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A ESTRIBOR

7 de noviembre de 2023
en A ESTRIBOR, Opiniones
A ESTRIBOR
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La gran estafa

Juan Carlos Cal y Mayor/Ultimátum

En nuestro país, como en res­to de América Latina, sole­mos atribuir todos los males al imperialismo Yanqui, a los ricos, a la cultura consumista, al capitalismo que nos ha vuelto ma­terialistas o ambiciosos y al mismo tiempo nada solidarios con los que menos tienen. La desigualdad social es producto de la voracidad del libre mercado y sistemas de gobierno que lo favorecen en demérito de las ma­yorías. El clasismo, el racismo y todas las formas posibles de discriminación son consecuencia del modelo neolibe­ral que, a decir de sus detractores, ha profundizado la diferencia entre los más que cada vez tienen menos y los menos que cada vez tienen más.

NUEVOS OLIGARCAS

Así educaron a varias generacio­nes justificado la imposición del esta­do intervencionista. Ha sido la estafa perfecta para empoderar a unos cuan­tos que luego se convierten en nuevos oligarcas cuando lo que ofrecieron fue liberar a sus pueblos del capita­lismo explotador. El problema es que cuando los estafados se percatan del engaño ya es demasiado tarde. Esos gobiernos se vuelven opresores y dic­tatoriales, destruyen las libertades, la democracia, la economía de merca­do, igualan sí a la mayoría, pero en la pobreza. Su narrativa es prolífica, no acepta discrepancias, inventan culpa­bles y crean enemigos para justificar la perpetuidad su fracaso.

LAS CULPAS

La dictadura cubana sigue culpan­do al imperio yanqui por el bloqueo económico a pesar que mantiene re­laciones comerciales con un sinfín de países incluyendo productos que ya no producen en exclusiva los Estados Unidos, sino las grandes trasnacio­nales. Su pueblo es pobre porque su modelo es un desastre. Es sin embargo la coartada perfecta para victimizarse y buscar países alcahuetes como Mé­xico, que los subsidien. El fracaso se debe a que no hay libre comercio, ni libertad de expresión y tampoco de­mocracia. Ya ni abundar con el tema de Venezuela o peor aún Nicaragua y otros países de la región que han abra­zado las promesas de los demagogos de izquierda y terminan cayendo en sus fauces, como ha sucedido en Colom­bia, Chile, Ecuador, Bolivia o Brasil.

NADO SINCRONIZADO

Eso si traen un discurso en nado sincronizado, mantienen comunica­ción permanente y se apoyan recí­procamente. Desestabilizan países, financian campañas, son profesio­nales del disturbio y también de la represión. Sin ningún rigor intelec­tual ni pudor político, a todo lo que se les opone le llaman derecha. SI hay un medio de comunicación crítico es la derecha, si es un organismo de la sociedad civil es la derecha, si hay in­conformidad social es la derecha. La palabra se ha estigmatizado al grado tal que hablar de derechas es hablar del fascismo redivivo de Hitler o Mus­solini y si algo tuvieron esos regíme­nes, es que se parecen mucho más a los de estos gobiernos autócratas que se dicen de izquierda.

LOS INTELECTUALES

La influencia educativa y cultural es tal, que no hay razonamiento ni evi­dencia empírica que haga cambiar de opinión incluso a intelectuales, esos a los que Gramsci llamaba “orgánicos”. Así los formaron en las universidades públicas. Lo correcto políticamen­te es ser de izquierda. Cuando se les acorrala con argumentos recurren al manido adjetivo de autoproclamarse de izquierda “social demócrata” como la de los países europeos. Nada más descabellado si al mismo tiempo no se atreven a descalificar categórica­mente a los dictadores y reyezuelos bananeros. Nada equiparables por­que en esos países, más aún los escan­dinavos, existe libre mercado de ma­nera tan natural como el oxígeno. El estado cobra altos impuestos y brinda educación y salud de forma gratuita, pero con los más altos estándares de eficiencia y la vez autoexigencia. Esa es la enorme diferencia.

HÉROES Y VILLANOS

Pero nuestros demagogos siguen buscando siempre a quien culpar de sus fracasos como el alumno que miente porque no hizo la tarea. Elon Musk, Steve Jobs, Jeff Bezos o Bill Ga­tes son íconos admirados y ejemplos a seguir en los países libres. En México y América Latina no pasa lo mismo con los empresarios exitosos. Para los seguidores de Amlo, Ricardo Salinas el dueño de Elektra, es un estafador, usurero y evasor fiscal. Claudio X. González el villano favorito de la 4t. Su familia es propietaria de Kimberly Clark, comercializador de un sinfín de productos del supermercado que son distribuidos en más de 175 países, por no decir todo el mundo. Se les ve con recelo, no con admiración. A nadie le interesa saber si el origen de su fortu­na comenzó en un garage, codician su riqueza y los odian por eso.

PARÁSITOS

Ellos son ricos porque el modelo es injusto. Porque no se puede tener tanto dinero habiendo tanta pobreza. No importa cuántos empleos generen. No importa que hayan empezado casí de la nada y tardado dos generaciones para tener éxito. Son los malos y lo menos es que paguen más impuestos. Lo que ha hecho Salinas Pliego no es otra cosa que defenderse legalmente contra los cobros de impuestos. Esta en su derecho como cualquier otro y si la autoridad hacendaria no ha podido fundamentar y justificar sus cobros, el no tiene porque pagar.

Redistribuir la riqueza… de los de­más. Para eso se pintan solos. Le lla­man justicia social. Solo los parásitos que se crian y dependen de las dádivas del estado despotrican contra perso­nas como Salinas Pliego. El presidente no tiene porque presionar a los jueces para sacarle dinero al empresario. El gobierno es el parásito mayor, vive de lo que pagan quienes trabajan, pero eso no lo va entender nunca el presi­dente. En el caso de Salinas Pliego, ya se topó con pared y creame si les digo que tiene todas la de perder.

jccymf@yahoo.com

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