Más allá del violento allanamiento de instalaciones de la embajada de México en Quito, Ecuador, el diferendo binacional tiene en su origen un (oscuro) antecedente.
✍🏽Redacción
Más allá el violento allanamiento de instalaciones de la embajada de México en Quito, Ecuador, por parte de fuerzas armadas de ese país que de manera por demás justificada ha merecido el repudio de propios y extraños y que derivó en la ruptura de relaciones entre ambas naciones, lo cierto es que el diferendo binacional tiene en su origen un (oscuro) antecedente, equiparable al asunto que nos ocupa, cual es la decisión del gobierno nacional de otorgar asilo político al exvicepresidente Jorge David Glas, contra quien existe una orden de aprehensión por el delito de peculado, y es acusado de supuestos vínculos con cárteles mexicanos de la droga…
Lo anterior, porque si bien la irrupción en la sede diplomática nacional violenta de fondo acuerdos signados por México y Ecuador en el marco de la Convención de Viena, en materia de extraterritorialidad, también lo es que el solo anuncio del otorgamiento del citado asilo al excolaborador y activo integrante del movimiento opositor liderado por el ahora expresidente Rafael Correa, signatario y promotor del llamado Pacto de Sao Paulo, como Andrés Manuel López Obrador, trasgrede lo signado en el Convenio sobre asilo diplomático de Caracas.
Y esto último, en razón de que el referido convenio, signado por nuestro gobierno el 28 de marzo de 1954, ratificado el 25 de enero de 1957 en su artículo III advierte con diáfana claridad que “no es lícito conceder asilo a personas que al tiempo de solicitarlo se encuentren inculpadas o procesadas en forma ante tribunales ordinarios competentes y por delitos comunes (cual es el caso de Glas) o estén condenadas por tales delitos y por dichos tribunales, sin haber cumplido las penas respectivas…” y establece que “las personas comprendidas (en el texto anterior) que de hecho penetren en un lugar adecuado para servir de asilo, deberán ser invitadas a retirarse o, según el caso, entregadas al gobierno local, que no podrá juzgarlo por delitos políticos anteriores al momento de la entrega”, lo que no ocurrió puesto que, desde el momento de la irrupción de aquél en la sede, en diciembre, no sólo no lo entregó, sino que lo protegió del asedio de la administración actual.
El asunto, pues, ni está suficientemente claro ni parece que pudiera resolverse en el corto plazo sino que, por el contrario, apunta a crecer y convertirse en tema generador de polémica lo que, por otro lado, huelga decir, permitirá al inquilino de Palacio usarlo como “distractor”, como hace cada vez que algún asunto que le importa ni avanza ni evoluciona como quisiera, cual es el caso ahora de la “insípida” campaña de la impuesta candidata del oficialismo, la impresentable exregenta eco, Claudia Sheinbaum…