“Al SEÑOR le conmueve profundamente la muerte de sus amados”
Salmos 116:15
Alfredo A. Calderón Cámara
alfredocalderon1960@gmail.com
Para entender el funcionamiento de un hospital, tiene mucho que ver con la primera impresión. En el Juan Graham Casasús su servicio de Urgencias es de urgencias, no importa quién sea el enfermo tiene prioridad. La cara que el director del Hospital Víctor Manuel Narváez Osorio ha logrado que tenga, es una cara que mucho tiene que ver con la cálides de un humanismo que se palpa apenas llega el paciente; hace unos días el columnista tuvo la necesidad de verificarlo personalmente
Alguien conocido muy cercano con un diagnóstico terminal arribó en una ambulancia en estado de suma gravedad, el portero de inmediato hizo pasar a la paciente en una silla de ruedas, aunque estaba saturado el hospital se detectó una organización en la que todos: enfermeras, doctores, camilleros y personal de intendencia trabajan como si fuera la maquinaria de un reloj; ante la pregunta indiscreta el portero fue certero: “ya estamos coordinados hermano, no vamos a esperar que se muera nadie afuera, sino la atención es lo más rápida posible”
Dada la gravedad del caso, minutos más tarde se logró hablar con el subdirector -cerca de la una de la madrugada- la respuesta fue similar a la del portero: “dame chance -nos dijo- ya la estamos estabilizando, vino muy mal y el cuadro no es alentador, ya la pase a una camilla y le quitamos el dolor que la estaba atormentando; ella trae su hoja de envío y la nota médica nos dice de un caso de gravedad; ahora en la madrugada vienen los estudios del hospital para tomar decisiones”. La opinión de un médico experto no se discute, se acata
Todos los estudios, tomografía axial computarizada y demás hablaron en términos humanos, lo mismo: es un adenocarcinoma con metástasis en fase terminal; sólo había que dar los mejores cuidados bajo la supervisión de la clínica del dolor, cuidados paliativos que le dieran calidad de vida a la paciente y una valoración por parte del oncólogo que dictaminó que había mínimas posibilidades de una cirugía; pero el riesgo era muy alto dada la deteriorada humanidad de la paciente; pero lo importante era darle lo mejor
Los días pasaron entre el excelente servicio de cuidados paliativos, donde son especialistas en controlar el dolor, son médicos con un humanismo y sensibilidad extrema, conocen el tratamiento especial para cada dolor, lo integran verdaderos equipos de profesionales para entregar a los pacientes en etapa terminal un final en el cual el dolor crónico no agobie y atormente; pero que además trabajan con las enfermeras, camilleros, intendentes y trabajadoras de servicio social cómo pocas veces se puede observar. Son de los servicios de un hospital como el Juan Graham que no se dejan ver, pero que se dejan sentir a cada momento
Dentro de todo el universo de servicios que tiene este hospital de alta especialidad -ahora se entiende él porque es de alta especialidad-; tres servicios dieron una nota de excelencia, cuidados paliativos, oncología y algología, tres servicios que en este tipo de pacientes se coordinan en extremo; hasta ahí el columnista se enteró que la algología es la especialidad de la medicina que se especializa en el dolor; al platicar con la paciente -omitimos su nombre por respeto-. Sus palabras dieron significado a su final
Eran las nueve de la noche cuando hablé con ella la última vez, me impresionó la serenidad de su mirada, lo pausado de su voz y la seguridad de saber a dónde iba al partir: “voy a ver a mi creador”, -me dijo-. Guardé silencio, era el tiempo de escuchar, cada palabra que ella decía, entendí que ya era parte de su historia
“Se que me tengo que ir porque sé que estoy en etapa terminal de este cáncer,-siguió diciendo- pero estos médicos me han dado una paz y una calma que nunca pensé volver a tener, no hay dolor ni desesperación, me tienen programada para una cirugía, pero no creo que llegue, de todas maneras, siento una tranquilidad y una serenidad en estos momentos finales que nunca pensé tener: dales las gracias por tanta atención, sensibilidad y cálides, no sé cuánto tiempo tenga o me quedé; lo más importante, tengo el gozo y la paz de Dios en mí, por eso voy a dormir en paz”
EL SEPTIMO SELLO
A las 4 y media de la madrugada del viernes 6, ella, estimada por todos abandonó el cuerpo ante el llamado del Creador, se fue cómo se van quienes aman a Dios y logran alcanzar la paz con Él. La vida en sí, es una peregrinación hacia la muerte, desde el mismo nacimiento la muerte se está acercando
LA SEPTIMA TROMPETA
Amado Nervo fue certero al hilar en sus poemas “El ver a tus muertos es de tal manera cercano e inevitable, que no debes alterar con la menor festinación las pocas horas de tu reposo. Ellos, con un concepto cabal del tiempo, cuyas barreras traspusieron de un solo ímpetu, también te aguardaran tranquilos”
LA SEPTIMA COPA
Sirva este espacio para agradecer el trabajo diario del excelente médico Víctor Manuel Narváez Osorio, director del Hospital Juan Graham, las atenciones del extraordinario médico y amigo, Benjamín Alcocer Gaxiola y a todo ese equipo de profesionistas: médicos, enfermeras, camilleros e intendentes anónimos que entregan en cada turno un trozo de alma para arrancar de la muerte a quien todavía tienen posibilidades y luchar hasta el último momento con quiénes ya tienen que tomar el tren. A sus órdenes al teléfono 9931925625