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19 de diciembre de 2023
in BALANZA LEGAL, Opiniones
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“Santa Claus y la Magia de la Navidad”

Rodolfo L. Chanona/Ultimátum

A unos días de que llegue la Navi­dad, queremos recordar a uno de los rostros más represen­tativos que esta tiene (Papá Noel o Santa Claus). Figura de la ilusión de los más pe­queños, ya que, es el encar­gado de aportar los regalos a todas las casas en la víspera del día de navidad. Cuán­tos en nuestra infancia, no creímos en la magia de ese personaje alto, robusto, de barba larga y blanca, con traje de pantalones rojos, botas negras y un gorro que combina con su traje rojo; aún muchos, seguimos cre­yendo en esa fascinante ma­gia de la navidad, heredando a nuestros hijos, la hermosa tradición navideña de creer en Santa Claus.

Sabemos que cada ma­drugada del 24 al 25 de di­ciembre, viene Santa Claus a traer los regalos más desea­dos por cada persona, pero cuantas veces nos pregunta­mos de pequeños ¿quién es? y ¿cuál es la historia verda­dera de Santa Claus?

Y es ahí, donde nos en­contramos con la fascinante historia de San Nicolás de Mira (o Myra) o San Nico­lás de Bari, quién fue un sa­cerdote consagrado como Obispo de Myra, el cual, en alemán se llama “Sankt Ni­kolaus”, razón por la que lo empezaron a llamar Santa Claus, caracterizándose por su altruismo, toda vez que, repartió todas sus riquezas entre los pobres e ingresó a un monasterio, siendo muy querido por la cantidad de milagros que concedió a los fieles.

El Santo murió el 6 de diciembre del año 345. En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad donde fue obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los mahome­tanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí en secreto, las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari en Italia, ciu­dad en donde se obtuvieron tan admirables milagros por su intercesión, tanto que su culto, llegó a ser sumamente popular en toda Europa. Es Patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía.

Los milagros y buenas obras que se atribuyen a San Nicolás, comienzan con una conocida anécdota que ex­plica la relación del Santo con las fiestas navideñas y los regalos de Nochebuena. “Sabiendo Nicolás que unas jóvenes no podían contraer nupcias con sus novios por falta de dote, dejó caer por la chimenea de la casa de las jóvenes unas monedas de oro que quedaron en las me­dias que ellas habían deja­do secando frente al fuego”, siendo de esta anécdota en donde surge en occidente, la vieja costumbre de poner medias o calcetines en no­chebuena, para que el San­to deje los regalos, siendo desde entonces, el protector de los matrimonios y de las gentes con dificultades eco­nómicas.

En el siglo XII, creció la tradición católica de San Nicolás por todo el conti­nente europeo y en el siglo XVII emigrantes de origen holandés exportaron esta costumbre a Estados Uni­dos. Y así se creó la historia de Papá Noel.

Desde hace más de siete décadas en México, la figura de Santa Claus ha formado parte de las tradiciones na­videñas de los mexicanos, se tiene registro de la apa­rición de este personaje en algunas jugueterías de la ciudad de México en la dé­cada de 1920, sin embargo, es alrededor de 1950 cuando de la mano de una compa­ñía refresquera su presen­cia aumentó considerable­mente, considerándose en algún momento por algunos grupos de la sociedad, como un personaje extranjero in­deseable, portador de una cultura ajena y una moder­nidad vinculada estrecha­mente a la sociedad de con­sumo, lo cual, fue originado por defender las tradiciones católicas mexicanas, como los Reyes Magos.

Las transformaciones económicas que vivió Mé­xico en la década de 1950 y su incesante búsqueda de modernidad, propiciaron un terreno fértil para el surgimiento de esta nueva tradición. Santa Claus se convirtió en un espacio de disputas religiosas e ideo­lógicas, pero también, en un espacio de reflexión y dis­cusión sobre lo nacional y lo propio, en un país que, se veía enfrentado a la cada vez mayor trasnacionalización de rasgos culturales.

En poco tiempo, las fi­guras de Santa Claus y los Reyes Magos aprendieron a convivir, no solo por la re­ceptividad de los mexicanos a la influencia estadouni­dense, sino porque los co­mercios notaron que, tener ambos personajes en el gus­to de los niños, favorecía el consumo tanto en la Navi­dad como el Día de Reyes.

Sin embargo, lo que qui­siéramos destacar de esta noble tradición navideña, son los valores que la acom­pañan, como la ilusión, el amor, la paz, la alegría, la positividad, la solidaridad y la unión familiar; su­mándose al significado de la navidad, para alimentar el espíritu y el disfrute de las pequeñas cosas de la vi­da, conmemorándose con­juntamente con la religión cristiana el nacimiento de Jesucristo.

Valores que deberíamos rescatar todos los días, toda vez que, nos permiten co­adyuvar en la construcción de una sociedad más soli­daria, respetuosa, humilde y pacífica, ante tiempos de tanta violencia por las que transita nuestro país. Sien­do la magia de la navidad lo que nos permite reflexio­nar los acontecimientos de todo el año que transcurrió y planear nuestros mayo­res deseos para el año que se aproxima, manteniendo ese optimismo que nos ca­racteriza a los mexicanos.

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