En el tercer foro regional del Frente Amplio por México, las dos precandidatas finalistas, Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes coincidieron en que se debe avanzar en la universalidad de los servicios de salud y regresar el Seguro Popular para atender a los sectores menos favorecidos.
Paredes dijo que se tiene que “revertir el desastre en materia sanitaria” y Gálvez criticó la eliminación del Seguro Popular, que ha dejado a 50 millones de personas sin atención de salud, además de la desaparición del esquema de vacunas y la desarticulación del sistema de compra de medicamentos.
Incluso sobre esto, ironizó en la promesa del presidente López Obrador de tener un sistema de salud como el de Dinamarca, que, dijo no se ha logrado y comparó que en el país europeo se destina tres veces más de presupuesto.
“Dinamarca tuvo el mismo virus nada más que sin López Gatell”, dijo Gálvez; “El virus de López Gatell (…) la epidemia López Gatell”, complementó Beatriz Paredes.
En efecto, el presidente López Obrador ha establecido diciembre de 2023 como plazo para que México tenga un sistema de salud similar al de Dinamarca. Una meta sexenal que incluso motivó a que Zoé Robledo renunciara a la candidatura al gobierno de Chiapas para materializar la encomienda de implementar el IMSS – Bienestar.
Sin embargo, los críticos afirman que alcanzar un sistema de salud como el danés tomaría cerca de 30 años, además de que se requiere invertir, al menos 308 mil millones de pesos, equivalente al uno por ciento del PIB adicional y centralizar los servicios de los 32 estados tardaría por lo menos diez años.
Más allá del anecdotario político, lo cierto es que, junto con la seguridad, uno de los temas fundamentales en las próximas campañas presidenciales será el debate en torno a la implementación de un sistema de salud universal, para que todos los mexicanos tengan acceso a servicios de salud de calidad.
De acuerdo la Organización Mundial de la Salud existen cuatro modelos de sistemas de salud: universal, del seguro social, de seguros privados y asistencialista.
Hay que recordar que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), fundado en 1943 por el presidente Manuel Ávila Camacho, tuvo como referencia histórica al sistema de seguridad social puesto en marcha en la Alemania de Bismark. Este modelo se caracteriza por la cobertura de prestaciones sociales a la clase trabajadora mediante la normatividad que rige las relaciones contractuales y el financiamiento es por aportes y contribuciones de los empresarios y los trabajadores.
Por el contrario, el modelo universal se caracteriza por tener financiación pública con recursos procedentes de impuestos y acceso universal a los servicios suministrados por el Estado. El ejemplo a seguir para el gobierno mexicano es Dinamarca, donde todos los servicios médicos son gratuitos (con excepción de farmacia, odontología, fisioterapia y podología) y el 99 por ciento de la población tiene asignado un médico especialista en atención primaria.
En el modelo de seguros privados, el mejor ejemplo es Estados Unidos donde todos pagan de su propio bolsillo los servicios de salud, por medio de más de mil 500 empresas privadas de seguros. Si bien el gobierno administra planes de salud financiados, como Medicare y Medicaid, estos planes están orientados a proteger a los ancianos, los discapacitados y los pobres. En consecuencia, 48% de la población estadounidense recibió un seguro médico privado a través de su empleador; 5% lo compró de forma independiente; 13% está cubierto por Medicare; 18% por Medicaid y 16% no tienen seguro médico.
En 2010, la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio, conocida como Obama Care, tuvo objetivo aumentar la cantidad de ciudadanos estadounidenses poseedores de cobertura médica en todo el país. Con los cambios que hizo el Presidente Biden al Obamacare se aumentó de manera considerable el crédito del Gobierno (Bidencare), por lo que bajaron las primas mensuales de los seguros e incluso muchas personas más tuvieron acceso a un plan de salud.
Sin embargo, “el sistema de salud estadounidense está averiado”, señaló recientemente Aaron E. Carroll, director general de Salud de la Universidad de Indiana, en un artículo publicado en el New York Times, donde lamentó que los estadounidenses “somos uno de los pocos países desarrollados que no tienen cobertura universal. Gastamos una cantidad extraordinaria en sanidad, mucho más que cualquiera. Y nuestros resultados generales son, en el mejor de los casos, mediocres”. RDM