Han iniciado, este viernes primero de marzo, las campañas electorales que, por primera vez en la historia de México, llevarán a una mujer a la Presidencia de la República.
Ante un Zócalo atiborrado de morenistas, Claudia Sheinbaum se comprometió a cuidar el legado de AMLO y presentó 100 compromisos, mientras que Xóchitl Gálvez eligió a Fresnillo, la ciudad con mayor percepción de inseguridad, para iniciar su gira proselitista y en Irapuato firmó un pacto con sangre para mantener los programas sociales.
Han iniciado, este viernes primero de marzo, las campañas electorales que, por primera vez en la historia de México, llevarán a una mujer a la Presidencia de la República. Las candidatas repitieron la tradición de arrancar con grandes concentraciones, como si fuera un show mediático, pero los nervios las traicionaron y tuvieron tropezones en sus discursos, que desataron una tunda en redes sociales.
Sheinbaum cometió un error al decir “Sólo hay dos caminos este 2 de junio: uno, que siga la corrup… que siga la transformación o dos, acabar con la corrupción”; y Xóchitl, se encargó de resaltar el equívoco, diciendo que a la morenista “la había traicionado el subconsciente o por fin habla con la verdad”, pero tampoco se libró de las críticas por volver a usar el telepromter y hacer referencia al “feminicidio de mujeres”, además de mencionar Guanajuato en vez de Irapuato.
Aunque las campañas electorales mantienen el modelo de la tarima y el discurso característico del siglo XIX, las redes sociales se han vuelto cada vez más importantes en estos procesos, desplazando a los medios masivos como prensa, radio y televisión. La frase ingeniosa o el error involuntario prioriza el espectáculo por encima del contenido real de las propuestas.
A partir del estudio clásico sobre la Cultura Política de Gabriel Almond y Sidney Verba (1963), los antropólogos retomaron el tema para analizarlo con un método diferente al de politólogos y sociólogos. El estudio pionero sobre las campañas políticas fue el que publicaron en 1990 Larisa Adler Lomnitz, Claudio Lomnitz e Ilya Adler sobre la campaña presidencial del PRI en 1988.
Desde la óptica antropológica, las campañas electorales, al margen de su función explícita, se convierten en rituales políticos en la medida en que el uso de tiempos y espacios, los gestos, la distancia física entre los asistentes, el uso de determinadas palabras, el ropaje, el tono de voz y demás comportamientos son “señales” de alianzas, rupturas y acuerdos entre los grupos de poder.
Los mensajes de las candidatas han acaparado el interés de los noticieros televisivos y la prensa. Las portadas de los periódicos muestran las expectativas e intereses de los editores. Todos, incluyendo Reforma, ubicaron el mitin de Sheinbaum como nota principal y la información de Xóchitl fue secundaria, además de que la mayoría de las primeras planas no contemplaron el inicio de la campaña de Jorge Álvarez Máynez, candidato del Movimiento Ciudadano, relegado a interiores.
Las redes sociales se mueven en otro canal y, en ellas, las campañas apuestan por los sentimientos y la percepción de la gente. La Mediocracia degradaba las campañas electorales hasta convertirlas en una guerra de escenificaciones mediáticas. En la Infocracia, por el contrario, las campañas degeneran en una guerra de información que se libra con todos los medios técnicos y psicológicos imaginables (Byung-Chul Han, 2022).
La encuesta de El Financiero, publicada el primero de marzo, señala que Claudia Sheinbaum arranca la campaña con 50 por ciento de la intención de voto, mientras que Xóchitl Gálvez cuenta con un apoyo de 33 por ciento y en un lejano tercer lugar, Álvarez Máynez, el candidato de MC ha captado el 8 por ciento. En los próximos meses veremos como cambian los mensajes, rituales y porcentajes. RDM