico impreso en Chiapas llamado Ultimátum y por portal UltimátumMx y hoy 24 de julio cumple seis años de informar a los chiapanecos y chiapanecas.
Sin duda el periodista Samayoa Arce con sus hijas Nilse – Jassia han consolidado un proyecto de comunicación interesante por sus contenidos, objetividad y veracidad que permite informar a una sociedad chiapaneca ávida de estar informada de lo que acontece en el mundo, México, Chiapas y sus municipios.
Por ello es válido y pertinente retomar el discurso que leyó en el evento del Sexto Aniversario del Diario Ultimátum el domingo 23 de julio el compañero y amigo Juan Carlos Cal y Mayor Franco, además de ser uno de los políticos más completos por su nivel intelectual, carrera política, columnista con oficio literario, académico y analista de los hechos históricos que vivimos actualmente.
En ese sentido venga pues el discurso de Cal y Mayor Franco leído entre los invitados que nos dimos cita para acompañar a la familia Samayoa en su festejo: “La prensa no solo es el arma más poderosa contra la tiranía y el despotismo, sino el instrumento más eficaz y más activo del progreso y de la civilización”. Francisco Zarco.
Amigas y amigos, sean todos bienvenidos.
Saludo con afecto de las distinguidas personalidades que hoy nos acompañan.
Abrazo a la familia Ultimatum, a todas y cada una de las personas que han hecho posible la consolidación de este gran proyecto de comunicación en nuestro estado.
A mi querido amigo el periodista Amet Samayoa y a sus dos timoneles, sus queridas hijas, que han demostrado su enorme fortaleza y tenacidad cuando este galeón atravesó las aguas más procelosas.
Me dirijo a ustedes en un momento difícil, una circunstancia personal que acongoja mi alma y mi corazón. Ustedes disculparán de antemano si flaqueo por algún instante.
Agradezco la honrosa distinción que se me hace para dirigirme a ustedes en esta celebración entre tan distinguidos periodistas, intelectuales y personalidades, amigos todos, que hoy nos acompañan.
Se trata pues, de celebrar un ambicioso proyecto que vio la luz hace 6 años. Es increíble cómo pasa el tiempo, la vida no deja de ser un instante. Vivimos la pandemia, pero los cubrebocas no callaron nuestras palabras.
Hoy podemos afirmar que Ultimatum se ha convertido en un referente en opinión pública chiapaneca. Eso ha sido posible gracias a la tenacidad, disciplina y perseverancia de un formidable equipo de trabajo. De profesionales de la comunicación de los cuales he aprendido enormemente. Por ellos admiro cada vez más esta noble tarea de informar a la sociedad. Ahora con el agregado de la tecnología y la información digital donde todo funciona como una máquina aceitada.
Quienes tenemos el privilegio de contribuir a esta noble tarea nos sentimos honrados de ser dirigidos por un periodista, nuestro director, que entiende el valor de la pluralidad, el contraste de ideas y la libre expresión.
A pesar de ser un derecho universal, el ejercicio de un derecho consagrado en nuestra constitución; la libertad de prensa y de opinión es una gesta que se tiene que defender día a día. No se trata de una concesión sino del ejercicio de una libertad. La libertad se ejercita porque sino se atrofia.
“La emisión de las ideas por la prensa debe ser tan libre como es libre en el hombre la facultad de pensar”. Durante el gobierno de Benito Juárez se logró garantizar la libertad de expresión, lo que permitió la fundación de nuevos periódicos que empleaban textos y caricaturas para formular críticas y expresar ideas. La prensa ejerció su libertad de escribir y publicar lo que quisiera. Hace falta recordarlo ahora que tanto se apela a su figura.
Que difícil es cuando quienes abusan del poder no entienden que este encuentra su némesis en el deber intelectual. Por su propia naturaleza el poder requiere de contrapesos. El ejercicio intelectual se diluye, se eclipsa, cuando elogia al poder. No es esa su función. Por eso a lo largo de la historia han sido más poderosas las ideas que el más grande de los ejércitos. No comprende el apoderado que el poder no es eterno, que la palabra tarde o temprano triunfa sobre la espada. Que la prensa libre es el cronista y el juicio de la historia.
El 10 de Mayo de 1993, en la Plaza de Ópera de Berlín, los nazis iniciaron la quema de libros de todos aquellos autores que la doctrina fascista consideraba anti alemanes o simplemente peligrosos. En Farenheit 451 la novela distópica del autor Ray Bradbury, los bomberos no se dedican a apagar fuegos, sino a quemar cuanto libro existe. Un valiente impresor imprime clandestinamente el discurso que le costó la vida al prócer chiapaneco Belisario Domínguez que denunció la tiranía opresora de Victoriano Huerta. Hoy honramos su memoria y su valentía. Elogiamos su ejemplo, aunque en los hechos, el poder sigue odiando a quien denuncia sus abusos. La verdad no se mata matando periodistas.
También, hay que decirlo, persisten la calumnia y la difamación, aunque ya no constituyan delitos. Son las cabezas de la hidra de quienes denigran el ejercicio periodístico y lo convierten en derecho de piso y extorsión. Por eso debe procurarse la dialéctica, garantizarse el derecho de réplica y expresión en el mismo espacio en que se vierte la información. No desde el púlpito del poder como sucede cuando se flagela, se hostiga y se pretende rebatir el mensaje vilipendiando al mensajero. Ejercer el poder puede ser un privilegio, pero también un infortunio.
Contrario a lo que se piensa, Damocles no usaba una espada justiciera sino por el contrario fue un cortesano adulador de Dionisio I, el tirano de Siracusa. Este lo nombró Rey por un día para que gozara de las viandas sin saber que en medio del festín pendía sobre su cabeza una espada apenas sostenida un único pelo de la crin de un caballo. Inmediatamente se le quitaron las ganas de los apetitosos manjares que le sirvieron y las hermosas mujeres que había pedido, y pidió al tirano abandonar su puesto, diciendo que ya no quería seguir siendo tan afortunado.
El subtítulo de Ultimatum nos dice que “la verdad no puede esperar”, es cierto, aunque hay excepciones. A veces se calla por prudencia, no por autocensura, pero la verdad tarde o temprano sale a flote. No confundamos la prudencia con la complacencia. Siempre habrá un tiempo para decir las cosas. Desdichados de aquellos que no se percatan porque de ellos será el reino de los suelos. Hay que decirlo, el poder pasa, pero la prensa perdura. Hay que respetarla, porque la prensa es el relato de la historia, esa que tarde o temprano los juzgará.
Enhorabuena por un aniversario más. Felicitaciones a la familia Ultimatum. Que vengan muchos años más”… Para terminar muchos siglos Ultimátum, familia Samayoa y que la historia hable. Nos leemos en la siguiente. ¡Salud Vale!.
guizar35@hotmail.com
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