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DEMOCRACIA VIRTUAL

4 de octubre de 2023
en DEMOCRACIA VIRTUAL, Opiniones
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Elecciones bajo amenaza

Eugenio Hernández Sasso/Ultimátum

A ocho meses de la elección del 2024, y, en me­dio de una an­ticipadísima lucha por el poder político, la violencia ensombrece los procesos en todo el país y Chiapas no es la excepción. La sangre es­parcida en el territorio na­cional y el canto de las armas en la frontera Sur causa te­rror en la población.

Los hechos sangrien­tos en la designación de la Coordinación Nacional de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación advirtieron lo que viene y, en el caso local, el asesinato de dos encuestadores secues­trados hace unos días en Juárez, Chiapas, y uno que hasta el momento desapa­recido recrudece el peligro.

En los últimos años, Chiapas ha sido escenario de diversas manifestaciones de violencia que han afectado la paz y la estabilidad social. Según comentan algunos, el problema se ha genera­do por la lucha que sostie­nen dos cárteles por la ruta que representa el trasiego de droga, tráfico de armas, personas, ganado y muchas cosas más.

Secuestros, asesinatos, balaceras y hasta desfile de carros repletos de cri­minales armados hasta los dientes no solo amenazan las elecciones en este esta­do del Sureste, sino también ha dejado a miles de estu­diantes fuera de las aulas, por el terror que invade a la población.

Esta problemática, cier­tamente, adquiere una re­levancia aún mayor ante la cercanía de las elecciones de 2024, donde se renovarán la gubernatura, las senadu­rías, diputaciones federales y locales, así como 124 pre­sidencias municipales. La realidad la viven los chia­panecos, aunque el presi­dente Andrés Manuel López Obrador la niegue desde su altar mañanero.

La violencia plantea serios desafíos al proceso electoral, amenazando la participación ciudadana y la posibilidad de un ejerci­cio democrático justo. Los políticos han empezado a le­vantar la voz, porque hasta el momento las autoridades a cargo del desarrollo de los procesos reconocen 16 pun­tos rojos.

Sin embargo, los respon­sables de que los habitantes de Chiapas vivan esta situa­ción son precisamente quie­nes se dedican a la política, porque desde el ejercicio del poder no han hecho nada para sanear el problema.

Como ejemplo mencio­namos que durante el pro­ceso de elección de quien habría de coordinar los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación de Morena, se registró la muer­te de José Fuentes Brito du­rante un aparente asalto en la Autopista del Sol, y Da­niel Flores en un accidente aéreo, en Veracruz, ambos eran operadores políticos y patrocinadores de Marce­lo Ebrard y Adán Augusto López Hernández, respec­tivamente.

Ahora, apenas hace tres días, cinco encuesta­dores fueron secuestrados en un hotel del municipio de Juárez, Chiapas, de los cuales dos mujeres fueron liberadas, dos hombres aparecieron asesinados con huellas de tortura y un men­saje del CJNG en villa Chon­talpa, Tabasco; en tanto que otro hombre no aparece has­ta ahora.

El gobierno desestima la gravedad de la situa­ción prevaleciente en toda la nación, pero cotidiana­mente están bajo fuego de los criminales los estados de Michoacán, Guerrero, Sinaloa, Jalisco, Zacatecas, Guanajuato, Chihuahua, Nuevo León, Tamaulipas, San Luis Potosí, Morelos, Puebla, Oaxaca, Veracruz y Chiapas, por mencionar los más intensos.

La violencia en Chiapas no es un fenómeno nuevo, ha sido persistente durante años y ha tenido raíces pro­fundas en diversas proble­máticas sociales, políticas y económicas. Desde los conflictos agrarios hasta el narcotráfico y la criminali­dad común, la violencia ha dejado una estela de dolor y sufrimiento en comuni­dades enteras. Además, la presencia de grupos arma­dos y la polarización políti­ca añaden tensiones que no pueden ser ignoradas.

Por mencionar algunos sucesos del pasado, la his­toria registra, en 1994, el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Na­cional (EZLN) que marcó un momento importante en la historia política y social de la región. En este episo­dio, se produjeron enfren­tamientos entre indígenas y las fuerzas armadas del gobierno, lo que resultó en numerosas muertes y des­plazamientos.

En 2006, asimismo, du­rante el periodo electoral se registraron incidentes vio­lentos en diferentes partes del estado. Hubo confronta­ciones entre simpatizantes de diferentes partidos polí­ticos y se reportaron casos de intimidación y agresio­nes físicas.

La elección de alcal­des en varios municipios de Chiapas, en 2017, fue acompañada de conflictos y violencia. Hubo enfrenta­mientos entre grupos políti­cos rivales, lo que ocasionó lesiones y muertes.

Esos son algunos sucesos del pasado, y, más reciente­mente, en 2021, se tuvieron que realizar seis procesos extraordinarios “por falta de condiciones”, de los cuales dos todavía están pendien­tes por la proliferación de la violencia.

Sin embargo, si los ac­tores políticos ponen en marcha estrategias que, ba­jo el marco de la legalidad, pongan fin a la barbarie y promuevan la garantía de los derechos ciudadanos, la elección de 2024 podría re­presentar una oportunidad para el cambio.

Este evento comicial puede ser un punto de in­flexión para construir una nueva narrativa en Chiapas, en la cual la paz, la justicia y la participación ciudadana sean las bases para el desa­rrollo sostenible del estado.

En este desafío, la pre­gunta es ¿estarían dispues­tos todos los actores invo­lucrados a comprometerse a rechazar la violencia y a promover un proceso elec­toral justo, transparente y seguro? ¿Le conviene al gobierno que el proceso se lleve en paz o que mediante el terror sembrado la gente no salga de sus casas a emitir sus votos a favor de las pro­puestas de su preferencia?

SASSÓN

En 2024 la población de­manda un ambiente propicio y seguro para que los ciuda­danos ejerzan su derecho al voto de manera libre y sin coacciones. Para lograrlo, se requiere voluntad del gobier­no, partidos y actores políti­cos. El problema es el riesgo de perder el poder.

Sasso89@hotmail.com

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