Una poética de la insurgencia zapatista
Enriqueta Burelo/Ultimátum
La revolución zapatista no comenzó el 1º de enero de 1994, dio inicio en el momento mismo en que las mujeres decidieron hacer valer su palabra, su dignidad forjada en cuerpo, su rebeldía y lucha, convirtiéndola no solo en ley sino en principio y practica dentro y fuera de las comunidades de influencia insurgente, en la evolución que sufrió la rebeldía y la protesta indígena de los últimos 30 años, las mujeres estuvieron en primera fila.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) conmemoró el lunes el 30 aniversario de su aparición pública y alzamiento, en medio de una gran pérdida de su base social provocada por la migración de los jóvenes y la crisis de violencia que enfrenta el sureño estado de Chiapas por la disputa de cárteles de la droga.
A pesar de estas condiciones, cerca de 5000 personas, periodistas, académicos, jóvenes seguidores, acudieron al Caracol Dolores Hidalgo, en el corazón de Ocosingo, a celebrar con encuentros deportivos, conferencia, talleres y por supuesto, el baile, las maniobras militares se llevan a cabo a ritmo de cumbia.
Presente en la celebración de tres décadas de lucha, la socióloga Sylvia Marcos integrante de la Red de Feminismos Descoloniales, inmersa en el mundo femenino indígena –su primer estudio fue sobre las curanderas, mujeres que, a diferencia de las feministas occidentales, no se consideraban víctimas y tenían su lugar dentro de sus culturas–, confrontando sus diversas cosmovisiones con las corrientes del feminismo occidental y en constante diálogo con mujeres indígenas de todo el mundo –Sylvia ha sido una viajera incansable–, descubrió que el mundo indígena no sólo ha producido un feminismo que ella llama “descolonial”. Descubrió también que ese feminismo, además de tener una noción menos confrontativas y excluyentes del género, aporta muchas cosas nuevas e importantes no sólo a las luchas feministas, sino también a la resistencia indígena y a la creación de un mundo distinto al que surgió de los procesos económicos del capitalismo.
En este marco de celebración da luz, la antología Una poética de la insurgencia zapatista, la cual se plantea como una reivindicación de su lucha, de la mano de una autora, Sylvia Marcos, cuyos trabajos, en palabras de Karina Ochoa, “son relevantes y pertinentes no sólo porque tienen como hilo conductor la voz de las mujeres zapatistas, sus andares, reflexiones, acciones.
En esta historia, las mujeres en especial las comandantes Susana y Ramona, han desempeñado un papel protagonista desde fechas muy tempranas, no sólo reivindicando sus derechos en el seno de sus propias comunidades, sino también ocupando un papel activo en la organización política y social del movimiento.
A Susana le tocó recorrer las comunidades para hacer de las necesidades y derechos de las mujeres, una ley, la Ley Revolucionaria de las Mujeres Zapatistas, en ella están presentes sus prioridades de igualdad y justicia.
Hoy más que nunca es necesario escucharlas: es mucho lo que tenemos que aprender de ellas, y no siempre se les ha prestado la debida atención. Su lucha, nuestra lucha, aún dista mucho de haber terminado.
Y para concluir esta reflexiones a 30 años de aquella madrugada en la Chiapas, México y el Mundo se cimbro con la declaración de guerra de la selva lacandona, un punto vital es el famoso enunciado “mandar obedeciendo”, que desmonta y desestructura de inmediato toda la lógica global de la política tradicional, basada en la rígida separación y oposición del mando y de la obediencia, sino que también abre e instaura el espacio de otra lógica posible, completamente diversa, para abordar el problema de la gestión de los asuntos colectivos, desde otra lógica, desde “otro modo de ser, humano y libre” como diría Rosario Castellanos.
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