Violencia de la CIOAC
Alejandro Moguel Serrano/Ultimátum
Llama la atención cómo la violencia ha ido permeando en casi todas las capas sociales. Nos hemos enterado que un automovilista saca una pistola, dispara y mata a otro, tan sólo por una discusión por cuestiones viales.
De la misma forma, hemos visto cómo algún vecino, incapaz de controlar sus emociones, va y le dispara a otro simple y sencillamente porque tiene su vehículo estacionado, ocupando la entrada de su cochera, sin siquiera haber hecho uso del elemental raciocinio para reencauzar una discusión doméstica. Todo lo quieren resolver con violencia verbal, a golpes o a balazos.
Con la sapiencia que le dan sus casi ochenta años de vida, un buen amigo mío hizo una reflexión al respecto, que me parece certera.
Me dijo que eso seguramente se deba a que muchos mexicanos son gandallas y ventajosos, creen tener la razón en todo y piensan que el resto de los ciudadanos debemos inclinarnos a su paso, y que por eso otros terceros afectados, en muchas ocasiones, reaccionan ídem en forma violenta.
Un claro ejemplo de eso es aquel imbécil de nombre Fernando Medina, cuyo ego es tan grande que se apoda a sí mismo El Tiburón, y quien golpeó en forma salvaje a un adolescente de 17 años de edad, tan solo porque éste, con justa razón, le pidió que esperara su turno para que fuera atendido en un Subway de San Luis Potosí. Al haberse vuelto viral el video de esa agresión, comenzaron a brotar otros ataques de ese mismo sujeto contra otros hombres que se encontraba en la calle en un mal momento suyo.
Ese energúmeno sujeto es una calca fiel de un mexicano abusivo, ventajoso y gandalla. “El valiente vive, hasta que el cobarde quiere”, reza el refrán.
Luego entonces, según el razonamiento de mi interlocutor casi octogenario, podría llegar otro individuo más desesperado y por muy boxeador profesional o karateka que sea ese potosino, el otro cristiano le va a sacar una pistola y lo va a borrar del mapa. Sí, violencia genera más violencia. Eso está más que probado. Lamentable y triste que muchos mexicanos sean así.
EN OTROS PLANOS
En otros grupos de individuos está sucediendo algo parecido. Hace algunos meses, un grupo de transportistas se manifestó en San Cristóbal de Las Casas, con quién sabe qué pretextos que hoy no puedo recordar y varios de los allí presentes, sacaron a relucir sus armas y a disparar al aire, como una forma de demostrar su poderío.
Hace un par de días, el lunes para ser precisos, transportistas irregulares vinculados a la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC) de los municipios de Ocotepec, Reforma, Pichucalco e Ixtacomitán, realizaron durante nueve horas continuas en la cabecera municipal de Copaninalá, un bloqueo permanente en las entradas y salidas de esa cabecera municipal, con el objetivo de ejercer presión al gobierno estatal para que les permita trabajar de esa manera informal, como lo han venido haciendo antes.
De hecho, la Secretaría de Movilidad y Transportes ha estado entregando concesiones del servicio de transporte a efecto de que los vehículos irregulares vayan siendo retirados de la circulación. Sin embargo, en algunos casos, en vez de abandonar la ilegalidad, varios grupos reaccionan de manera violenta.
Habitantes de ese municipio se pudieron percatar que los inconformes se comportaron agresivos en todo momento, portaban palos, machetes y armas de fuego. Incluso los mismos vecinos grabaron videos, que quedaron como testimonios de que los manifestantes estuvieron haciendo disparos con armas de fuego para generar miedo entre la población.
Como si fueran unos delincuentes los cioacistas (o tal vez realmente lo sean), encapuchados destruyeron el parabrisas de una patrulla de la policía estatal y golpearon a un uniformado de esa misma corporación, en tanto que otro vehículo particular fue incendiado.
Si bien es cierto que no se reportaron personas lesionadas ni víctimas humanas, sorprendió a propios y extraños que una organización de la sociedad civil, como la CIOAC, reconocida por su lucha social a lo largo de varios sexenios, esté ahora actuando de esa manera. ¿Por qué sus integrantes portan armas de fuego? ¿Por qué ahora actúan de manera tan violenta? ¿Acaso, estén utilizando esos vehículos irregulares para cometer hechos delictuosos y por eso tanta exaltación a la hora de expresar sus demandas presuntamente de tipo social? Que las autoridades competentes lo resuelvan.
Pobre Copainalá. Recordemos que recientemente fue nombrado Pueblo Mágico, debido a que resguarda historia y tradiciones de la cultura zoque.
De acuerdo con los propios organizadores del bloqueo carretero, los manifestantes provenían de los municipios de Ocotepec, gobernado por Marcos Ramírez Valle del Partido del Trabajo (PT); Reforma, gobernado por Yesenia Judith Martínez Dandori de Morena; Pichucalco, cuyo alcalde es Andrés Carballo Córdova de Morena, e Ixtacomitán que tiene como presidente municipal a Lorenzo Reyes Calderón del Partido Verde Ecologista de México (PVEM). En tanto, Copainalá está gobernado por Javier Eliécer Vázquez Castillejos, del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Eso solo por citar los territorios donde presuntamente tiene presencia la OCEZ cuyos miembros estuvieron protestando en Copainalá.
Sin embargo, es justo recordar que la regulación de ese tipo de unidades irregulares está a cargo de una entidad del gobierno estatal. Los ayuntamientos están rebasados. No tienen capacidad ni facultades legales para resolver esa problemática. alexmoguels@hotmail.com