A cinco días del huracán Otis, más que lamentar la devastación de Acapulco y ofrecer pronta reconstrucción física de ese puerto que las autoridades estiman ilusamente lograrlo en meses, cuando en realidad va a tardar años, y de condolerse de la situación en que quedó mucho más del millón de afectados que entre lágrimas, enojo y reclamos urgen ayuda, lo que deben hacer es acelerar la entrega inmediata de víveres, como horas después de la tragedia lo hicieran la Cruz Roja, agrupaciones civiles y diversas instituciones. Lo peor y más grave es que se intente capitalizar esa tragedia con fines personales, políticos o electorales que contribuyen a agudizar la desconfianza ciudadana en el Gobierno en sus distintos niveles y áreas, en vez de brindar el apoyo que requieren no solamente los miles de habitantes del puerto, al que por razones obvias se les ha dado inmediata atención, sino otros municipios cercanos en que familias enteras perdieron seres queridos y moradas y reclaman una ayuda que siguen sin recibir. Como se esperaba, tras de que el INE ordenara que los partidos políticos deberán postular mujeres como candidatas a gobernadoras en cinco de los ocho estados y la CDMX en que habrá elecciones el año próximo, a la dirigencia de Morena se le complicaron los resultados de las encuestas que se iban a anunciar hoy, y se pospusieron hasta el 10 de noviembre.
Entre los varones que encabezan apoyos y simpatías de la militancia con amplias ventajas sobre las que ahora tendrán posibilidades de contender, cundió el malestar, entre reclamos y amenazas de algunos de irse a otros partidos, por el riesgo de ceder sus actuales posiciones, por acuerdo del Consejo General del organismo electoral. Antes de que esas inconformidades lleguen a convertirse en franca rebeldía de la militancia, que no se concreta solamente a actitudes como las de Marcelo Ebrard, Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, enredado como está por ese proceso interno, optó por dar dos semanas de tiempo con la intención de apaciguar el descontento que priva entre los que creían tener asegurada la postulación. ¿Quiénes buscan lucrar con la tragedia de más de un millón de personas afectadas por el huracán Otis en Acapulco? ¿Las organizaciones civiles e instituciones como la UNAM, que fueron las primeras en llevar ayuda, o los que insisten en que “sólo servidores públicos” puede hacer llegar víveres, medicinas y agua a los damnificados? Ante violencia de armados y encapuchados en Acapulco y alrededores, la gente instala barricadas.