Leona Vicario
Enriqueta Burelo/Ultimátum
Una de las frases más citadas en los últimos días “Tiempo de Mujeres” en tanto que la participación política de nuestro sexo, ha escalado posiciones que considerábamos imposibles, sin embargo, la presencia de las mujeres, ha sido una constante en lo que hoy es el territorio mexicano. Durante la guerra de independencia al lado de Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario, había cientos de mujeres, como Gertrudis Bocanegra, Mariana Rodríguez o Carmen Camacho, que se encargaban de convencer a soldados realistas de pasarse con los insurgentes; pagaban con su dinero y joyas la fabricación de rifles, cañones y balas; suministraban papel y tinta para los periódicos; enviaban alimentos y ropa o ayudaban a las familias de los insurgentes muertos o encarcelados. No todas corrieron con la misma suerte, pues algunas fueron capturadas, sentenciadas y condenadas muchas veces al encierro y hasta a perder la vida.
Leona Vicario, heroína de la independencia, primera periodista, su vida es reflejo de la incipiente liberación femenina de la época y representa la lucha por la igualdad, la libertad y la justicia, así como la reivindicación de los derechos de las mujeres.
Inicia su participación política como espía e informante de los insurgentes, aprovechando su estratégica posición al pertenecer a la aristocracia de la época lo que le permitía enterarse de noticias importantes para el movimiento y pone también su fortuna al servicio de la insurgencia. Ingresa en una sociedad secretara llamada Los Guadalupes.
A través de su padrino (eminente abogado que fue rector de la Real y Pontificia Universidad de México (conoció a su esposo, Andrés Quintana Roo, oriundo de Mérida, Yucatán, hoy considerado otro de los próceres de la independencia mexicana. Ambos se influenciaban y admiraban, y se unieron oficialmente a la lucha insurgente junto a Morelos.
Su primera detención ocurrió en febrero de 1813, cuando fue delatada por conspirar contra la Corona española, apoyando el aprovisionamiento de las fuerzas insurgentes. Fue encarcelada en el Convento de Belén de las Mochas y sometida a proceso por la Real Junta de Seguridad y Buen Orden. Fue interrogada respecto a sus conexiones con los insurgentes, pero nunca delató a ninguno de sus compañeros ni sus acciones. Luego de fugarse con la ayuda de López Rayón, Leona se reencontró y casó con Quintana Roo. A la pareja se le ofreció un indulto a cambio de abandonar el movimiento de Independencia, pero se negaron.
Colaboraba en los periódicos El Ilustrador Americano (1812-1813) y el Semanario Patriótico Americano (1812- 1813), labor periodística que continuó hasta consumada la Independencia cuando, en 1831 –bajo el gobierno autoritario de Anastasio Bustamante—, fundó junto a su marido El Federalista.
Pasó junto a su pareja años de pobreza, hasta que, al triunfo del movimiento insurgentes, le cedieron bienes a cambio de los que habían sido confiscados y su esposo pudo volver a ejercer la abogacía.
Es curioso, entonces, como en nuestros días, se presenta un fenómeno, no se nos reconoce a las mujeres autonomía, ni la capacidad de tomar decisiones por nosotras mismas, Leona Vicario en sus últimos años de vida, sostuvo una polémica con el Secretario de Relaciones Exteriores, Lucas Alamán, quien en una carta le negaba su condición de heroína de la Independencia, simplemente “había seguido a su amante, y además había recibido pagos en casas y haciendas”.
A los hombres y también a muchas mujeres, les cuesta entender que el amor no es una cuestión personal sino política es el primer paso para la superación de la construcción patriarcal de la identidad de las mujeres ya que desde dicha cultura se expropia a las mujeres de la autoridad para auto identificarse.
Leona Vicario contestó: “Mi objeto en querer desmentir la impostura de que mi patriotismo tuvo por origen el amor, no es otro que el muy justo deseo de que mi memoria no pase a mis nietos con la fea nota de haber yo sido una atronada que abandoné mi casa por seguir a un amante (…).
“Todo México supo que mi fuga fue de una prisión y que ésta no la originó el amor, sino el haberme apresado por un correo que mandaba yo a los antiguos patriotas (…) Confiese usted, señor Alamán, que no sólo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres: que ellas son capaces de todos los entusiasmos y que los deseos de gloria y libertad para la patria no les son unos sentimientos extraños; antes bien suelen obrar en ellas con más vigor. Son más desinteresados y parece que no buscan más recompensa que la de que sean aceptados”.
El 21 de agosto de 1842, a los cincuenta y tres años, muere Leona Vicario, sus restos se reunirían con los de Andrés Quintana Roo en el Panteón de Dolores; y a partir de 1925 reposan en la Columna de la Independencia, sí, ese monumento que se creó para conmemorar los cien años del inicio de la lucha. En 1948 el Congreso de la Unión de México emitió un decreto con el cual se escribió su nombre con letras de oro en el Muro de Honor.
Leona Vicario dedicó su vida a luchar por la Independencia, fue fiel a sus convicciones patrióticas y prefirió la persecución y el destierro antes que renunciar. Pertenece a una generación que pavimentó el camino para las siguientes generaciones de mujeres. Sus contribuciones son fundamentales para que México surgiera a la vida independiente.
Al igual que otras mujeres mexicanas, como Sor Juana Inés de la Cruz, Josefa Ortiz de Domínguez, Florinda Lazos, la Comandante Ramona. Rosario Castellanos, nos enseñó que podemos cambiar el paradigma y demostrar que las mujeres somos igual de capaces que los hombres y merecemos las mismas oportunidades.
#EsTiempodeMujeres
enriquetaburelomelgar@gmail.com