Las explicaciones de la Cenace, el órgano encargado de suministrar luz, han sido parcas para conocer el estado del sistema.
La emergencia eléctrica prende el foco al complejo panorama que heredará Claudia Sheinbaum, de ganar la elección, sobre el estado de la infraestructura del país. La política de confiabilidad del gobierno sufre al final del sexenio un cuadro severo de estrés en el Sistema Eléctrico Nacional, que provoca apagones en una veintena de estados tras continuas declaraciones de alerta. ¿Qué falló?
Las explicaciones de la Cenace, el órgano encargado de suministrar luz, han sido parcas para conocer el estado del sistema. ¿Cuál es la lista de capacidades disponibles de cada planta de la CFE?, y en que situación están los privados en la generación de energía renovable y autoconsumo, cuyas sociedades fueron limitadas al inicio del sexenio, acusadas de operar ilegalmente. Pero dadas las promesas de Sheinbaum de invertir 13 mil 600 millones de dólares en el sector, las necesidades parecen mayúsculas.
Frente a los apagones, el Presidente reconoció que hay un déficit en la generación de energía en el país, que se reveló por un aumento de la demanda de electricidad en el segundo golpe de calor de este año. Aunque después, en tono de excusa, dijo que éste era por el retraso de algunas plantas de ciclo combinado, sin aclarar las causas. Y finalmente, a manera de justificación, que es un “asunto transitorio”. Algunas voces salieron al auxilio para minimizar el problema que también afecta en otros lados como en Texas en 2021 o en España bajo el impacto de las sequías y el cambio climático global.
No obstante, el panorama luce más complejo de lo que quisiera aceptarse sobre las condiciones para garantizar a toda la población electricidad confiable. La ola de calor sin duda elevó el consumo, pero no tanto como para superar los mayores “picos” de junio de 2023 sin que entonces tuvieran que bajar el switch. En los tres golpes de calor pronosticados para los siguientes meses la demanda puede someter al sistema a mayor tensión con techos 10% superiores a la demanda en la emergencia. El estrés seguramente se traslada al equipo de campaña de Sheinbaum, que observara con preocupación las perspectivas sombrías que encienden los cortes de luz y las inversiones millonarias para relanzar la generación de energía.
Hay amplio consenso sobre falta de inversión en el sexenio para mantenimiento de las redes de transmisión y distribución de energía. Pero quizá más grave el casi nulo crecimiento en la generación, aunque hay varias plantas en construcción de CFE. La compra a Iberdrola no añadió megavatios al sistema, aunque sirvió como símbolo a la retórica del rescate de la “soberanía energética” y una nueva nacionalización, así como de sanción a la empresa española que llevó a su consejo a Felipe Calderón tras dejar la Presidencia. Ni a pesar de ser un asunto de seguridad nacional, que está por encima de cualquier interés económico público o privado, como dijo Rocío Nahle cuando la Cofece interpuso una controversia de constitucionalidad contra su política de confiabilidad en 2020.
El sector eléctrico es políticamente muy sensible y su impacto es terreno para severos juicios sobre los resultados del gobierno. Desde la campaña, Xóchitl y la oposición pidieron regresar al esquema de Peña Nieto y reabrir la puerta a la inversión privada, aunque aquel modelo lo dejó sin la modernización prometida y prendido de alfileres.
Por su parte, Sheinbaum enfrenta el enorme desafío de revisar las fallas de una política que no ha logrado garantizar el acceso a la electricidad de toda la población; a la vez que encontrar los mecanismos para atraer inversión sin abandonar el modelo de López Obrador. Los dilemas son sustantivos, porque se trata de un sector clave para capitalizar el nearshoring en que se cifra buena parte del éxito de su política de Prosperidad Compartida; pero también delicado, porque dejará ver el margen de maniobra y capacidad para establecer reglas de su relación con el Presidente, cuando deje el poder, para la construcción de su plan de segundo piso de la 4T.
Tiene a su favor una progresiva flexibilización del discurso del gobierno sobre energías renovables del que había a principios del sexenio, y que las crisis suelen realinear posiciones políticas. Si Sheinbaum quiere que la recuerden como presidenta de la educación, quizá también necesite serlo de la infraestructura, porque ahí correrá parte del éxito de su gobierno.