Monólogos Digitales
Enriqueta Burelo/Ultimátum
Hace unos días una compañera me comentó, me voy a salir de tal chat, porque no comparto la forma de pensar de la mayoría de las personas que lo conforman, con mis 68 años a cuestas, le comente, no puedes convivir solo con personas que piensan como nosotras, es importante ejercitar cada día nuestro sentido de tolerancia y respeto, en mi caso he tenido la oportunidad de practicarla en los últimos días como motivo de los grupos que se han formado en torno a tal o cual candidato o candidata, no es fácil, de repente se te quiere escapar el demonio de la intolerancia o simplemente dar una respuesta adecuada a un comentario totalmente alejado del sentido común –según yo-, creo que ya pronto seré una emula de Job -me digo a mí misma, bájale tres rayitas-, aquí si calladita te ves más bonita.
Estas burbujas, que podían ser pompas de jabón, siempre existieron desde antes que la web hiciera su aparición, leíamos revistas, periódicos que más se ajustaban a nuestros gustos, nuestra forma de mirar el mundo, escuchábamos la estación de radio que trasmitía la música que nos deleitaba, seleccionábamos los contenidos televisivos y radiofónicos en función de nuestros intereses, participábamos en las asociaciones y colectivos que mejor representaban nuestros ideales, solíamos frecuentar los espacios donde nos sentíamos cómodos y elegíamos nuestras amistades por motivos de afinidad. Toda nuestra vida se construía a partir de grandes burbujas.
El libro, La posverdad. Una cartografía de los medios, las redes y la política de Roberto Aparici y David García Marín, nos habla del fenómeno de la posverdad, considerado como una de las principales amenazas de la democracia actual, convierte a la ciudadanía en consumidora de noticias, la responsabiliza del alcance de las fake news a la vez que la empuja a la desconfianza, y cuestiona a los medios de comunicación y a la propia práctica del periodismo. Dedicado a las aportaciones de Jacques Derrida sobre la construcción de la mentira, éste es un trayecto, crítico, analítico y filosófico alrededor de uno de los desafíos más urgentes de nuestros días.
Los autores, señalan que la clave que explica la tendencia fake y la propagación de bulos y noticias falsas en las redes se encuentra en la radicalización derivada de la nueva gramática de la interacción de los usuarios tanto con la información como con los otros en la Red. En definitiva, cómo nuestro comportamiento dentro las burbujas digitales nos lleva hacia los extremos y cambia nuestras formas de representación del mundo.
En las burbujas analógicas, con nuestro radio de bulbos, la tele en blanco y negro a la cual le pegábamos a un costado cuando la imagen se distorsionaba y unos ganchos de ropa hacían las veces de antena, construíamos nuestra percepción del mundo en la soledad de nuestro cuarto, hoy somos bombardeados por información que nos llega por todos lados. Ruidosas, aceleradas y multitudinarias, estas burbujas digitales no nos sitúan en un bando ideológico. Fortalecen nuestro sentimiento de pertenencia a un grupo incrementando la distancia con los grupos contrarios. Producen universos sociales simbólica y efectivamente violentos.
Para la socióloga experta en cultura digital Zeynep Tufekci, “la lectura de los medios sociales se asemeja a lo que sucede en los estadios de fútbol, donde escuchas los gritos del equipo contrario mientras tú te sientas con los de tu bando”. Como señala Jaron Lanier, “integrados en una manada y llevados por la presión social del grupo, somos capaces de pensar y hacer cosas que serían inconcebibles en situaciones de soledad”.
Algo tan inocente como los hashtags de carácter político en Twitter, perdón X, perdón de inocente nada, producen una estructura narrativa de la misma tendencia ideológica que apenas deja espacio para la elaboración de contradiscursos que diversifiquen la conversación.
Vivimos en una burbuja de monólogos premiados por el like, algo así como cuando una amiga te dice, dale like al dibujo de mi sobrina para que gane un concurso, lo hacemos en automático, sin leer lo que compartimos le damos retweet, quien no ha regresado a borrar un like cuando se da cuenta que lo hizo en modo zombie.
Peligro!!!!
enriquetaburelomelgar@gmail.com