El dialogo de alto nivel México y EU resulto desconcertante por coincidir con el anuncio de seguir adelante con el “muro” de Trump. El intercambio de elogios naufragó en un mar de confusión y duda sobre qué hacer para resolver las crisis, como la migratoria o del fentanilo, ante la imposición de barreras de la política de “seguridad fronteriza”. Difícil momento para la luz verde de Biden a la valla en Texas, y además admitir que nada resolverá. Para López Obrador es “medida publicitaria”, pero la presión es real y aumenta. ¿Entonces, cuál es el modelo migratorio? Como justificó el secretario de Seguridad Nacional de EU, Alejandro Mayorkas, “no teníamos opción” porque es obligación legal utilizar recursos asignados en 2019 con Trump para el “muro”, a pesar de la decepción de sectores demócratas. Tampoco restó preocupación a México: “Preferimos edificar puentes y no muros”, dijo la canciller Alicia Bárcena. Biden era el único que no había construido muro. Frente a su promesa rota, el diálogo se diluyó entre la sorpresa y la tentativa de negar un giro migratorio del demócrata.
La política de tercer país seguro que de facto sigue el gobierno mexicano para contener la migración, no alcanzó para evitar que la agenda bilateral sea rehén de la disputa electoral en Washington. Tampoco las expresiones de satisfacción por la cooperación contra el fentanilo pudieron ocultar que la exigencia de mayores acciones de “seguridad” avancen en el consenso republicano. Los esfuerzos mexicanos por disuadir de los resultados de la cooperación llegan tarde a la campaña electoral estadunidense. El performance de la visita de la delegación de alto nivel, encabezada por el secretario de Estado, Antony Blinken, perdió brillo en la irresolución. ¿Cuáles riesgos se abren en la agenda bilateral? El primero, que la apuesta de los demócratas por la cooperación pierde rendimiento electoral y se extiende el pensamiento conservador que ve pocos resultados en la política de Biden. Y segundo, que las medidas unilaterales expresan el avance de la narrativa de los republicanos de atacar a los cárteles mexicanos y volver a las barreras fronterizas.
Pero, según López Obrador, la delegación de EU quedó “sorprendida y muy satisfecha” por la detención de capos, que son “símbolo poderoso” de colaboración, como destacó el fiscal Merrick Garland por la extradición de Ovidio. También por decomisos y cierre de laboratorios de fentanilo, aunque se siga negando que se produzca en México. No así el Cártel de Sinaloa, que parece recular ante la amenaza de recibir trato de terroristas. Días antes de la reunión aparecieron en Sinaloa mantas atribuidas a Los Chapitos con mensajes para prohibir la producción y venta de fentanilo, ¿quién se los pidió? Entre los candidatos presidenciales republicanos avanza el consenso de poner en el centro de la agenda la seguridad fronteriza, por encima de soluciones a la migración e imponer mayores acciones para “ayudar” a México a desarticular a los cárteles. Eso no significan botas militares en el territorio, hay otro tipo de intervenciones que también vulneran la soberanía. A México no le conviene desestimar las presiones como “ridículas”, como calificó López Obrador a congresistas que votaron por retirar fondos de ayuda al país por no hacer lo suficiente contra el fentanilo.
El Presidente también percibe la amenaza y prueba de ello es la moderación de su discurso contra el muro. Confía en que Biden no avanzará en su edificación y que tampoco duda del trabajo de México contra el fentanilo. Pero convendría no dejar de ver que en EU se impone la visión punitiva contra la migración y el regreso de la retórica de la “guerra contra las drogas”, ahora con el fentanilo. Lo que más debe preocupar a México es la impotencia de Biden para oponerse a las exigencias republicanas en migración y narcotráfico. El vuelco político en Washington podría ser mayor con la candidatura de Trump a la presidencia, que obliga a los demócratas a retroceder en su postura de colaboración sin trasgredir la soberanía de su socio, aunque no haya hecho todo lo que quisieran para contrarrestar la ofensiva de sus rivales políticos.