Se ve difícil que las 20 reformas que propuso el Presidente puedan ser aprobadas antes del 30 de abril.
✍🏽Redacción
El Presidente y su mayoría en el Congreso quieren legislar con calzador a sólo tres semanas de que termine el periodo ordinario. Si bien en otras ocasiones ha pasado, llama la atención que muchas reformas no se hayan planteado desde el inicio del sexenio, cuando se tenía una mayoría contundente en el Congreso tras la gran victoria de López Obrador.
Se ve difícil que las 20 reformas que propuso el Presidente puedan ser aprobadas antes del 30 de abril. Algunas de ellas pueden pasar porque sólo requieren de mayoría simple, la cual tiene el partido oficial y sus aliados, dos importantes asuntos caen en este terreno: las Afores y los amparos.
El Presidente dio su punto de vista, o línea mejor dicho, con las pensiones. Dijo que el dinero es de los trabajadores y no puede ser utilizado sin que ellos den el visto bueno. No vemos cómo los trabajadores puedan poner sus ahorros de toda la vida a disposición de un proyecto que, por más generoso que sea, termina por mover discrecionalmente lo ganado a lo largo de su vida y que requieren en su vejez, razón por la cual se la pasaron ahorrando.
Éste es sólo uno de los asuntos que se vendrán en tropel en los próximos días. Es claro que lo que se pretendía con las 20 reformas era meterlas en las campañas, lo cual se logró, pero no del todo. La candidata del oficialismo en un primer momento las hizo propias, pero entre que la dinámica de la campaña obliga en ocasiones a responder en el día con día, y que el tema se ha discutido en singulares comisiones encabezadas por la mayoría, las reformas no han tenido el respaldo ni la difusión inicial.
Morena y aliados en el Congreso han organizado foros para discutirlas. Por ahora no han tenido repercusión, porque pareciera que son discusiones de grupos simpatizantes de Morena, más que un intento de diálogo colectivo que incluya a especialistas y a la oposición.
Por más que terminen aprobando muchas de las reformas, el gran problema que van a tener son la falta de consensos que es lo que le da fondo, forma y valor a las leyes.
En estos días muy probablemente conozcamos los resultados de los foros, los cuales serán señalados por haberse organizado bajo convocatorias en que no se consideró la opinión de académicos y especialistas de todo signo social e ideológico y, sobre todo, de la oposición.
Legislar al vapor es meter al país en problemas de mediano y largo plazo. Al no tener consensos y al hacerse las cosas a la carrera, lo que termina por pasar es que al no llevarse a cabo un debate integral se acaban decidiendo las cosas con mayorías que lo que hacen es respaldar al Presidente más que pensar en una dinámica de largo alcance.
En tres semanas, ciertamente, pueden pasar muchas cosas. Lo que no se haga ahora difícilmente se podrá hacer en un periodo extraordinario, debido a que se nos cruza la elección del 2 de junio y la posibilidad fundada de que haya discusiones de toda índole sobre los resultados del proceso. Tomemos en cuenta que el 1 de septiembre tendremos un nuevo Congreso y la Presidenta del país tomará posesión el 1 de octubre, no el 1 de diciembre.
El tiempo se acaba y no tiene mucho sentido presionar las cosas con tal de aprobar reformas que para que tengan un valor real tienen que ser debatidas y no aprobadas por la puerta de atrás, como pasó el famoso viernes negro de hace dos años, en que fue tal el desaseo legal, como lo previó la senadora Olga Sánchez Cordero, que la Corte ni siquiera discutió los temas con todo y las ideologizadas observaciones y diatribas del partido mayoritario.
Estamos en el final del sexenio, y no perdamos de vista que es también el final de la gestión del Congreso, lo que terminen aprobando será con calzador y seguramente cuestionado.