En una reacción inusual por parte del gobierno cubano, tanto Miguel Díaz Canel como el canciller Bruno Rodríguez escribieron sendos mensajes de condolencias en Twitter, por la muerte de diez mujeres migrantes cubanas, en el accidente carretero, ocurrido el domingo en Chiapas, donde señalaron a Estados Unidos por su “responsabilidad” con “la emigración irregular y desordenada de cubanos que llegan o se proponen llegar a sus fronteras”. Sin embargo, ambas publicaciones generaron cientos de comentarios de cubanos indignados que culpan a su gobierno de la crisis que ha llevado a miles de sus compatriotas a poner en peligro su vida con tal de abandonar el país caribeño.
La última vez que estuve en Cuba, fue en noviembre de 2016, por lo me tocó vivir la noticia del fallecimiento de Fidel Castro. Fue un fin de semana; estaba hospedado en el hotel Barceló de Varadero y esa noche del viernes 25 de noviembre, la música calló y prácticamente se suspendieron las actividades turísticas. Durante los nueve días de luto nacional cesaron las actividades y espectáculos públicos, la bandera ondeó a media asta, en tanto que la radio y la televisión mantuvieron una programación informativa, patriota e histórica.
El sábado estaba previsto el primer concierto en Cuba del tenor español Plácido Domingo, que también se suspendió. Ese año, el 25 de marzo, se había realizado el primer concierto de rock de los Rolling Stones en la Habana; días antes, el 21 y 22 de marzo, el presidente Barack Obama visitó la isla y en el malecón, cerca del Morro, estaba la embajada de Estados Unidos, donde ondeaba la bandera de las barras y las estrellas, como evidencia de que las relaciones se habían restablecido el 20 de julio de 2015.
La mayoría de los cubanos, principalmente los jóvenes, se mostraban optimistas ante la incipiente apertura al capital privado, una medida que beneficiaba a los turistas a través de las casas de huéspedes y los famosos “Paladares”, como el San Cristóbal, donde comió Obama, el de Doña Eutimia y, uno sencillo pero con riquísimos platillos, llamado Fonda La Paila, ubicado detrás del hotel Habana Libre, muy cerca del famoso Hotel Nacional, en el barrio El Vedado. Parecía que pronto se levantaría el bloqueo, incluso pensé en la fuerte competencia que esto le significaría a los hoteleros de Cancún, pero en junio de 2017, el presidente Donald Trump cambió la política de Estados Unidos respecto a Cuba, principalmente para atraer a los votantes cubano estadounidenses de Florida.
En Cuba, la crisis económica, la escasez de alimentos y medicinas, agravada por las sanciones de Estados Unidos y la pandemia del Covid, generaron las protestas de julio de 2021 y el incremento de la migración. A juicio del gobierno cubano esto se debe a la política migratoria estadounidense que está “privilegiando” al migrante irregular con la Ley de Ajuste Cubano, que les facilita la obtención de refugio y residencia.
Durante el último año, casi 250 mil cubanos, más del dos por ciento de los 11 millones de habitantes de la isla, han emigrado a Estados Unidos, la mayoría llegan a la frontera sur por tierra, según datos del gobierno estadounidense, publicados por el New York Times. Incluso para una nación conocida por el éxodo masivo, el movimiento actual es notable: más grande que la suma del éxodo del Mariel de 1980 y la crisis de los balseros cubanos de 1994, que hasta hace poco eran los mayores eventos migratorios de la isla, destacan los periodistas Frances Robles y Ed Augustin. En este contexto, sucedió la tragedia en Chiapas.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, lamentó la muerte de las diez mujeres cubanas y dijo que ya es momento de que se deje de lado la politiquería y los gobiernos comiencen a atender las causas de la migración, fenómeno que tiene sus orígenes en la pobreza, la desigualdad, la marginación y la exclusión. De acuerdo a las Escrituras Bíblicas, que gusta repetir nuestro presidente, podrían recordarse las palabras Jesús, citadas por Juan el Evangelista: “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Su crítica a la “politiquería” en materia de migración, pudo estar dirigida al gobierno de Estados Unidos pero también al de Cuba, e incluso ser una autocrítica, porque la desesperación por salir de Tapachula, hartos de los largos procesos migratorios, fue lo que impulsó a 35 migrantes, incluidas las cubanas fallecidas, a viajar en el vehículo, sin placas, que se accidentó.
Hace poco más de un año, el 27 de junio de 2022, se descubrieron los cadáveres de 53 migrantes, 26 de ellos mexicanos, en el interior de un tráiler abandonado en las afueras de San Antonio, Texas. Interrogado al respecto, el embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, responsabilizó del flujo migratorio a los “gobiernos que no trabajan”, como Nicaragua, Venezuela y Cuba. Mientras tanto, el presidente Joe Biden autorizó los vuelos chárter entre Estados Unidos y La Habana, y este año reanudó los servicios consulares en su embajada en Cuba. Una política que, tal vez por la crisis humanitaria de la migración, logre, al fin, terminar con el embargo. RDM