La semana pasada y sin previo aviso, mandó a la basura a sus famosas “tarjetas inteligentes”, regresó a su viejo sistema de pago (recibos impresos).
✍?Alejandro Moguel
La Comisión Federal de Electricidad (CFE) tiene mucho que explicarles a millones de usuarios que utilizan sus servicios. Lamentablemente es un monopolio estatal y los mexicanos no tenemos otro árbol al cual arrimarnos.
Por eso, es importantísimo que todos los ciudadanos protesten en todos los foros públicos posibles para tratar de corregir los errores de esa empresa que actualmente está dirigida por Manuel Bartlett Díaz, de tristes recursos en el proceso democrático de México.
La semana pasada y sin previo aviso, mandó a la basura a sus famosas “tarjetas inteligentes”, regresó a su viejo sistema de pago (recibos impresos), pero esos recibos nunca llegaron a los domicilios, venció la fecha límite para pagar y la CFE, sin consideración alguna, mandó cortar el servicio a cientos o quizá miles de usuarios, incluidos algunos comerciantes, quienes en forma sorpresiva se encontraron a oscuras y con sus aparatos electrodomésticos apagados. Refrigeradores de por medio, principales medios de conservar en buen estado los alimentos.
Algunos trabajadores, portando el uniforme de la CFE, informaron a algunos vecinos que la distribución de los recibos está a cargo de una empresa particular, sin especificar cuál. Es decir, deslindaron a la empresa del gobierno mexicano de ese hecho.
¿Es eso en serio? O sea, si la CFE, a la que le pagamos el servicio por consumo de energía eléctrica, no es la responsable de que yo tenga servicio y tampoco de distribuir los recibos de pago impresos, ¿entonces ante quien debe el usuario quejarse?
¡No, hombre! Bien dicen por ahí que algunos funcionarios públicos hacen las chingaderas bien hechas. Y esta torpeza que acabo de narrarles estuvo bien hecha. Ni un asomo de virtud, por el lado que se le viera.
ANTECEDENTES
Resulta que hace varios años, en esa misma institución, hubo otra chingadera bien hecha. En el sexenio anterior encabezado por Enrique Peña Nieto, muchos padecimos la circunstancia de que de un momento a otro nos quedamos sin el servicio de energía eléctrica.
Fue tal el tino de esa institución, que en la noche de un día sábado, suspendió el servicio de energía eléctrica a miles de ciudadanos. ¡En un fin de semana!
Empezamos a indagar y resultó que la CFE había decidido transformar sus procesos de registro del servicio de energía eléctrica y del correspondiente pago: cambió el recibo impreso por un plástico al que le llamó “tarjeta inteligente”.
Allá fuimos todos corriendo a una oficina que está en la Quinta Avenida Norte Poniente de Tuxtla Gutiérrez y resultó que no, ahí no era a donde debíamos acudir, teníamos que trasladarnos a la Primera Norte, entre 4ª y 5ª Oriente, en donde, por cierto, para esa hora que eran como a las 10 de la noche, había una enorme fila de personas que se habían quedado sin luz.
Bueno, pues se hizo el trámite, nos dieron nuestras “tarjetas inteligentes”, regresamos a nuestras respectivas casas a colocarlas encima del medidor para calcular el adeudo, posteriormente regresar al cajero a pagar y, al final, volver a colocar el plástico sobre el medidor, a registrar el pago y el servicio de luz se restablecía en automático.
Pero, ¿por qué tantos brincos estando el suelo tan parejo?, reza el refrán. ¿Por qué la CFE no avisó con suficiente anticipación de ese cambio? ¿Por qué hacer que los usuarios pasaran por ese calvario? Eso significó una total falta de sensibilidad política de quienes estaban al frente de la CFE en aquel entonces. Se ha repetido la historia de negligencia e incapacidad para conducir a una institución de primordial importancia para los mexicanos.
alexmoguels@hotmail.com
