El 07 de febrero de 1964, el cuarteto fabuloso, The Beatles, llegó a los Estados Unidos de Norteamérica, para ser recibidos por 5,000 seguidores, en su mayoría muchachas hoy casi nonagenarias.
✍🏽José Natarén
Hace apenas seis décadas, cuatro muchachos arribaron desde Londres -el Aeropuerto Internacional de Heathrow-hasta el homólogo JFK, en Queens, New York, para conquistar América, sajona y latina. Porque ya habían sembrado las semillas de su poderío del otro lado del Atlántico y en, poco tiempo -apenas dos años- su presentación en Japón terminó de convencernos que esto se trataba de un fenómeno cultural global. El 07 de febrero de 1964, el cuarteto fabuloso, The Beatles, llegó a los Estados Unidos de Norteamérica, para ser recibidos por 5,000 seguidores, en su mayoría muchachas hoy casi nonagenarias, el mismo número que despidió entre lágrimas y gritos a los oriundos de Liverpool, activos desde 1962, luego del periodo de Hamburgo y con antecedentes desde 1959.
Apenas dos días después, el 09 de febrero, John Lennon (1940), Paul McCartney (1942), George Harrison (1943) y Ringo Starr (1940) interpretaron “All My Loving”, “Till There Was You”, “She Loves You” y “I Saw Her Standing There” and “I Want to Hold Your Hand”. Esta presentación en el Show de Ed Sullivan, ante 50, 000 espectadores (siete veces más que los asistentes al debut de Elvis Presley, siete años atrás), alcanzó a más de 70 millones de televidentes, más del triple de la común y, a la sazón, la mitad del país. A esas alturas, el acta de defunción del rock and roll cumplía cinco años. En 1959, Elvis se enlistó en el ejército, Chuck Berry fue detenido por tener trabajadores ilegales en su bar, Little Richard tuvo su primera conversión al adventismo, Jerry Lee Lewis vetado por huirse con su prima de catorce y la joya de la corona: Buddy Holly y Ritchie Valens perecieron en el accidente aéreo en la fecha conocida como “el día que la música murió”, el 03 febrero de aquel a de aquel año. Al hacer este recuento, recuerdo mi primera aproximación al rock, gracias al artículo “Las muertes del rock” del legendario locutor y músico Óscar Sarquiz.
Sin ellos, The Beatles no hubiera sido. Pero es cierto que, sin ellos, el rock no existiría o al menos, como los conocemos. Y la historia y la historia del arte y de la música, como la vida, es lo que es, no lo que pudo ser, si bien eso motiva algunas de las más elevadas creaciones del espíritu humano. Así, es prácticamente un lugar afirmar que es el grupo más importante e influyente, el más exitoso y el mito fundamental del rock. Todo lo posterior en el rock les debe, ya sea como modelo o como fuerza que se quiere negar, combatir, vencer. Imposible.
No conforme con el éxito de la primera presentación y cumpliendo con lo acordado entre Brian Epstein y los promotores locales, acudieron al programa de Sullivan el 16 y el 23 de ese mes, además de tocar en el Washington Center el 11 y en el Carnegie Hall el 12, ante otros cúmulos de jovencitas al borde del delirio por ver a sus ídolos en una época en la que no existía el internet, los teléfonos celulares y la mayoría de la gente no contaba con un televisor en casa.
Para cuando volvieron, en 1965, la Invasión Británica que encabezaron se había consolidado: sus coterráneos, The Rolling Stones, The Who, The Kinks, The Animals,y The Yardbyrds, así como grupos menores (Herman’s Hermits, Dave Clark Five), ya fuera que se impusieron en las listas de popularidad o, de manera subterránea se instalaron en el gusto de millones, muchos de los cuales formaron bandas que luego serían sucesos comerciales o creadores de arte. Y estimularon a dar lo mejor de sí a los competidores norteamericanos, como The Beach Boys o The Byrds, además de maravillas posteriores como Jimi Hendrix o The Doors. La interacción con Bob Dylan, Premio Nobel de Literatura 2016, se tradujo en la electrificación del folk, durante la polémica presentación del poeta en el Newport Festival en 1965. Él, por su parte, les enseñó a leer, escribir -en serio- y fumar.
En otro vértice, los enemigos de la contracultura hippie (más allá de los censores de la era Johnson-Nixon): Frank Zappa y The Velvet Underground, abiertos opositores de The Beatles. Y todo esto en la década prodigiosa, en plena Guerra Fría y con el riesgo de los ataques nucleares entre ambos bandos. Con la Revolución Cubana fresca (1959), la Revolución Rusa (1917) con casi medio siglo y con otro primer mandatario de la gran potencia capitalista muerto en Dallas por heridas de bala, apenas en 1963. Es bien sabido que la depresión moral del país por este magnicidio vino a ser compensada por la presencia de los cuatro veinteañeros que luego fueron malvistos en 1966 luego de la escandalosa -pero no menos cierta, al menos, en el sector juvenil-proclama de John Lennon sobre el alcance de su fama, en 1966.
Frank Sinatra, el reaccionario símbolo del establishment, reconoció que Something era la canción de amor más bella del último medio siglo. Es miopía intelectual o muestra de mal gusto no disfrutar de The Beatles o no alcanzar a mensurar sus alcances en la cultura llamada “pop”. Una interminable lista de músicos -no solo de rock, también de jazz, blues, música culta y avantgarde- los reconoce como la agrupación definitiva de la contracultura de los 60. Fenómeno de masas e irrupción de la juventud en los asuntos públicos. El rock emergió gracias al impulso de The Beatles y su llegada a EEUU hace poco más de doce lustros representó el inicio de una nueva forma de concebir, interpretar y existir en la realidad. Una respuesta de la juventud y la resistencia al sistema, a la sociedad de plástico, desde el arte, desde la creatividad y lo no convencional. Creadores de una obra fecunda que sigue impactando a nuevos escuchas, como a los leales seguidores que desde hace décadas no solo compran sus discos (algunos han conformado fonotecas con cientos de grabaciones) sino todo artículo relacionado, entre ellos una nutrida bibliografía, como compartió en redes el periodista de rock y escritor Hugo García Michel. Son un parteaguas en el arte del siglo XX y se escucharán otros 60 años y más.