En una ceremonia en 1975, recién inaugurada la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), el presidente Luis Echeverría terminó uno de sus largos discursos: “Se ha repetido que Chiapas es un gigante dormido” y lo es – afirmó – pero ¿Cómo despertarlo?, ¿cómo actualizar sus potencialidades? Hasta la fecha, el reto de despertar al gigante dormido se ha convertido en una frase recurrente de los políticos chiapanecos en campaña. Hubo, en cambio, un “violento despertar”, el primero de enero de 1994, por la irrupción de la guerrilla del EZLN, que logró el reconocimiento constitucional de los derechos de los pueblos indígenas, pero Chiapas no sólo sigue siendo el estado más pobre y atrasado del país, sino que en los últimos años se enfrenta a una crisis migratoria y de inseguridad. Ahora, el gobierno de la Cuarta Transformación tiene una iniciativa para conectar al nuevo Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) con los nueve estados del sureste del país, que en conjunto sólo aportan el cinco por ciento del valor total de las exportaciones. Desde el inicio del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha sido prioridad el desarrollo del sureste mexicano.
A pesar de las fuertes críticas y protestas, el gobierno impulsó proyectos como el Tren Maya, el corredor ferroviario del Istmo de Tehuantepec y la refinería de petróleo Dos Bocas. Es un nuevo intento para despertar al gigante. En aquellos años del gobierno de Echeverría, cuando se hizo una de las primeras tentativas, la federación destinó una gran cantidad de dinero para continuar el sistema hidroeléctrico del Grijalva, terminando la presa Dr. Belisario Domínguez “La Angostura” (1974) y la presa Ing. Manuel Moreno Torres “Chicoasén” (1980), además de que Pemex inició la perforación de pozos en los recién descubiertos yacimientos petroleros en el municipio de Reforma.
Sin embargo, el peso extralimitado del poder de la federación, a través de las delegaciones, principalmente la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex), que asumieron la conducción de los programas de desarrollo, significó la pérdida de autonomía y poder para el gobernador, que en esa época era el doctor Manuel Velasco Suárez, abuelo del “Güero” Velasco, que, al paso del tiempo, también ocuparía la gubernatura chiapaneca. En el aire quedaron las alternativas del desarrollo industrial y sin eco la solicitud del gobernador de crear en Chiapas una planta petroquímica y una nueva ciudad en el municipio petrolero de Reforma.
Aún así, Velasco Suárez impulsó la creación de Puerto Madero y el Aeropuerto de Llano San Juan, proyectos que terminaron en fracaso. Años después, tras la derrota priísta, el presidente Vicente Fox anunció el Plan Puebla – Panamá, como el proyecto de desarrollo económico y social para Mesoamérica, incluyendo a Chiapas y otros estados del sureste. Otro plan que nunca se consolidó y se diluyó al paso del tiempo. Ahora, en estos tiempos de la Cuarta Transformación, el corredor ferroviario del Istmo de Tehuantepec, retomó el viejo proyecto porfirista que fue exitoso durante siete años (entre 1907 y 1914), hasta que se inauguró el Canal de Panamá y después declinó drásticamente al estallar la Revolución. El potencial de la ruta del Atlántico al Pacífico, a través del Istmo de Tehuantepec, ha vuelto a ser apreciado, en el proyecto del gobierno de López Obrador para crear en esa zona diez polos de desarrollo, mediante estímulos de la Secretaría de Hacienda. Este plan se basa en el “nearshoring”, que consiste en mudar las fábricas del país de origen a uno más cercano en el que todo sea más barato: el salario de los obreros, la electricidad, los combustibles, los insumos y hasta los impuestos.
La apuesta es que, por su ubicación, el Istmo de Tehuantepec, cercano a Estados Unidos y los mercados de Asia – Pacífico, atraiga inversiones y se convierta en un polo de producción renovado para la región de Norteamérica en el marco del TMEC. La plataforma logística del Istmo comunicará a la región con Centroamérica y la península de Yucatán mediante el ferrocarril que va de Salina Cruz a Tapachula y de Coatzacoalcos a Palenque, que se vinculará con el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas. Por otra parte, destacó en su portada el periódico Milenio, el gobierno de Estados Unidos, a través de su Agencia para el Desarrollo Internacional (Usaid, por su sigla en inglés), tiene proyectado movilizar más créditos y apoyos técnicos al sur de México, que sirvan para impulsar la economía de la región y en conjunto generen más de 250 millones de dólares anuales en ventas e inversiones. “Entre 2021 y 2023, los programas de Usaid en el sur de México movilizaron casi 30 millones de dólares, beneficiando a más de 48 mil personas. La agencia está en camino de seguir aumentando el impacto y generar más de 250 millones de dólares en ventas e inversiones”, expuso en su reporte la Oficina de la Representación Comercial de Estados Unidos (USTR). De acuerdo con el último informe sobre los resultados del Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN) entre ambas naciones, esto es una medida para mitigar el movimiento poblacional y la migración, tema urgente que será tratado el próximo 5 de octubre en el Diálogo de Alto Nivel sobre Seguridad. RDM